Kitabı oxu: «Vive y déjate ser feliz»

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La Psicología Positiva

De qué va la Psicología Positiva

Tradicionalmente, la psicología se ha volcado en pensar sobre los sujetos, desde las clasificaciones psicopatológicas, por ejemplo: la perversión, las neurosis, la ansiedad, la depresión, el estrés, entre otras. Sin embargo, la Psicología Positiva complementa los planteamientos tradicionales con aspectos positivos como la creatividad, la autoestima, el humor, el campo de las emociones y la inteligencia emocional. También pone en valor el sentido de la felicidad.

La Psicología Positiva es un modelo terapéutico que nace a finales de los años noventa que propone un camino para poder alcanzar el bienestar personal y relacional a partir del autoconocimiento de nuestras emociones, y construye herramientas para abordarlas.

Uno de los impulsores más conocidos de la Psicología Positiva fue Martin Seligman, profesor de la Universidad de Pensilvania, quien trabajó conjuntamente con Mihály Csíkszentmihályi de la Universidad de Chicago. Otro investigador más reciente de esta corriente es Tal Ben-Shahar, quien ha venido realizando excelentes producciones en los últimos años y cuyos libros se han traducido a diversos idiomas.

Esta nueva visión estudia con bases científicas comprobadas cómo podemos lograr ese bienestar psicológico con repercusiones sobre nuestro bienestar corporal y nuestra salud de manera integral, descubriendo nuestras fortalezas y capacidades, muchas veces no reconocidas, por una autoestima debilitada.

En este sentido, la creatividad, la alegría, el buen humor, la inteligencia emocional son los puntos de partida centrales de este modelo psicológico.

Es cierto que nuestra infelicidad puede estar acompañada de angustia, estrés, fobias, ataques de pánico, depresión y otros síntomas complejos, pero si logramos ponernos a trabajar con nosotros mismos y nuestro entorno hacia la felicidad, evitaremos muchos de esos trastornos que tanto nos pueden oprimir. Podemos estar sufriendo una pérdida de un ser muy querido, pero lo importante no es eliminar ese sentimiento, sino aceptarlo y no quedarnos “enganchados” para siempre en ese dolor.

También es cierto que los fracasos y las frustraciones son parte ineludible de la vida humana y de la existencia. Algunas personas con muchos logros en su vida como, por ejemplo, en su vida económica, afectiva, en sus vínculos personales, etcétera, también han fracasado en determinadas parcelas a lo largo de su vida y han debido asumir dichas frustraciones. Es decir, los logros no están exentos de fracasos, simplemente se trata de aprender de los errores para seguir adelante y no volver a cometerlos para conseguir su meta, sus sueños, sus ilusiones. Sin embargo, la mayoría de personas no piensa así, por ello deberíamos preguntarnos: “¿aprendemos a tolerar nuestros fracasos o fracasamos en nuestros aprendizajes?”.

Muchas veces hemos sentido envidia, tristeza, rabia, angustia, ansiedad, decepción, etcétera, pero esto no significa que seamos personas negativas, sino que estamos vivos, y que esas emociones son parte intrínseca del ser humano y tenemos todo el derecho a sentirlas en algún momento determinado de nuestra vida, lo que no es saludable es enquistarse en esas emociones negativas porque podrían fijarse si no las abordamos. Debemos tener en cuenta que ser feliz no significa estar todo el día contento, riendo, no sentir tristeza, ni estar enojado. Como sostiene Tal Ben-Shahar, lo importante es destacar que todas las emociones que nos invaden ya sean positivas o negativas fluyen por los mismos canales de nuestro cuerpo. Si bloqueamos las negativas, también bloquearemos las positivas. Este dato es muy importante para nuestra salud de manera integral.

La Psicología Positiva cuestiona el optimismo extremo. Reconoce nuestra realidad anclada en un contexto social, económico y cultural. Nos invita a romper ciertos anclajes del pasado, sin sentirnos culpables por ello, con menores temores, con un objetivo central: permitirnos ser felices a partir de lo posible. Lograr emanciparnos de nuestros miedos y encontrar placeres viejos o nuevos, descubriendo otras alternativas. Obviamente este camino es posible para cualquiera, de cualquier género, de cualquier nacionalidad, de cualquier edad. Es decir, para aprovechar lo positivo de algunas vivencias pasadas y descartar lo negativo.

Tenemos que permitirnos sentir todo tipo de emociones, por ejemplo, un día de nuestra vida puede estar marcado por una profunda alegría al tiempo que alguna lágrima de pena por otro motivo. Sentir, gozar, enojarnos, discutir, alegrarnos, reírnos, hacer el amor sin tabúes, siendo nosotros mismos, tengamos la edad que tengamos, sin juzgarnos, sin exigirnos por lo que pudieran pensar otros, nos hará más libres, más felices. Sin embargo, para llegar a ese estado debemos empezar dándonos el permiso de sentir nuestras emociones y expresarlas cuidadosamente con la ayuda de herramientas que poseemos, pero que no siempre hemos sabido valorar ni utilizar y que os daremos a conocer más adelante.

Por ejemplo, si alguien tiene la tendencia a la extroversión y un carácter expansivo… ¡bienvenido! Si alguien es callado y le cuesta participar, seguro que detrás de él hay muchas maravillas por descubrir. Este sería el punto de partida de nuestro bienestar: primeramente, aceptarnos en nuestro temperamento, luego vendrá un trabajo con nosotros mismos para lograr el camino a esa felicidad ansiada.

El modelo abc: el proceso suceso-pensamiento-emoción y reacción

“Cambia tus pensamientos y cambiarás tu vida”.

Albert Ellis

El eje central de nuestra propuesta es principalmente el modelo ABC de Albert Ellis y las creencias irracionales.

Albert Ellis en 1953 rompe con el psicoanálisis y crea la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), una psicoterapia que ayuda a conocer qué pensamientos y emociones conducen a la frustración, a la derrota de una persona, y tras analizarlos los remplaza por otros más beneficiosas y convenientes.

En 1957 desarrolla la terapia cognitiva en su libro Cómo vivir con un neurótico, en la que formula su modelo ABC y describe las creencias irracionales como causa de insatisfacción y frustraciones.

El modelo ABC de Albert Ellis plantea que no son los acontecimientos o sucesos (A), los que generan los estados emocionales (B), sino la manera de interpretarlos (C), por lo tanto, si somos capaces de cambiar nuestros esquemas mentales, es decir, nuestros patrones de pensamiento, seremos capaces de generar estados mentales menos dolorosos, más positivos y más acordes con la realidad.

Tenemos asimilado que son los hechos externos los causantes de nuestras emociones, culpa, rabia, satisfacción, tristeza… etc. Existe la creencia de una relación directa entre el suceso y la emoción, una causa y un efecto. “Si alguien me insulta, me sentiré ofendido”; “si me encuentro en un atasco de tráfico, sentiré ansiedad y estrés”. La psicología cognitiva y el modelo ABC nos dicen que esto no es así. Hay un estadio intermedio entre el suceso y la emoción: LOS PENSAMIENTOS. Mi diálogo interno es el causante de la emoción. Sin pensamiento no hay emoción. Las emociones las creamos nosotros mismos con las interpretaciones internas que hacemos. Aunque no nos demos cuenta, esos pensamientos se hacen de forma inconsciente y automática. Por la tanto, la secuencia correcta es: suceso (A), pensamiento (B) y emoción (C).

Un ejemplo es el aprendizaje en la conducción de un coche. Al principio del aprendizaje, estamos muy pendientes y pensamos de forma consciente cuándo debemos usar el pedal del embrague para cambiar las marchas, cuándo frenar con antelación, cuándo utilizar el freno de mano o el del pie en una rampa, etc. Con el paso del tiempo la mayoría de estas acciones las hacemos de forma inconsciente, automática, lo que no quiere decir que no haya un pensamiento previo, una orden de ejecución. Lo que hacemos, como en las emociones, es automatizar los pensamientos y, en consecuencia, las acciones que nos hacen sentir bien o mal.

Personas que han vivido o presenciado un mismo hecho reaccionan de forma diferente, unas pueden sentirse afortunadas, otras desgraciadas, y otras indiferentes.

Epicteto, filósofo estoico griego, decía:

“No nos afecta lo que nos sucede, sino sobre lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”.

La psicóloga María Jesús Álava, en su obra La inutilidad del sufrimiento, afirma que es determinante conocer y descubrir nuestros pensamientos para luego controlarlos y ponerlos a nuestro servicio de tal manera que sean nuestros aliados y no nuestros enemigos. Así conseguiremos controlar nuestras vidas, a pesar de las circunstancias.

Existen “motores” para fabricar emociones negativas, y entre ellas las denominadas “creencias irracionales”, el “deber ser” o los “deberías” y los “pensamientos automáticos” que tenemos anclados e interiorizados. Estos motores están alimentados por nuestro entorno cultural, nuestras creencias, nuestras costumbres, nuestros miedos, que con frecuencia nos llevan a anticipar desgracias que luego no suceden. Son nuestras propias mentes las que crean distorsiones sin soporte racional.

Pongamos otro ejemplo: muchas veces hemos vivido una experiencia conflictiva en algún momento de nuestra vida, sin embargo, si vuelve a suceder algo similar, se nos impone de manera irracional el recuerdo vivido anteriormente, aunque la situación presente sea positiva y no negativa como en el suceso anterior. Esta experiencia vivida en el pasado actuó de motor para generar emociones negativas.

¿Qué son las creencias irracionales?

Cuando decimos “pensamientos irracionales”, queremos decir que no actúan bajo una lógica, son pensamientos que fabricamos de forma automática sin darnos cuenta, sin que exista un proceso de razonamiento previo.

La consecuencia y el problema es que nos creemos estas creencias y no contemplamos alternativas. El “deber ser” y los “deberías” los interiorizamos como imperativo: “no hay más remedio que actuar así” o “esto es así”.

Reflexionar sobre nuestras creencias posibilita encontrar salidas nuevas y diferentes a lo que se nos imponía como hábitos no saludables.

Nosotros también pensamos como Albert Ellis, cuando centra las creencias irracionales en tres grupos, aunque en su conjunto total enumera once.

Estos son los tres grupos

1. Debo hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los demás.

2. Los demás deben actuar de forma considerada y justa, si no lo hacen son despreciables y malos y deben ser castigados.

3. La vida debe ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para que pueda conseguir lo que quiero.

Reproducimos a continuación las once creencias

irracionales

1. Necesito aprobación y amor de cuantos me rodean o tengo que ser amado y tener la aprobación de todas las personas importantes que me rodean.

2. Para ser valioso tengo que conseguir todo lo que me propongo o si soy una persona valiosa, tengo que ser siempre competente, suficiente y capaz para conseguir todo lo que me propongo.

3. Los malos deben ser castigados por sus malas acciones.