Kitabı oxu: «Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición», səhifə 5

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En la antesala de las primeras elecciones democráticas, Interviú incluye en forma de artículo cuasi-editorial de Álvarez Solís90 una llamada al voto al PCE/ PSUC, que acompañan de un dibujo de Carrillo puño en alto. Nada menos. Aunque también la revista Triunfo llamó a votar a la izquierda, resulta infrecuente un llamamiento tan explícito. En el mismo número se hacen previsiones («Elecciones ¿y después qué?») sobre el proceso constitucional, que no «constituyente», que se producirá tras las elecciones.

Una de las pocas ocasiones en las que Interviú incluyó un verdadero artículo editorial91 fue en el primer número compuesto tras las elecciones (el anterior se imprimía mientras estas se celebraban). Ese editorial celebra el triunfo de la democracia, pero advierte del peligro que las reminiscencias franquistas agazapadas en el aparato del Estado representan para el progreso de la libertad. La crónica electoral92 proclama que «ganó Suárez, pero triunfó Felipe», y el artículo del director93 sugiere que el socialismo ha de prepararse para gobernar, pero no apresurarse a hacerlo. Dando por hecho que habrá nueva Constitución, no se muestra muy optimista sobre su alcance, dado el enorme peso del franquismo dentro del partido de Adolfo Suárez.

En coherencia con el modelo de periodismo atrevido que le dio popularidad, la revista logró ser la primera en publicar una entrevista a Adolfo Suárez94 aunque la tuvo que comprar a una publicación francesa, porque el presidente no concedía entrevistas a medios españoles. Pero al mes siguiente aún fueron más lejos al publicar en rigurosa exclusiva unas fotos de Suárez en bañador95 sobre un yate fondeado en la Costa Brava, osadía que, en un país que apenas se había despedido de la más severa gama de grises, no tenía más remedio que consagrar su leyenda.

El debate periodístico sobre el secreto de las deliberaciones de la ponencia constitucional fue más bien sordo. De hecho, ni siquiera Interviú, que venía colocándose a las afueras del consenso constitucional e incluso de los Pactos de la Moncloa, hizo causa contra aquella decisión de los constituyentes de esconder sus trabajos adoptada en pleno agosto de 1977. Cuando sale a la luz, primero una parte del articulado (Cuadernos para el Diálogo) y luego la totalidad (La Vanguardia), solo un pequeño suelto, recuadrado en la página 116, se felicita por ello: «Bien por Cuadernos».96 El comentario del director es distante, «un texto gris, sin empuje alguno, espeso y municipal, pacto entre la cobardía y el egoísmo», y le augura un futuro igual al de los Pactos de la Moncloa, «que todo el mundo los ha firmado y al final nadie quiere cargar con la paternidad correspondiente».97

No solo el director, Álvarez Solís, sino a menudo algunas firmas de prestigio de la revista, como Fernando Claudín,98 advierten de que el consenso constituyente amenaza con retrasar sine die las imprescindibles y urgentes elecciones municipales. La visión crítica de los excesos del «consenso» se acompaña de una clara focalización sobre los conflictos laborales o los acuciantes problemas sociales, que desbordaban o amenazaban con desbordar los límites de dicho consenso.

A la hora de examinar el resultado de los trabajos de la Comisión Constitucional, el primer dato que se debe tener en cuenta es el referéndum de diciembre de 1978, que convirtió el proyecto de Constitución en vigente Carta Magna. Interviú, nuevamente, se desmarca de los entusiasmos generalizados por dicha aprobación, ya que no solo no encuentra tan indiscutible el resultado aprobatorio («no se trata ya de que cerca del 40 por 100 de los españoles –abstención y votos blancos–hayan vuelto la espalda a la Constitución»), sino que lamenta «el desangelamiento con el que fue vivida por la calle la “más alta ocasión que vieron los siglos”».99

El compromiso de Interviú con los «temas» sociales, aunque siempre con un enfoque más bien sensacionalista, fue una de sus constantes. Reportajes sobre los casi olvidados crímenes del franquismo: «Vitoria no olvida» o «Datos sobre el caso Puig Antich» (10 de marzo de 1977), «Galicia. Recuerdo de los crímenes fascistas» (9 de junio de 1977), «Las mujeres peladas, broma de Fraga» (4 de agosto de 1977), «Granada: las matanzas no se olvidan» (1 de diciembre de 1977) o «Masacre fascista en Arahal (Sevilla). La venganza fue terrible» (9 de febrero de 1978). También sobre la represión posfranquista que convive con la reforma: «Estampas de la reforma» (16 de junio de 1977), fotos de cargas policiales que han devenido icónicas o la historia de algunos «topos» escondidos durante el franquismo: «Cuarenta años de miedo» (14 de agosto de 1977).

Esta fue una línea de trabajo en la que la revista, si no estuvo sola, no tuvo demasiadas compañías. El tipo de transición que fue posible hacer en España condicionó una especie de sordina en torno a la oscura noche del franquismo que se tardó decenios en corregir. Denuncias sobre la corrupción, la fortuna de los Franco o los negocios privilegiados de la aristocracia franquista: «La finca fantasma de Pilar Franco» (9 de febrero de 1978), «Lo que chupan los aristócratas» (2 de marzo de 1978), «Los Rosón, azote de Galicia» (20 de abril de 1978) o «Rumasa al descubierto» (3 de febrero de 1977).

En medio de una época de politización rampante, Interviú presta mucha atención a algunas de las luchas sociales más destacadas, que otros medios olvidan, como «Los “güertanos” contra el Marqués de Mondéjar» (14 de diciembre de 1978). Y también a colectivos marginados o en riesgo de exclusión como «En busca del subnormal perdido» (4 de agosto de 1977), «Despedidas por lesbianas en una fábrica de Valencia» (14 de diciembre de 1978), «Mi vida en Carabanchel» (10 de marzo de 1977) o «Profesión delincuente. Los que no pueden elegir» (16 de junio de 1977).

Y, por supuesto, la incorporación, podríamos decir, desacomplejada de los nuevos personajes del mundo político, que contribuyó a visibilizar y dar realidad a una nueva clase política, antes incluso de que recibiera el refrendo de las urnas. Felipe González, Enrique Tierno Galván, Santiago Carrillo, Marcelino Camacho, incluso Dolores Ibárruri, La Pasionaria. De hecho, una de las escasas portadas de la revista que no lleva desnudo femenino fue la del 24 de junio de 1976, protagonizada por un Marcelino Camacho enfundado en su característico jersey de cuello vuelto. Este esfuerzo de visibilización o «normalización» de una nueva clase política para la democracia, la verdad es que fue compartido por otras revistas como Cambio 16 o Cuadernos, Triunfo y algunas ilustradas, y puede considerarse como una de sus contribuciones más decisivas a la transición democrática.

Todo ello configuró un tipo de oferta periodística peculiar que se caracteriza por una crítica valiente y desde posiciones democráticas al mundo político, aunque sin un verdadero seguimiento de los temas políticos, así como también una atención intermitente también a temas sociales y marginales y una apuesta por la libertad moral y de las costumbres que conectaba con las generaciones jóvenes más «post franquistas». Aunque el «populismo» y el sensacionalismo con los que se presenta y defiende todo ese criticismo, el enfoque escabroso y el desmedido interés por el escándalo y el impacto visual serían hoy muy discutidos y lo eran también entonces. Como señala Jorge Marí (2007: 136),

la relevancia de Interviú deriva en buena medida de que muchas de sus paradojas internas y de las posibles contradicciones entre su discurso oficial y su praxis –erotismo como liberación / erotismo como explotación comercial y como perpetuación de la dominación masculina, exaltación de valores democráticos / falta de ética periodística, etc.– pueden verse como contradicciones inherentes al propio destape e incluso al propio proceso transicional.

Lo cierto es que esa específica combinación de ingredientes funcionó a la perfección y tuvo el efecto, quizá no buscado, de incorporar lectores menos politizados o, por así decirlo, de ampliar los públicos de lo político en una España en transición que estaba necesitada, precisamente, de esa base social de apoyo.

1. El salto de Cambio 16 de 43.483 ejemplares (1974) a 199.623 (1975) y 348.081 (1976), para retroceder a 145.494 (1978), en contraste con el crecimiento sostenido por Interviú, que pasa de 297.524 ejemplares (1976) a 640.462 (1977) y a 712.385 (1978), ilustra la retracción de la revista política ante la renovación de la prensa diaria, que no afecta de manera inmediata a la línea popular sensacionalista de la segunda (Cabello, 1999: 114-116).

2. Los 16 accionistas fundadores de Cambio 16 son los siguientes, por orden de posesión de acciones de la empresa Información y Publicaciones S. A.: José Luis Barreiro Conde, industrial gallego (60); Luis María de la Fuente, empresario (55); Juan Tomás de Salas, periodista y fundador (55); Domingo Garnelo Vázquez, industrial gallego (55); Luis González Seara, catedrático de universidad (55); Alfredo Lafitta, abogado del Estado (55); Juan Huarte, empresario navarro (50); José Félix de Rivera, industrial sevillano (25); César Pontvianne, empresario salmantino (22); Romualdo de Toledo, periodista (14); Blas Calzada, economista (11); Antonio García Ferrero, economista (11); Miguel Ortega, abogado y funcionario del Estado (11); Enrique Sarasola, empresario vasco (11); Miguel Muñiz, economista (5), y Alejandro Muñoz Alonso, catedrático de universidad (5) (Díaz Dorrronsoro, 2010).

3. Para el posicionamiento de dichos diarios, véanse Seoane y Sueiro (2004), Sanmartí (2018) y Luis y Pont (2018).

4. «Puede salir bien» y «Qué hacer», Cambio 16, 6-12 y 13-19 de junio de 1977.

5. Los resultados de las elecciones redujeron el margen entre UCD (34 %) y PSOE (29 %) y dejaron al PCE (9 %) por delante de AP (8 %).

6. Alejandro López Muñoz: «Ha nacido una estrella», Cambio 16, 16-22 de mayo de 1977.

7. «Secuestro habemus», Cambio 16, 1-7 de diciembre de 1975.

8. «Feliz año libre», Cambio 16, 29 de diciembre de 1975 - 4 de enero de 1976.

9. «Democracia, que se vea», Cambio 16, 5-11 de enero de 1976.

10. «Desafío al Gobierno», Cambio 16, 19-25 de enero de 1976.

11. «Bunker, bunker», Cambio 16, 26 de enero - 1 de febrero de 1976.

12. «Frenazo Arias», Cambio 16, 2-8 de febrero de 1976.

13. «Todos contra Arias», Cambio 16, 9-15 de febrero de 1976.

14. «Contra violencia, libertad», Cambio 16, 16-22 de febrero de 1976.

15. «Está que arde», Cambio 16, 1-7 de marzo de 1976.

16. «Semana trágica» y «Se acabó el tiempo», Cambio 16, 15-21 de marzo de 1976.

17. «El Gobierno se rompe», Cambio 16, 22-28 de marzo de 1976.

18. «Hipocresía de los reformistas de papel», Cambio 16, 29 de marzo - 4 de abril de 1976.

19. «El búnker no se rinde» y «Elecciones, por favor», Cambio 16, 5-11 de abril de 1976.

20. «A votar, ya», Cambio 16, 12-18 de abril de 1976.

21. «Socialistas, aquí estamos» Cambio 16, 26 de abril - 2 de mayo de 1976.

22. «El Rey se preocupa: Arias lo para todo», Cambio 16, 3-9 de mayo de 1976.

23. «Si sabe inglés, compre Newsweek», Cambio 16, 3-9 de mayo de 1976. Arnaud de Borchgrave recoge una opinión del rey Juan Carlos sobre Arias, al que considera un «desastre sin paliativos, porque se ha convertido en abanderado de la poderosa banda de leales franquistas conocida como “el búnker”», en «Juan Carlos looks ahead», Newsweek, 26 de abril de 1976. El Gobierno desmiente que dicho periodista haya entrevistado al rey, pero la Casa Real guarda silencio.

24. «Europa desconfía», Cambio 16, 10-16 de mayo de 1976.

25. «A pesar de Arias, el Rey con la oposición», Cambio 16, 17-23 de mayo de 1976.

26. «Violencia en España. Libertad que no llega», Cambio 16, 24-30 de mayo de 1976.

27. «Don Juan no se fía», Cambio 16, 31 de mayo - 6 de junio de 1976.

28. «El rey que viajó» y «La dictablanda», Cambio 16, 7-13 de junio de 1976.

29. Juan Tomás de Salas: «Prensa libre», Cambio 16, 15-21 de diciembre de 1975.

30. «Lo evidente» y «Leer, ¿para qué?» Cambio 16, 28 de junio - 4 de julio y 5-11 de julio de 1976.

31. «Del Vaticano a Carrillo», Cambio 16, 5-11 de enero de 1976.

32. «Amnistía» y «Más pruebas», Cambio 16, 19-25 de julio y 2-8 de agosto de 1976.

33. «Amnistía, sí. Bombas, no», Cambio 16, 9-15 de agosto de 1976.

34. «Libertad y orden», Cambio 16, 30 de agosto - 5 de septiembre de 1976.

35. «Libertad sí, orden también», Cambio 16, 27 de septiembre - 3 de octubre de 1976.

36. «Paz para Euskadi», Cambio 16, 18-24 de octubre de 1976.

37. «Felicidades, España», Cambio 16, 8-14 de noviembre de 1976.

38. Juan Tomás de Salas: «Carta del editor», Cambio 16, 1-7 de noviembre de 1976.

39. «La oposición al poder», Cambio 16, 25-31 de octubre de 1976.

40. «Vivan los rojos», Cambio 16, 6-12 de diciembre de 1976.

41. «El abrazo de Europa», Cambio 16, 13-19 de diciembre de 1976.

42. «El GRAPO contra la amnistía», Cambio 16, 27 de diciembre de 1976 - 2 de enero de 1977.

43. «FELIZ AÑO... Nuevo», Cambio 16, 3-9 de enero de 1977.

44. «De paso atrás, nada», portada, y «Lealtad», editorial: Cambio16, 7-13 de febrero de 1977.

45. «Enhorabuena», Cambio 16, 21-27 de febrero de 1977.

46. «El milagro de los Pe-Ces», Cambio 16, 18-24 de abril de 1977.

47. «Le da la real gana», Cambio 16, 9-15 de mayo de 1977.

48. Felipe González: «A escena», Cambio 16, 8-14 de diciembre de 1975; «Un congreso para la democracia», Cambio 16, 20-26 de diciembre de 1976; «La estrategia del poder», Cambio 16, 31 de enero - 6 de febrero de 1977.

49. Julio Feo: «La segunda casa», Cambio 16, 5-11 de enero de 1976; «La socialdemocracia es socialismo», Cambio 16, 7-13 de junio de 1976; «PSOE: son todos los que están», Cambio 16, 28 de febrero - 6 de marzo de 1977.

50. Ignacio Sotelo: «Ventaja postfranquista», Cambio 16, 15-21 de marzo de 1976; «Victoria pírrica», Cambio 16, 12-18 de julio de 1976; «Lelio Basso en Madrid», Cambio 16, 8-14 de noviembre de 1976; «PSOE: crítica a un congreso», Cambio 16, 20-26 de diciembre de 1976.

51. Pablo Castellano: «Problemática sindical», Cambio 16, 1-7 de marzo de 1976; «Socialdemocracia - socialismo - comunismo», Cambio 16, 16-22 de julio de 1976.

52. Luis Solana: «Democracia o deshielo», Cambio 16, 19-15 de enero de 1976.

53. Luis Yáñez-Barnuevo: «Ruptura negociada», Cambio 16, 15-21 de marzo de 1976.

54. Enrique Barón: «Ruptura y negociación», Cambio 16, 28 de junio - 4 de julio de 1976.

55. Luis Gómez Llorente: «Un Congreso para la Historia», Cambio 16, 19 de diciembre de 1976.

56. Enrique Múgica Herzog: «El partido de todos los socialistas», Cambio 16, 19 de diciembre de 1976.

57. Virgilio Zapatero, Francisco Bustelo y Ciriaco de Vicente: «La socialdemocracia no es socialismo», Cambio 16, 21-27 de junio de 1976.

58. Enrique Tierno Galván: «Necesidades nacionales», Cambio 16, 22-28 de diciembre de 1975; «Hipótesis sobre un rumor», Cambio 16, 22-28 de marzo de 1976.

59. Raúl Morodo: «La articulación y convergencia del socialismo en España», Cambio 16, 2-8 de febrero de 1976.

60. Joan E. Garcés: «¿Gobierno provisional o elecciones libres?», Cambio 16, 15-21 de marzo de 1976; «A los socialistas», Cambio 16, 8-14 de noviembre de 1976.

61. Amadeu Cuito: «Socialismo catalán: Paso adelante», Cambio 16, 14-20 de junio de 1976.

62. Isidre Molas: «Socialismo catalán: Opción defensiva», Cambio 16, 14-20 de junio de 1976.

63. Ernest Lluch: «Economía para Estatutos de Autonomía», Cambio 16, 2-8 de julio de 1976.

64. Pilar Brabo Castells: «Ruptura democrática: el cambio negociado», Cambio 16, 15-21 de marzo de 1976.

65. Ramón Tamames: «Por una democratización de la economía», Cambio 16, 7-13 de junio de 1976.

66. Jaime Ballesteros: «La cuestión comunista», Cambio 16, 6-12 de diciembre de 1976.

67. Santiago Carrillo: «Sobre la cumbre eurocomunista», Cambio 16, 14-20 de marzo de 1977.

68. Jaime Pastor: «Ante las elecciones», Cambio 16, 21-27 de marzo de 1977.

69. Ramón Trías Fargas: «¿Qué decir del futuro, hoy?», Cambio 16, 8-14 de febrero de 1976.

70. Juan María Bandrés: «El decreto y la amnistía», Cambio 16, 21-27 de marzo de 1977.

71. Carlos Garaicoechea: «El momento político de Euskadi», Cambio 16, 4-19 de abril de 1977.

72. Nicolás Redondo: «Congreso Sindical Constituyente (I): Primero libertad», Cambio 16, 21-27 de junio de 1976; «Reforma y libertades sindicales (II)», Cambio 16, 7-13 de marzo de 1977; «Reforma y libertades sindicales (III)», Cambio 16, 7-13 de marzo de 1977.

73. Marcelino Camacho: «Necesidades nacionales», Cambio 16, 15-21 de diciembre de 1975; «Reforma y libertad sindicales (I)», Cambio 16, 21-27 de febrero de 1977.

74. Julián Ariza: «Por una central unitaria», Cambio 16, 8-14 de marzo de 1976; «Congreso Sindical Constituyente (II): Convocar a todos», Cambio 16, 28 de junio - 4 de julio de 1976.

75. José María Zufiaur: «El camino de la unidad», Cambio 16, 22-28 de marzo de 1976; «Reforma y libertad sindicales (II)», Cambio 16, 28 de febrero - 6 de marzo de 1977.

76. Manuel Zaguirre: «Congreso Sindical Constituyente (y III): Las razones de un no», Cambio 16, 5-11 de julio de 1976.

77. José Luis Fernández Naves: «Amnistía laboral», Cambio 16, 23-29 de julio de 1976.

78. Juan Gómez Casas: «Reforma y libertades sindicales (y IV)», Cambio 16, 14-20 de marzo de 1977.

79. «Editorial. La vida misma», Interviú, 22 de mayo de 1976.

80. J. M.ª Portell: «Montejurra. Yo estaba allí», Interviú, 22 de mayo de 1976.

81. «Desnudamos a Interviú», La Calle, 21 de noviembre de 1978.

82. «¿A quién le duele Interviú?», Interviú, 30 de noviembre de 1978, pp. 4-5. El debate no se ha cerrado nunca, ya que el feminismo ha seguido cuestionando el recurso al desnudo como una objetualización de la mujer. En un estudio reciente se incluye a Interviú, junto al El Papus y otras muchas revistas, en el ciclo de publicaciones que hibridan sexo y política como temas perfectamente «masculinos», y se afirma que se inserta en «una incipiente sociedad de consumo y cultura de masas que ya había hecho su aparición en los años sesenta mediante objetos claves como la televisión, el coche o la lavadora» (Naval y Carandell: 2016).

83. A. Álvarez Solís: «La sala de espera», Interviú, 16 de septiembre de 1976.

84. «Militares sin uniforme», Interviú, 16 de septiembre de 1976.

85. A. Álvarez Solís: «Elecciones para la exportación», Interviú, 11 de noviembre de 1976.

86. M. Martín Ferrand: «El Prisma», Interviú, 18 de noviembre de 1976.

87. A. Álvarez Solís: «La ignorancia y la alegría», Interviú, 20 de enero de 1977.

88. A. Álvarez Solís: «Legitimación para la paz», Interviú, 3 de febrero de 1977.

89. Manuel Vázquez Montalbán: «La internacional fascista», Interviú, 3 de febrero de 1977.

90. A. Álvarez Solís: «La libertad en un parque», Interviú, 9 de junio de 1977.

91. «Apuesta por la libertad», Interviú, 23 de junio de 1977.

92. A. Machín y C. Bosch: «Ganó Suárez, pero triunfó Felipe», Interviú, 23 de junio de 1977.

93. A. Álvarez Solís: «Ha empezado la democracia», Interviú, 23 de junio de 1977.

94. Y. Cau y A. Pautard: «Adolfo Suárez: España ya no es diferente», Interviú, 7 de julio de 1977.

95. M. Mora: «El presidente sobre fondo azul», Interviú, 18 de agosto de 1977.

96. «Bien por Cuadernos», Interviú, 1 de diciembre de 1977.

97. A. Álvarez Solís: «El PSOE listo para gobernar», Interviú, 1 de diciembre de 1977.

98. Fernando Claudín: «Antidemocracia», Interviú, 17 de octubre de 1977.

99. A. Álvarez Solís: «¿Dónde está el país?», Interviú, 14 de diciembre de 1978.

3. LA INADAPTACIÓN DE LAS REVISTAS ILUSTRADAS: LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA Y GACETA ILUSTRADA

Gloria García González

Jaume Guillamet

Las revistas ilustradas, nacidas al calor de la reactivación liberalizadora de la economía española a mediados de los años cincuenta, tuvieron serias dificultades de adaptación a la liberalización política iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco. Destacan los casos de La Actualidad Española (1952-1979), Gaceta Ilustrada (1956-1984) y Blanco y Negro (1957-1980) vinculadas, respectivamente, a sectores empresariales próximos al Opus Dei y a los diarios La Vanguardia Española y ABC–, que hasta 1975 habían dominado el mercado semanal y en pocos años desaparecieron. La adopción de comportamientos políticos durante el año y medio transcurrido desde la jura del rey Juan Carlos hasta las primeras elecciones democráticas conllevaron cambios de director y de orientación editorial, acompañados en el caso de La Actualidad Española de serias tensiones internas.

El rápido éxito de los nuevos semanarios de información política y crítica surgidos en vísperas de la Transición pudo contribuir al súbito declive de las revistas ilustradas, en contraste con la resistencia de los principales diarios ante la competencia de otros nuevos en el marco de la crisis general de la prensa española que siguió al cambio político (Guillamet, 2018). Los movimientos internos en dichos diarios tampoco son ajenos al comportamiento de las revistas afines. Además de la desaparición de Nuevo Diario en enero de 1976, que dejó a La Actualidad Española como única cabecera de información general de los sectores periodísticos próximos al Opus Dei, junto al semanario especializado La Actualidad Económica, hay que referirse a los movimientos internos de ABC y sus efectos secundarios sobre Blanco y Negro.

A principios de 1975, Blanco y Negro había recibido un nuevo impulso bajo la dirección de Luis María Anson, que había sido desplazado de la subdirección del diario monárquico con ocasión del nombramiento como director de José Luis Cebrián Boné, procedente de La Actualidad Española. Sin duda el periodista monárquico más significado y próximo al jefe de la Casa Real y conde de Barcelona, Juan de Borbón, Anson se había formado periodísticamente en ABC y había sido galardonado con los premios Luca de Tena y Mariano de Cavia otorgados por el mismo periódico, que fue secuestrado y expedientado por la publicación de su artículo «La Monarquía de todos», el 21 de julio de 1966. La marcha de Anson a Gaceta Ilustrada a principios de 1976 no parece ajena al giro neofranquista impreso a ABC por el marqués Torcuato Luca de Tena desde la presidencia del Consejo Editorial (Guillamet, 2018b), en contraste con la conducta de La Vanguardia Española, que apostó de forma inequívoca por la reforma política promovida por el nuevo rey (Mauri de los Ríos y Nogué, 2018).

Los datos de difusión muestran un doble retroceso de las revistas ilustradas ante las nuevas; en términos absolutos, por la pérdida de ejemplares vendidos y, en términos relativos, por el crecimiento de un nuevo y potente mercado del que quedan excluidas. Llaman poderosamente la atención las oscilaciones encadenadas de las cifras de difusión de Blanco y Negro y de Gaceta Ilustrada, dirigidas sucesivamente por Anson. Entre abril de 1975 y de 1976, Blanco y Negro dobla sus cifras de difusión de 46.024 a 87.604 ejemplares, que bajan a 73.814 (1977) con el antiguo subdirector Adolfo Prego, y a 53.429 en 1978, año en el que es nombrado José María Martín Descalzo, procedente también de ABC (Iglesias, 1980: 458). Con la entrada y también breve estancia de ocho meses de Anson, Gaceta Ilustrada pasa de los 72.938 ejemplares de media (1975) a 81.477 (1976), para descender a 59.632 (1977) y 50.755 (1978), siendo en esos años directores, respectivamente, Jesús Picatoste y Ángel Gómez Escorial (Cabello, 1999: 114-116). La caída de difusión paralela de La Actualidad Española, en cuya dirección se suceden Manuel Fernández Areal (1975), Juan Pablo de Villanueva (1977) y Juan Caño (1978), se produce desde 70.816 ejemplares (1974), a 58.420 (1975) y 51.878 (1976).

Las caídas de las revistas ilustradas contrastan con el ascenso hasta cifras muy superiores de los dos grandes semanarios de la Transición. En primer lugar, Cambio 16 (1971), que pasa de 43.483 ejemplares (1974) a 199.623 (1975) y 348.081 (1976), su cifra más alta. En segundo lugar y más destacado, Interviú (1976-2018), con un registro de 297.524 ejemplares en 1977, su primer año completo, duplicados hasta 640.462 ejemplares al año siguiente, 1978. La crisis del mercado de prensa semanal acaecida en los años siguientes redujo la difusión de las nuevas revistas, pero acabó con la vida de las antiguas.

La falta de adaptación de las ilustradas ante las nuevas circunstancias de la Transición ya se había hecho visible con el éxito previo de revistas políticas como la izquierdista Triunfo (Alted y Aubert, 1995; García González, 2009) –que en 1974 ya vendía 70.274 ejemplares y en 1976 alcanzaría un máximo de 87.795 ejemplares– o Cuadernos para el Diálogo (Muñoz Soro, 2006), inspirada por demócrata-cristianos y socialistas, que en 1976 alcanza los 58.146. En términos opuestos evolucionó la revista catalanista Destino (Geli y Huertas, 1991), con una caída de 45.085 ejemplares en 1974 a 33.344 en 1977.

Aun siendo importante, no parece que la tardía incorporación de informaciones y opiniones políticas sea el único motivo de la pérdida de favor de los lectores de las revistas ilustradas. Hay que tener en cuenta sus comportamientos políticos, cuyo análisis proponemos a continuación, caracterizados por una toma de posición oficialista y la ausencia de cualquier crítica de calado al proyecto reformista del Gobierno.

LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA Y EL APOSTOLADO DE LA OPINIÓN PÚBLICA

A la muerte de Franco, La Actualidad Española no era precisamente una revista recién llegada al mercado editorial. Su trayectoria se había iniciado en 1952 al abrigo de la creación del Ministerio de Información y Turismo un año antes y de la determinación del nuevo ministro, Gabriel Arias-Salgado, de autorizar la solicitud por particulares de la edición de nuevas publicaciones periódicas no diarias. Fue entonces cuando José María Escrivá de Balaguer animó a Antonio Fontán, recién estrenado catedrático de Latín en la Universidad de Granada, a «abrir una revista o semanario para influir cristianamente en la opinión pública española» (Díaz Hernández, 2008: 388). La amistad personal de Fontán con el director general de Información, Florentino Pérez Embid, acabó por impulsar el proyecto. Fue él quien le recomendó a Jesús María Zuloaga, hasta entonces redactor en La Gaceta del Norte de Bilbao, como director de la nueva revista. Y en torno a él, Fontán se las arregló para constituir un equipo de jóvenes redactores procedentes de la Universidad de Navarra: Ángel Benito, Pablo José de Irazazábal, José Luis Cebrián Boné, Javier Ayesta, Gonzalo Redondo y José Luis Martínez Albertos entre otros (Cosyaga García, 2014: 147). Entre todos acabaron constituyendo lo que se conoció como «la escuela de La Actualidad Española» (Pérez López, 1994: 216). Mientras tanto, en diciembre de 1951 quedaba constituida la sociedad que iba a ser su editora, SARPE (Sociedad Anónima de Revistas, Periódicos y Ediciones), con un capital social de un millón de pesetas distribuido en mil acciones de mil pesetas cada una. El primer Consejo de Administración tuvo a Alberto Ullastres como presidente, Luis Valls Taberner como vicepresidente y Antonio Fontán como consejero delegado (Cosyaga García, 2014: 150). La Actualidad Española ya estaba en condiciones de salir a la calle. Y lo hizo al precio de 5 pesetas el 12 de enero de 1952, con una tirada de 10.000 ejemplares y 26 páginas en su primer número.

Parte de su atractivo inicial residió en la novedad de su poderosa carga gráfica, con abundancia de reportajes y noticias de interés humano. Buen conocedor de las revistas ilustradas europeas, Antonio Fontán entendió muy pronto que se trataba de una fórmula de éxito si se sabía adaptar a la realidad española (Cosyaga García, 2014: 157). Y de hecho así fue, porque dos años después de que La Actualidad Española abriera el mercado, se incorporaría Gaceta Ilustrada y en 1960 Sábado Gráfico. De acuerdo con la solicitud presentada ante la Dirección General de Prensa, La Actualidad Española aspiraba a ser un semanario de información gráfica nacional e internacional dirigido a un público familiar que la reconociera como un «medio de información objetiva y serena de la actualidad comentada según el espíritu y los principios fundamentales del Movimiento Nacional» (Cosyaga García, 2014: 147).

Lo que podría haber sido una mera declaración formal ante las autoridades quedó ratificado en su primer editorial: «Nos guían unos principios morales, sociales y políticos que son de todos los españoles [...] Queremos servir al sentido de la vida española que llamó un día, hace poco más de 15 años a todas las gentes de bien a reconquistar el Cuerpo y el Alma de la Patria» (Fontes y Menéndez, 2004: 465). Pese a la solemnidad institucional de estas proclamas, La Actualidad Española no tardó en ser conocida, incluso entre amplios sectores del régimen, como la revista del Opus Dei (Cosyaga García, 2014: 151). Su origen y la filiación a esta institución de los miembros de su plantilla, consejo editorial y primeros accionistas, reclutados entre los más cercanos a Fontán, no dejaban lugar a dudas. Y pese a la insistencia en que las iniciativas de los miembros del Opus Dei no involucraban ni a la Iglesia ni a la Obra como institución, el compromiso de todos ellos con el «apostolado de la opinión pública» convirtió sus proyectos periodísticos en una particular versión de prensa católica, en llamativa expansión a partir del lanzamiento de La Actualidad Española.

En su interés por afianzar la nueva revista, Rafael Calvo Serer hizo notar ese compromiso y la amistad que le unía con Antonio Fontán, animando a conocidos suyos extranjeros a que enviaran colaboraciones a La Actualidad Española (Redondo, 2009: 228). Era el momento en el que el círculo más próximo a Calvo Serer estaba tomando posiciones en el espacio publicístico más académico con revistas como Arbor o Ateneo, tratando desde ellas de desestabilizar el proyecto de Joaquín Ruiz Giménez en el Ministerio de Educación. En 1953, Calvo Serer publicaba en la revista francesa Écrits de Paris su teoría sobre la necesidad de articular dentro del Movimiento Nacional una «tercera fuerza» frente a la Falange y a la ACNP, encabezada por él e inspirada por el pensamiento de Maeztu, Pradera y Menéndez Pelayo. A raíz de este artículo, Calvo Serer fue destituido de la dirección de Arbor y de sus cargos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y el proyecto de la «tercera fuerza» quedó arrumbado para siempre (Juliá, 2004: 391).

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9788491346012
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