Kitabı oxu: «Un Rastro de Crimen », səhifə 3

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CAPÍTULO CUATRO

Viente ansiosos minutos después, Keri se detuvo ante la casa de los Rainey. Una vez más, el camión de Escena del Crimen ya estaba en el frente. Tocó a la puerta. Ray la abrió casi de inmediato y pudo afirmar, por la mirada que vio en su rostro, que la situación era siniestra. Miró por encima de su hombro y vio a los Rainey sentados juntos en el sofá. Ella estaba sollozando. Él se veía anonadado.

—Me alegra que estés aquí —dijo Ray con sinceridad—. He estado aquí cinco minutos, pero se me está haciendo difícil evitar que ambos pierdan el control.

—¿Hay un reloj en la nota? —preguntó Keri en voz queda mientras pasaba adentro.

—Sí. El sujeto quiere que la transferencia se haga a la medianoche. Está pidiendo cien grandes.

—Jesús.

—Eso no es lo peor —dijo Ray—. Tienes que leer la carta. Es…extraña.

Keri pasó a la habitación. Un investigador de Escena del Crimen estaba empolvando lo que se veía como un sobre de FedEx. Ella miró a Ray, y este asintió.

—De locos, ¿eh? —dijo—. Nunca antes he oído hablar de una nota de rescate que venga vía FedEx. Es del mismo día. Ya le di el número de rastreo a Edgerton. Dice que fue enviada desde una localización en El Segundo. El sello de la hora era una y cincuenta y ocho p.m.

—Pero eso fue antes de que Jessica fuera llevada —dijo Keri.

—Exactamente. El secuestrador debe haberla enviado antes de apoderarse de ella —todo un descaro. Suárez se dirige ahora hacia allá para ver si hay algún posible vídeo del lugar.

—Suena bien —dijo Keri mientras se encaminaba hacia el recibidor donde los Rainey estaban sentados. La tranquilizaba que algunos de los mejores estaban en el grupo. El Detective Kevin Edgerton era un prodigio en tecnología, y el Detective Manny Suárez era un experimentado sabueso. Nada se les escaparía.

—Hola —dijo suavemente, y los Rainey levantaron la vista hacia ella. Los ojos de Carolyn estaban hinchados y rojos, pero sin lágrimas. Tim estaba de un pálido fantasmal, y su semblante se veía severo y tenso.

—Hola, Detective —logró susurrar Carolyn.

—¿Puedo ver la carta? —preguntó, mirando la hoja de papel sobre la mesita. Ya estaba metida en un sobre transparente de evidencia.

Asintieron sin decir palabra. Ella se acercó para verla mejor. Antes de leer el contenido, pudo asegurar que la carta no había sido impresa usando una computadora. Había sido mecanografiada usando una hoja tamaño carta. Eso de inmediato la preocupó.

Cada impresora de computadora tenía su propia e identificable firma, representada por un patrón de puntos no reconocibles para el ojo humano. Los puntos se imprimen con un código a lo largo del texto del documento y suministran la marca, el modelo, e incluso el serial de la impresora usada. Si la persona que mecanografió esta carta sabía lo suficiente sobre una impresora de computadora, ello sugería que probablemente no era un aficionado. La carta misma era igualmente problemática. Decía:

Su hija tiene un espíritu oscuro. El espíritu debe ser podado para que en su lugar crezca una niña saludable. Eso destruirá el cuerpo de la niña, pero salvará su alma. Es triste, pero debe ser hecho. El deseo del creador de la casa caliente lo exige. Puedo liberar a esta niña del espíritu con mis santas tijeras, el mecanismo del Señor. Los demonios dentro de ella deben ser sacados de raíz.

Sin embargo, si prometen redimirla ustedes mismos a través de la purificación por derramamiento de sangre como él ha ordenado, se las regresaré para el procedimiento. Pero deben compensarme por mi sacrificio. Exijo $100.000 en un único pago. Debe ser en efectivo, que no pueda ser rastreado. No involucren a las autoridades, los asquerosos traficantes de la sordida miseria en este mundo. Si lo hacen, regresaré a la niña a la tierra de donde vino. Emplearé la maquinaria del Señor para esparcir su restos goteantes entre las corrompidas cizañas de la ciudad. He dado pruebas de que soy sincero en mis demandas.

Medianoche. Solo el padre. Porque solo los padres salvarán a este mundo de la impureza.

Chace Park. El puente junto al agua.

$100.000. Medianoche. Solo.

La carne de tu carne depende de tu súplica.

Keri miró a Ray. Había tanto que procesar que por el momento optó por hacer a un lado la mayor parte y concentrarse en los elementos más diáfanos de la carta.

—¿Qué quiere decir acerca de dar pruebas? —le preguntó.

—En el paquete venían también varios mechones de pelo metidos en una bolsita —contestó—. Les estamos haciendo pruebas para ver si hay coincidencia.

—Bien, es mucho lo que hay que examinar en esta cosa —dijo Keri, dirigiéndose a los Rainey—. Pero por ahora concentrémonos en la parte no psicológica. Primero que nada, tomaron la decisión correcta al llamarnos. Los padres que siguen las instrucciones de no contactar a las autoridades por lo general tienen los peores desenlaces.

—No quería llamarlos —admitió Tim Rainey—, pero Carrie insistió.

—Bueno, nos alegra que lo hicieran —reiteró Keri, luego volviéndose a Ray—. ¿Les has hablado acerca del dinero?

—Justo ibamos a hacerlo cuando llegaste —dijo, para entonces dirigir su atención a los Rainey—. No es mala idea que aseguren el dinero, incluso si esperamos no tener que entregarlo. Nos da más opciones. ¿Han pensado en cómo podrían conseguirlo?

—Tenemos el dinero —dijo Tim Rainey—, pero no en efectivo. Llamé a nuestro banco para hablar sobre transferir hacia allá algunas acciones y bonos. Dijeron que era difícil hacer ese tipo de transacción fuera del horario, e imposible sin avisar con suficiente antelación.

—He contactado a nuestros administradores de fondos y dicen lo mismo —añadió Carolyn Rainey—. Podrían estar en capacidad de conseguirlo para mañana bien temprano, pero no para medianoche y no en efectivo.

Keri se volvió a Ray.

—Es extraño que hiciera llegar la carta tan tarde —dijo—. Tenía que saber que sería casi imposible conseguir a tiempo el dinero. ¿Por qué lo hizo tan difícil?

—Este sujeto suena como un deficiente mental —observó Ray— Quizás no está al tanto del reto que esto supone en términos de tiempo para las instituciones financieras.

—Hay otra opción —interrumpió Tim Rainey.

—¿Cuál es? —preguntó Ray.

—Trabajo para Venergy, la nueva plataforma móvil de juego basada en Playa Vista. Trabajo directamente para Gary Rosterman, el hombre que dirige la compañía. Es realmente rico y simpatiza conmigo. Además Jessica y su hija fueron a la misma escuela Montessori hasta el año pasado. Son amigas. Sé que el tiene efectivo a la mano. Puede que él me respalde.

—Llámelo —dijo Ray—, pero si acepta, pídale que sea discreto.

Rainey asintió con energía. Lo sombrío de su semblante se desvaneció un poco. Parecía vivamente animado por una renovada esperanza. O quizás era solo que tenía algo en lo que enfocar su atención.

Mientras digitaba el número, Ray se volvió hacia Keri e hizo un gesto para que ambos se apartaran de los Rainey. Cuando estuvieron fuera del alcance de sus oídos, susurró:

—Creo que debemos llevar la carta a la estación. Necesitamos a toda la unidad volcada en esto, conocer sus ideas sobre lo que significa, quizás traer a un psicólogo. Debemos verificar si recientemente ha habido casos similares en la zona.

—De acuerdo —dijo Keri—, también quiero filtrar la carta a través de la base de datos federal para ver si coincide con cualquier otra. Quién sabe qué encontraremos. Tengo un mal presentimiento con respecto a este.

—¿Peor de lo acostumbrado? ¿Por qué?

Keri expuso su preocupación acerca de que hubiese mecanografiado la carta en lugar de emplear una computadora. Eso encontró eco en Ray.

—Sea que esté loco o loco como un zorro, parece un profesional —dijo.

Tim Rainey finalizó su llamada y se vovió haica ellos.

—Gary dijo que lo hará —anunció—. Dijo que puedo tener el dinero en la mano en unas tres horas.

—Eso es grandioso —dijo Ray—. Enviaremos a alguien a que lo recoja cuando esté listo. No quiero a un civil transportando esa clase de dinero si podemos evitarlo.

—Ahora vamos de regreso a la estación —les dijo Keri. Viendo la súbita ansiedad en sus caras, añadió con rapidez—. Vamos a dejar aquí con ustedes a dos oficiales uniformados, como precaución. Ellos pueden contactarnos en cualquier momento.

—Pero, ¿por qué se van? —preguntó Carolyn Rainey.

—Queremos correr la nota de rescate en nuestras bases de datos y hablar con algunos expertos. Vamos involucrar en el caso a toda la Unidad de Personas Desaparecidas. Pero les prometo que volveremos en unas pocas horas. Revisaremos con ustedes todo el plan para la cita del parque, y les explicaremos exactamente qué estamos haciendo. Tan pronto como nos vayamos, voy a llamar para que coloquen vigilancia ahora mismo. Todo estará en su lugar con bastante antelación a la cita. Estamos en esto.

Carolyn Rainey se levantó y la sorprendió dándole un fuerte abrazo. Hizo lo mismo con Ray. Tim Rainey inclinó la cabeza cortesmente a ambos. Keri estaba segura de que el breve paréntesis en medio de su angustia se había desvanecido y de nuevo se hallaba inmerso en su permanente estado de crisis.

Comprendía la posición de él mejor que ningún otro y sabía que tratar de hablar con él era un desperdicio de tiempo. Su hija estaba perdida. Él estaba enloqueciendo. Solo que lo hacía de una manera más silenciosa que la mayoría.

Mientras se marchaban, Ray musitó por lo bajo:

—Será mejor que la encontremos rápido. Si no lo hacemos, me preocupa que su papá sufra un ataque.

Keri quería discrepar, pero no podía. Si ella hubiera recibido una carta como esa cuando Evie fue raptada, podría haber perdido la cordura literalmente. Pero los Rainey tenían algo a favor, aunque no lo supieran. Tenían a Keri.

—Entonces encontremosla rápido —dijo.

CAPÍTULO CINCO

—Se los estoy diciendo, es solo una tapadera —gritó indignado el Detective Frank Brody—. Toda esa cháchara sobre el Señor y los mecanismos es solo para despistarnos. ¡Este tipo es un estafador, nada más y nada menos!

La sala de conferencias de la estación era una masa de voces ruidosas y coléricas y estaba empezando a molestar a Keri. Sentía la tentación de gritarles a todos que se callaran, pero la dolorosa experiencia le había enseñado que algunas de estas personas necesitaban desgastarse antes de que algo útil pudiera ser logrado.

Brody, un veterano de la unidad de la vieja escuela, a menos de un mes de su retiro, estaba convencido de que la carta era una farsa. Como de costumbre, tenía algo de salsa en su camisa, a la que, metida bajo la pretina, le faltaba un botón, lo que dejaba expuesta su gran barriga. Como de costumbre, pensaba Keri, mostraba mayor interés en ser ruidoso que en estar acertado.

—Tú qué sabes —le increpó a su vez la Oficial Jamie Castillo—. Solo quieres tener razón porque eso hace el caso más fácil de comprender.

Castillo no era todavía detective, pero debido a su competencia y entusiasmo, se había convertido, en la práctica, en un miembro junior de la unidad, casi siempre asignada a los casos. Y a pesar de su estatus de junior, no era una frágil florecilla.

Ahora mismo, sus ojos oscuros chispeaban y su cabello negro, recogido hacia atrás en una cola de caballo, se bamboleaba hacia arriba y hacia abajo siguiendo la animación de sus réplicas. Sus brazos musculosos y su constitución atlética estaban tensos debido a la frustración.

—Ninguno de nosotros es experto en esta clase de cosas —insistió el Detective Kevin Edgerton—. Necesitamos traer al psicólogo policial.

A Keri no la sorprendía que Edgerton quisiese seguir esa ruta. Alto y delgado, con los cabellos castaños siempre revueltos, era un genio de las computadoras que sabía los detalles y secretos de cada cosa, desde un teléfono inteligente a una red de servidores. Pero sin haber llegado a los treinta años, no siempre confiaba en sus instintos cuando se trataba de cosas con soluciones menos claras y precisas. Era parte de su naturaleza inclinarse ante la experticia, si ella estaba disponible.

El problema era que Keri no creía que un psicólogo policial tendría una mejor percepción de la carta que el resto de ellos. Cualquier conclusión a la que llegara solo sería una conjetura. Si ese era el caso, ella confiaba en sus propias conjeturas más que en las de otros.

El Teniente Hillman levantó sus manos para pedir calma y silencio. Para sorpresa de Keri, todos obedecieron.

—Envié una copia de la carta a la casa del Dr. Feeney. Él ahora la está viendo. Probablemente pronto tengamos una respuesta. Mientras tanto, ¿alguna otra reflexión, Sands?

Ray había estado sentado en silencio, pasándose la mano por la coronilla de su calva, escuchándolo todo. Desde su ángulo, Keri podía ver con claridad el reflejo de las luces de la estación en el ojo de vidrio izquierdo, que había reemplazado el que había perdido boxeando. Él levantó la vista y ella pudo asegurar cuál era su posición antes de que siquiera hablase.

—Me inclino a estar de acuerdo con Frank. La carta es tan fuera de lote que es difícil de creer. Todo es tan exagerado. Excepto la parte acerca de querer el dinero y adónde llevarlo. Esa sección es completamente directa; bastante conveniente, si me lo preguntan. Con todo...

—¿Qué? —preguntó Hillman.

—Bueno, no estoy seguro de si esto hace alguna diferencia. Sabemos muy poco y no tenemos mucho tiempo. Sin importar si es un sicópata o un estafador, en pocas horas hay una cita con él para una entrega.

—No sé si puedo coincidir —dijo finalmente Keri. No le gustaba contradecir en público a su pareja bajo cualquier circunstancia, y menos ahora cómo estaban las cosas entre ellos. Pero no se trataba de ello ese momento. Se trataba del trabajo y de encontrar a esta niña. Keri nunca antes se había mordido la lengua con respecto a un caso, y no iba a empezar ahora, sin importar las cosecuencias personales.

—Miren, no tengo certeza de si este sujeto es un falso o lo que dice lo dice de verdad. Pero creo que importa lo que es cierto. Si está simulando ser alguna clase de fanático religioso, y hace todo esto por dinero, lo prefiero. Porque entonces esto es una transacción para él y no algo personal. Y ese escenario es mucho más predecible. Significa que es más probable que aparezca. Y que es más que una prioridad para él mantener viva a Jessica.

—Pero no lo crees —dijo Ray, probando que la conocía tanto como ella lo conocía a él.

—Soy escéptica. Creo que es posible que la parte del dinero fue directa porque él no creía realmente en ello, y solo estaba diciendo lo que se supone debe ir en una nota de rescate. ¿Qué pasa si esa es la parte falsa y la real es toda la parte loca? Lo que quiero decir es que el contraste entre ambas secciones es tan dramático como ridículo. El lenguaje ‘sobrecalentado’ es donde parece estar su pasión.

—Parece estar —interrumpió Brody. Keri se recordó a sí misma mantener la serenidad. El pre-jubilado la estaba hostigando, esperando sacarla de sus casillas para hacer su argumentación menos creíble. Asintió de manera cortés y prosiguió.

—Sí, Frank, parece estar. No pretendo saber todo con certeza. Pero todo este discurso de liberarla de su propio espíritu maligno, de la maquinaria del Señor, es bastante detallado, como si hubiera desarrollado alguna especie de liturgia personal para reflejar su propia y deformada religión —una donde él tiene el control, como si fuera el Papa de su fe demencial. Y si esto es cierto, tenemos un problema mucho más grande.

—¿Cómo así? —preguntó Edgerton.

—Porque si todo esto es verdaderamente acerca de limpiar espíritus y agradar a su deidad, entonces a él en realidad no le interesa el dinero. Podría ser solo una forma de justificar ante sí mismo el secuestro, en términos sociales. Él se dice a sí mismo que es por dinero para poder funcionar con alguna especie de normalidad. Pero muy en el fondo, él sabe que es solo una excusa, que la verdadera razón por la que se la llevó es más profunda y oscura.

—Así que, Locke —dijo Hillman—, ¿estás sugiriendo que este sujeto libra una lucha interna y que el dinero es solo una forma de esconderse a sí mismo lo que realmente quiere hacerle a la niña?

—Quizás.

—Me parece mucha conjetura —dijo—. Aparte del lenguaje que empleó, ¿qué tienes para apoyar tu teoría?

—No es solo el lenguaje, Teniente. El solo hecho de que haya ofrecido regresarla, para permitir que su propio padre la purificara, sugiere que podría estar tratando de luchar con esta cosa, que está tratando de encontrar una ‘salida’, una forma de liberarla del demonio que no sea asesinándola.

Calló y miró en derredor los rostros de sus compañeros de trabajo, que eran una mezcla de escepticismo y genuina intriga. Incluso Hillman parecía estarlo reconsiderando.

—O podría andar tras el dinero y tu jerigonza esotérica está tan repleta de basura como él —dijo Brody de manera desdeñosa. Su comentario pareció sacar la buena disposición de la habitación y Keri sintió que cada quien se retiraba a su rincón de seguridad.

—¡Eres un Neandertal! —dijo Castillo, disgustada.

—¿Sí? —escupió él a su vez— Creo que podrías beneficiarte de una buen arrastre por los cabellos.

—¿Quieres ir ahora mismo, viejo? —dijo Castillo, dando un paso hacia él— Patearé tu trasero de ballena varada en la playa de regreso al océano

—¡Suficiente! —gritó Hillman— Tenemos que salvar a una niña de doce años y no tenemos tiempo para esta basura. Y Brody, otro comentario sexista como ese y retendré tu paga por el resto de tu jodida carrera, así solo sea un mes, ¿me has entendido?

Brody cerró su boca muy a su pesar. Castillo se veía como si todavía no hubiera terminado, así que Keri puso su mano sobre el hombro de ella y se la llevó lejos.

—Déjalo, Jamie —musitó por lo bajo— El tipo está a solo un burrito de un ataque cardíaco. No querrás que te culpen cuando se desplome.

Castillo rió suavemente a pesar de su enojo. Iba a replicar cuando el Detective Manny Suárez entró en la habitación. No había mucho que ver en Manny, con su barba de tres días, sus rollitos de grasa, y sus ojos de párpados caídos que le recordaban a Keri al enano Dormilón. Pero era un duro y capaz detective. Y lo más importante en ese momento, regresaba de la oficina FedEx donde la nota de rescate había sido dejada. Keri esperaba que tuviera buenas noticias.

—Dame algo bueno —dijo Hillman.

Suárez meneó su cabeza al tomar asiento ante la mesa de la sala de conferencias y sacar un único recibo del sobre manila que cargaba. Lo tiró sobre la mesa.

—Esto es todo —dijo—. Esta es la única pieza de significativa evidencia que pude colectar en la tienda FedEx. Tiene la hora y la fecha de la compra, que fue pagada en efectivo. Eso es todo.

—¿No había vídeos de seguridad que pudieran coincidir con la hora de la compra? —preguntó Hillman.

—Los hay, pero son prácticamente inútiles. El vídeo del exterior del lugar muestra a alguien llegando a pie. Pero esa persona viste una amplia sudadera con una capucha y gafas de sol. La he hecho circular, pero no será de mucha ayuda. Es difícil decir incluso si es hombre o mujer.

—¿Qué hay acerca del interior de la tienda FedEx? —preguntó Castillo.

Suarez sacó del sobre una segunda hoja de papel y la puso sobre la mesa también. Se veía como una foto, pero era básicamente blanca con negro a lo largo de los bordes.

—Esta es una foto fija de la cámara interior —dijo—. Se ve como que tenía puestas gafas de sol de refracción láser que blanquearon cualquier cosa en la pantalla. Así es como se ve el vídeo todo el tiempo que la persona está allí.

—Eso es tecnología de punta —observó Edgerton, impresionado—. Usualmente ese tipo de cosas solo son usadas en robos de alta gama.

—¿Qué hay con las otras cámaras? —preguntó Ray— Las que no miró directamente.

—No fueron afectadas. Pero el sospechoso se paró convenientemente fuera del alcance de cada una de ellas. Es como si, sabiendo exactamente dónde estaría cada cámara las hubiese evadido todas, excepto la que está justo al lado de la caja. Y esa fue la que quedó blanqueada.

—¿Asumo que evitó también toda cámara exterior al salir? —supuso— ¿Ninguna oportunidad de que haya caminado a su auto y podamos conocer la marca o la matrícula?

—Ninguna —confirmó Suárez—. Lo tenemos caminando hasta doblar la esquina. Pero la dirección que tomó lleva a una cuadra industrial donde ninguno de los negocios tienen cámaras. Puede haber ido a cualquier lado desde allí.

—Odio sumar algo a la pila —añadió Edgerton, mientras estudiaba la portátil que tenía al frente—. pero tengo más malas noticias. El morral y el teléfono de Jessica no arrojaron nada. Escena del Crimen acaba de enviarme un correo, para decir que no encontraron ninguna huella no esperada.

El celular del Teniente Hillman repicó, pero él le indicó a Edgerton que continuara mientras salía de la sala a atender la llamada. Kevin prosiguió donde se había quedado.

—Y he estado corriendo un programa usando su tarjeta SIM para encontrar cualquier actividad sospechosa. Acaba de finalizar. Pero no hay nada fuera de lo ordinario. Cada llamada que hizo o recibió en los últimos tres meses es de su familia o amigos.

Keri y Ray intercambiaron una mirada silenciosa. Ni siquiera la tensión entre ellos podía socavar la preocupación compartida de que este caso se estaba complicando con rapidez.

Antes de que nadie pudiera responder a Edgerton, Hillman entró de nuevo. Keri tuvo la certeza, por la expresión de su cara, de que venían más malas noticias.

—Era el Dr. Feeney —dijo—. Él también acepta la teoría del estafador. Piensa que este sujeto está simulando toda la parte loca y solo quiere el dinero.

Grandioso. Cada pista que tenemos no ha ido a parar a ningún lado y ahora el consenso de la unidad es que este sujeto es solo el secuestrador de costumbre.

Keri no podía explicarlo, ni siquiera a sí misma. Pero sus instintos le estaban diciendo que el consenso estaba peligrosamente equivocado, que este secuestrador era algo completamente distinto. Y ella temía que si no se colocaban pronto en el sendero correcto, Jessica Rainey pagaría el precio.

5,82 ₼
Yaş həddi:
16+
Litresdə buraxılış tarixi:
10 oktyabr 2019
Həcm:
261 səh. 3 illustrasiyalar
ISBN:
9781640298064
Müəllif hüququ sahibi:
Lukeman Literary Management Ltd
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