Kitabı oxu: «El trabajo de tu vida»

Şrift:

EL TRABAJO DE TU VIDA

8 CASOS DE ÉXITO DE EMPRENDIMIENTO SOCIAL

Ignacio Álvarez de Mon


Título original: El trabajo de tu vida, 8 casos de éxito de

emprendimiento social

Primera edición: Marzo 2020

© 2020 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Ignacio Álvarez de Mon

Dirección editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación de cubierta: Sergio Santos Palmero

Maquetación: Carolina Hernández Alarcón

ISBN: 978-84-18263-11-8

Impreso en España

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares de propiedad intelectual.

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Prólogo

Naciones Unidas aprobó en 2015 los «17 Objetivos de Desarrollo Sostenible» que debemos cumplir en 2030, si queremos mejorar la vida de todos y evitar que el planeta desaparezca. Estos objetivos abordan retos tan acuciantes como la reducción de las desigualdades, el fin de la pobreza, la producción y el consumo responsable o la acción por el clima. Todos podemos y debemos contribuir a su consecución, pero para conseguirlo es esencial que cambiemos nuestra forma de ser, hacer y trabajar.

Este libro pretende ser un espacio donde conocer nuevos referentes, personas que han conseguido lo que muchos hemos deseado durante años: aunar su misión personal con su actividad profesional. Los personajes de este libro son un instrumento para conseguir un propósito, y además tienen la capacidad de trascender y dejar un legado. Es imprescindible que contemos con estos referentes. No se puede realizar aquello que no se imagina, aquello que no se conoce. Necesitamos más ejemplos como ellos si queremos abordar los grandes retos del futuro y aliviar los grandes problemas de la sociedad.

Como bien dice Ignacio Álvarez de Mon más adelante: «Las personas somos historias, narrativas basadas en acciones que ejecutamos cotidianamente. Actuamos en función de cómo somos y somos según cómo actuamos». En este libro se analizan ocho historias de emprendimiento social donde se ve claramente que los proyectos están íntimamente ligados a las personas y las personas a sus proyectos. No puede ser de otra manera cuando eres emprendedor. He tenido el placer de ser uno de los entrevistados por Ignacio, y además de ponerle en contacto con varios emprendedores que han decidido aportar su testimonio y que hemos apoyado desde la fundación UnLtd Spain. En este libro encontrarás sus historias de empresa y de vida.

Cuando Ignacio y yo coincidimos hace ya un tiempo, nos dimos cuenta de que veíamos el mundo de la misma manera. Algo estamos haciendo mal en nuestra sociedad cuando el trabajo es una fuente de estrés, ansiedad y depresión para muchos de nosotros; cuando estamos arrasando nuestro planeta; cuando solo trabajamos para alimentar nuestras bocas y no para alimentar el alma. Sé de lo que hablo porque me pasó a mí. Desde muy joven comencé a crear empresas y, aunque desde fuera podía parecer una persona de éxito, por dentro no me sentía realizado. No fue hasta que hice un viaje a Nepal que entendí que mi vida y mi trabajo tenían que efectuar un viaje mucho más profundo. Fue en ese momento en el que vi la necesidad de trascender, la necesidad de tener un propósito.

¿Qué significa propósito? Según la RAE, propósito tiene tres acepciones: «Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo», «objetivo que se pretende conseguir», «asunto, materia de que se trata». En realidad el «propósito» transita por el ámbito del pragmatismo; no parece que nos explique la razón última de una acción que parte desde lo más profundo del corazón. Por eso creo que es más adecuado hablar de «intención». Intención es un término que permite denominar a la determinación de la voluntad hacia un fin. La voluntad también está relacionada con el poder de elegir de la conciencia, el sentimiento y la acción. Algo elegido por propia voluntad no es obligado por un impulso externo sino que nace desde el alma, desde la necesidad de transcenderse a uno mismo.

Para mí la intención determina todo en la vida y la mía es la de servir a los demás a través de mi propia experiencia de vida, que en mi caso ha estado muy ligada al trabajo y la empresa. Encontrar cada mañana la motivación del «¿por qué?» o «¿para qué?» voy a trabajar es un ejercicio que todos deberíamos hacer, donde se manifiesta nuestro compromiso y el de nuestros actos con nuestros semejantes y con nuestro entorno. El propósito es lo que me llevó a crear UnLtd Spain, una fundación que apoya a emprendedores sociales como los que conoceréis a continuación. Una organización que pretende ser una tribu, una comunidad y, en definitiva, un ecosistema donde apoyar los nuevos proyectos de impacto social y medioambiental.

Todos deberíamos encontrar el sentido de nuestras vidas, buscar la «alta intención» en nuestros actos, y desde ahí transcender. ¿Y tú? ¿Cuál quieres que sea tu legado personal?

Manuel Lencero, CEO y cofundador de UnLtd Spain

Introduccion

La elaboración de este libro conecta con la necesidad de dar respuesta a preguntas que aún hoy están por resolver. ¿Cuál debe ser la relación de la empresa con el planeta? ¿Cuál debe ser su relación con el ser humano? ¿Cómo hacer compatibles el desarrollo económico, social y personal en un ámbito mágico y privilegiado del desempeño humano como es la empresa? Las nuevas generaciones se cuestionan aspectos fundamentales y fundacionales en torno al acto de emprender: ¿dónde reside el éxito de un empresario?, ¿qué debería perseguir la empresa en el desarrollo de sus actividades?, ¿es el éxito económico lo más importante?, ¿hay principios y valores fundamentales, más basados en el ser que en el tener, a los que empresas y empresarios deberían someter sus decisiones económicas?

A nivel personal, cuando uno se cuestiona para qué va a trabajar cada mañana y no es capaz de encontrar una respuesta satisfactoria, puede acabar transitando el camino de la ansiedad y la frustración. Cuando uno se interroga acerca de su posible legado, en qué transciende su trabajo, cuál es su propósito y el de su empresa, no siempre llega a la mejor conclusión. Tener éxito solo a través del dinero nos puede convertir en seres vacíos, egoístas y egocéntricos, llenos de miedo y de espaldas a la realidad de un mundo que pide soluciones alternativas a los retos sociales y medioambientales que nos amenazan.

No podemos seguir poniendo en peligro la integridad de nuestra especie como consecuencia del maltrato sistemático del medioambiente. Debemos cuestionarnos cuál va a ser nuestra herencia para las generaciones futuras en términos de preservación y regeneración de nuestro entorno. Hacen falta empresarios con un propósito honesto, transformador, humano; nuevos líderes que planteen modelos alternativos de empresa. Líderes libres de los viejos modelos de pensamiento y con la determinación de poner en práctica nuevos enfoques empresariales que apelen a aspectos elevados y diferenciales de la naturaleza humana: idealismo, generosidad, desinterés, compasión.

Los protagonistas de este libro son empresarios que, a través de sus iniciativas empresariales, generan un impacto social positivo y nos demuestran con su quehacer diario que hay otras formas de hacer empresa y, por extensión, de construir la sociedad. Ellos hablan de «cambiar el mundo» como propósito fundacional, y en efecto cambian el mundo cambiando «su mundo». Desde una apuesta de responsabilidad individual total, deciden embarcarse en aventuras personales en las que a lo largo del camino encuentran a más personas cómplices de sus sueños y ambiciones.

Su liderazgo se fundamenta en la aplicación práctica de unos valores personales, tales como la solidaridad, la generosidad, la creatividad al servicio de la justicia social, la empatía, la compasión… Son gente que encuentra la felicidad haciendo felices a los demás y que ponen al ser humano y a su entorno como el fin primero y último, la razón de ser de su empresa. El beneficio económico, importante, fundamental, no deja de ser un medio al servicio de un fin superior.

El fin superior coincide con la férrea voluntad de contribuir, al máximo de sus posibilidades, a la resolución de un problema social. Estos son algunos de los problemas que estos empresarios sociales tratan de paliar: la contaminación del plástico que inunda los mares; la escasez de agua como bien de primera necesidad en los lugares más pobres del planeta; la despoblación rural y el abandono de nuestros mayores; el consumo masivo, artificial e injusto que penaliza a los productores locales en favor de una intermediación abusiva; un sistema educativo que no da las mismas oportunidades a los que no tienen medios económicos; enfermedades como la diabetes o la epilepsia, que interfieren seriamente en el desenvolvimiento de la vida normal de mucha gente… Como empresarios, sus soluciones no parten de subvenciones o de aportaciones caritativas, sino de una doble cuenta de resultados, económica a la vez que social, basada en la prestación de servicios y el desarrollo de productos altamente competitivos que hacen que sus emprendimientos sean sostenibles. Como empresarios con impacto social, tienen un doble entendimiento, una doble mirada: económica y social, eficiente y humana, productiva y compasiva.

Estos empresarios sociales encuentran en su vida la posibilidad de trabajar en pos de un propósito elevado que además conecta con un sentido de misión personal. ¿Qué hace que este propósito sea elevado? La íntima sensación de que en su consecución dan lo mejor de sí y a la vez contribuyen a la obtención de un bien general superior. ¿Quién los apodera o faculta en este sentido de misión personal? Ellos mismos, el encuentro con su verdadera esencia y naturaleza, el desarrollo de su pleno potencial.

¿Por qué la necesidad de tener un propósito en la vida? ¿Qué nos aporta tener ese propósito? Nos ayuda a distinguir lo relevante de lo accesorio, aclara nuestras prioridades porque otorga «alta intención» a nuestras actuaciones y nos convierte en una herramienta de generación de prosperidad para todos dándonos una razón por la que trascender.

La idea de propósito y su potencia parten de una convicción o creencia previa que todos nuestros personajes comparten: que todos y cada uno de nosotros tenemos un «yo auténtico», una «naturaleza especial», una manera particular e intransferible de «yo verdadero» al que podemos renunciar si queremos, pero no sin consecuencias. Nuestros empresarios sociales se consideran unos privilegiados, no exentos de esfuerzos y sacrificios, pero sabedores de que se dedican a lo que mejor saben hacer y lo que más les gusta, al servicio de aquello en lo que más creen.

¿Cómo logran estas personas saber lo que más les va, lo que más conecta con su naturaleza, lo que se relaciona más espontáneamente con sus talentos y valores? La respuesta es doble: experimentación y reflexión. Como todas las cosas interesantes y complejas de la vida, la mezcla correcta de estos dos ingredientes requiere equilibrio y un adecuado manejo de la paradoja que es el ser humano. Por un lado, hay que forzarse a llegar donde no es fácil, asumir riesgos, aventurarse hacia lo desconocido sin ninguna certeza de lo que se va a encontrar, asumir el fracaso como oportunidad, no como derrota. Por otro, hay que reflexionar, contar hasta diez, calcular costes y beneficios, controlar los riesgos que se asumen, minimizar en lo posible los daños. En todo caso, siempre hay un componente añadido fundamental para acabar llegando a la meta final: el trabajo duro, la persistencia, la voluntad.

La auténtica felicidad, en el sentido aristotélico del término, es la experiencia de una vida plena, acorde a las propias posibilidades y potencialidades. Esta felicidad a largo plazo valida al individuo que la experimenta. Esa validación es la confirmación de que uno actúa en función de sus fortalezas, de sus virtudes. Los personajes de este libro son reales, de carne y hueso, y aterrizan todas estas ideas en algo tangible, concreto, aprehensible, que podemos contrastar: su proyecto de empresa social.

Cada proyecto en el que nos embarcamos ha de ser personal e intransferible, conforme a los propios criterios; propios y verdaderos, aquí no vale fingir. Nuestros empresarios sociales se plantean todos los días de su vida objetivos intrínsecamente interesantes para ellos, arduos y difíciles pero satisfactorios en sí mismos, reconfortantes en el camino hacia su consecución. Su felicidad es auténtica, basada en una vida auténtica, en función de objetivos auténticos.

Los personajes de este libro se enfrentan a dilemas, incertidumbres, decisiones difíciles que tomar… La fidelidad a sí mismos, a sus valores, les es esencial. Los valores no son tanto reglas que nos gobiernan como referencias que nos sirven de guía y que marcan el rumbo de nuestra actuación cuando hay un propósito detrás. Los valores se eligen libremente, no se imponen; van con nosotros, evolucionan, no son fijos; orientan, no constriñen; son activos y ayudan a vivir una vida más cercana a la que se quiere vivir; liberan de presiones sociales; y, finalmente, facilitan la propia aceptación, cuestión relevante para llevar una vida equilibrada y saludable. No obstante, un valor solo es de verdad cuando se practica, cuando se vive de acuerdo a él. Los proyectos empresariales de nuestros empresarios sociales son la manifestación práctica de sus valores personales.

Nuestros protagonistas organizan sus vidas en torno a sus valores y las ligan a proyectos con propósito que los conectan con otras personas afines. Cuando uno encuentra su propia voz inspira a otros a encontrar la suya. Ser fiel a uno mismo, coherente con las propias convicciones, nos hace influyentes sobre los demás. La coherencia personal es el primer y último filtro. Propósito, valores, convicciones, ideales… todo pasa por ese listón final. Lo que hacemos en el día a día es lo que marca nuestra identidad, nuestra personalidad. Las personas somos historias, narrativas basadas en acciones que ejecutamos cotidianamente. Actuamos en función de cómo somos y somos según cómo actuamos. Nuestras acciones nos hacen y nos definen. Nuestros empresarios sociales hablan desde su actuación.

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Sorbos

Pasión, creatividad y conciencia medioambiental

Si pudiera concederme un deseo, no pediría riqueza ni poder, sino el sentido del apasionamiento hacia lo que puede llegar a ser, por el ojo que, siempre joven y ardiente, ve lo posible. El placer defrauda, la posibilidad no lo hace nunca. ¿Qué vino es más aromático, más incitante, más embriagador que la excitante posibilidad?

Soren Kierkegaard, Estudios estéticos

La patria del hombre son sus ilusiones.

Enrique Rojas, La conquista de la voluntad

No queramos dominar la mente solo a fuerza de voluntad, antes bien aprendamos a manejar la mente haciendo ir primero delante al sentimiento, la emoción. La mente sigue de un modo general a la emoción. El interés es lo que permite que la persona registre con claridad las cosas.

Antonio Blay, La personalidad creadora

Inconsciencia planetaria

Informes como el de la Comisión Lancet de la Fundación Rockefeller sobre la salud del planeta1, elaborado por prestigiosos científicos especialistas en la materia, nos hacen ver la gravedad del problema al que nos enfrentamos. Al parecer, estamos hipotecando la salud de las futuras generaciones a cambio de nuestro bienestar económico presente. Un sentido mínimo de justicia y generosidad hacia las generaciones venideras nos enfrenta a la obligación moral de cuidar de la salud del planeta, especialmente si pensamos en los más desfavorecidos. Salud y deterioro medioambiental están íntimamente relacionados y van a tener en los próximos años manifestaciones muy perjudiciales: cambio climático, acidificación de los océanos, degradación de la tierra, escasez de agua, sobreexplotación pesquera y pérdida de biodiversidad. Estos problemas son agravados por tres factores colindantes: un consumo excesivo, ineficiente, insostenible y falto de equidad de los recursos, un desarrollo tecnológico desequilibrado y un crecimiento excesivo de la población mundial.

Cierto es que la humanidad ha tenido grandes avances en los últimos años. La salud de la población mundial ha mejorado considerablemente (como la elevación de la esperanza de vida de 47 años a 69 en los últimos 50 años). La pobreza extrema se ha reducido (700 millones menos de pobres en los últimos 30 años). Ha habido grandes avances en sanidad pública, educación, derechos humanos y desarrollo tecnológico. Pero todo ello no habría sido posible sin un importante equilibrio de todos los ecosistemas terrestres. Sin embargo, diversas instituciones y estudios (Global Environment Outlook, MEA-Millennium Ecosystem Assessment, IPCC-Intergovernmental Panel on Climate Change) advierten de que el rápido deterioro de estos equilibrios naturales supone ya una seria amenaza para la salud del planeta. El cambio climático se encuentra en niveles que superan ya los límites de seguridad y está afectando negativamente a variables tales como los índices de extinción de las especies, la destrucción de la masa forestal, el grado de acidificación de los océanos o la calidad del agua.

Varias son las medidas a tomar que contribuyen a un mejor estado del planeta. Entre ellas destacan la reducción de residuos a través de la elaboración de productos de más larga duración, que requieran menor cantidad de materiales y de energía para ser fabricados. El reciclaje, la reutilización y la reparación de materiales usados, unido a la sustitución de sustancias peligrosas por alternativas más seguras, son otras medidas favorecedoras del mayor equilibrio medioambiental. Estos cambios requieren de nuevos diseños y soluciones innovadoras, además de la reducción de la demanda y el consumo de recursos que dañan la calidad del medioambiente durante su proceso de extracción, producción o utilización.

Un reciente informe del IPCC-Intergovernmental Panel on Climate Change, Global warming of 1.5°C, analiza las consecuencias de un posible incremento de la temperatura global de 1,5°C desde la era pre-industrial. Según este estudio, la actividad humana ha causado un calentamiento global desde la era pre-industrial que estaría entre 0,8°C y 1,2°C. Si seguimos la misma tendencia que hasta ahora, el calentamiento global alcanzaría los 1,5°C entre 2030 y 20522. Esto tendría consecuencias muy negativas para la salud, la expectativa de vida, la calidad de los alimentos, la disponibilidad de agua, la seguridad en general y el crecimiento económico. La solución pasaría, entre otras medidas, por reducir las emisiones de CO2 un 45% hasta 2030, llegando a emisiones netas cero en 2050.

En el ámbito del plástico, hay muchas iniciativas (Straw Wars, Lonely Whale, Ocean Conservancy, entre otras)3 que tratan de contribuir a la drástica reducción de su consumo, dado su impacto tan negativo en la flora y fauna marinas. Los científicos estiman que más de ocho millones de toneladas métricas de plástico entran en nuestros océanos cada año afectando muy negativamente a la vida en el mar, ya que muchas especies consumen y se enredan en esta ingente cantidad de plástico. En los próximos diez años podríamos acabar con medio kilo de plástico en el mar por cada 1,5 kg de pescado. El plástico no se biodegrada, dura para siempre, se descompone en pequeños fragmentos e inunda paisajes y océanos, entrando en la cadena de alimentación, y por tanto formando parte de nuestra dieta.

Las bolsas de plástico son malas para el medioambiente porque acaban en los océanos. Las pajitas de plástico están entre los diez objetos más comunes encontrados como residuos en las playas. Las pajitas son una gran amenaza para las especies marinas (aves, tortugas, peces) porque se las comen. El plástico es basura en el agua que los animales confunden con comida o que les atrapa con fatales consecuencias. El plástico además atrae y concentra otros contaminantes, con lo que su efecto es doblemente nocivo. Desde el plancton hasta las ballenas, los animales oceánicos se contaminan con él. El plástico ha sido encontrado en el 59% de las aves marinas, el 100% de las tortugas, y en más del 25% de los peces que se han investigado en diferentes lugares alrededor de todo el mundo.

La solución al problema del plástico comienza en tierra, empezando por una reducción de su uso, especialmente de aquellos artículos que solo se utilizan una vez, como por ejemplo las pajitas. También pueden ayudar su recogida y reciclaje. La educación y la toma de conciencia de la gente son muy importantes. Cada vez son más los bares y restaurantes que han erradicado el uso de millones de pajitas entre sus clientes.

En definitiva, se trata de darnos cuenta del poder que tenemos entre todos y cada uno de nosotros para mejorar el medioambiente. Cuanta más gente se preocupe por la salud de la Tierra, y sea capaz de poner esa preocupación en acción, más cerca estaremos de conseguir el objetivo común de vivir en un planeta más sano. Es hora de pasar de una inconsciencia temeraria e irresponsable a una toma de consciencia global, personal y activa. El movimiento se demuestra andando.

SORBOS4

En Sorbos cuidan el medioambiente sustituyendo el plástico por pajitas biodegradables y comestibles. Sorbos ofrece un valor añadido convirtiendo el continente en contenido mediante la elaboración de productos exclusivos y personalizados 100% (color, aroma, sabor y tamaño). Las pajitas Sorbos son productos biodegradables 100% y representan una apuesta por un mundo sin plástico. Sorbos se define como una empresa consciente e implicada con el desarrollo sostenible del planeta, y por ello le da un gran valor al medioambiente y a los productos biodegradables. No utiliza ningún tipo de plástico en todo el proceso de fabricación.

Los productos biodegradables son capaces de descomponerse de manera natural en otros componentes químicos en un período breve, y de esta manera pueden reintegrarse en la tierra y son mucho menos perjudiciales para el medioambiente. Algunos datos que desde Sorbos quieren compartir:

 En los últimos trece años se han producido más de 4.000 millones de toneladas de plástico y la producción sigue creciendo a una increíble velocidad.

 Solo el 9% de este plástico ha sido reciclado.

 En el mundo se consumen más de mil millones de pajitas al día y en España más de 5.000 millones al año. Al no ser biodegradables, la gran mayoría terminan en los mares y océanos contaminando y dañando gravemente el medioambiente, la flora y la fauna.

Entrevista a ViCTOR SaNCHEZ, presidente y fundador de Sorbos

IAM ¿Qué valor personal domina en tu vida y en qué medida Sorbos es la expresión de ese valor?

VS La pasión. Cuando doy charlas a los chavales, siempre les digo que la idea de Sorbos nació de la cabeza pero creció desde el corazón, la pasión y la persistencia. Creo que la gran diferencia entre un emprendedor normal y un emprendedor social es que este último busca conseguir algo importante. Si finalmente lo consigue, seguramente el dinero vendrá detrás. A toda la gente con la que trabajo le pregunto cuál es su objetivo, cuál es su misión a la hora de colaborar conmigo. Ninguno de ellos me habla nunca de dinero; me hablan de desarrollo, de hacer algo bonito, de cambiar las cosas. Para mí eso es fundamental.

IAM Tu relación con los demás, con tus colaboradores especialmente, ¿siempre ha sido así?

VS Al inicio predominaba la incredulidad. Ahora nos conocen más, pero antes no. «¡Este chaval ¿a dónde cree que va?!». Este chaval era yo y ese podía ser el pensamiento de la gente con la que yo me reunía hace dos años. Recuerdo una anécdota con una profesora, decana de Dietética y Nutrición de la Universidad de Barcelona. Ella me tenía que presentar a los ingenieros que iban a facilitar el desarrollo de nuestro producto, y lo primero que me dijo al escuchar mi idea fue: «Esto va a ser una moda. Estás loco; además, va a ser muy caro». Mi contestación fue: «Si esto va a ser una moda, en dos años te planto un edificio con mi nombre, una biblioteca. A nivel de costes, te aseguro que lo tengo medido y me va a costar una quinta parte de lo que tú me dices. Y por último, y para mí lo más importante, es que solo vengo a preguntarte si lo quieres hacer. Si no lo quieres hacer, tranquila que ya encontraré la manera». Ahora me llaman de esa universidad para que vaya a dar charlas y siempre les pongo el ejemplo de su decana.

IAM Creo que una frase tuya fue: «Por gente como tú, la gente deja de hacer las cosas». ¿Es así?

VS Tal cual. En mis charlas les digo a los chavales que cuando quieran hacer algo, los primeros que lo tienen que tener claro son ellos. Los demás no lo van a ver, porque cada uno tiene su vida. Un emprendedor ve algo avanzado a su tiempo. También hay que tener suerte. Yo anticipé el tema de las pajitas comestibles, pero a la vez hemos llegado en un buen momento con toda la concienciación respecto al problema del plástico. En el emprendedor con éxito se junta el ser visionario, disruptivo, pero también el tener suerte. En la vida, para tener éxito hay que echarle mucha cara y romper reglas escritas y tabúes que no sirven para nada.

IAM Sorbos, tu organización, ha recibido un premio de la prestigiosa empresa Pascual, de manos de su presidente, Tomás Pascual. Para ti fue un momento muy especial.

VS Así es. Nosotros tardamos dos años en desarrollar nuestra patente y en tener nuestro propio proceso de producción. Hacía tres años nos habíamos apuntado al Concurso de Calidad Pascual para start-ups de Jóvenes Emprendedores Sociales. Presentamos nuestro proyecto y ganamos de entre más de 170 empresas participantes. Era el verano de 2016; me acordaré toda mi vida. Hicieron un acto muy solemne al que asistieron grandes autoridades: la ministra de Medioambiente, el presidente de Telefónica, etc. Tomás Pascual tenía que mencionar el nombre del ganador. Dijo «Sorbos», y ahí ya se me puso la piel de gallina. Pero a continuación comentó: «Sorbos reinventa la manera de consumir las bebidas». Ahí me eché a llorar. Es una frase que creo que me tengo que tatuar. Es indescriptible la sensación que tiene uno después de estar luchando durante tres años por algo en lo que crees firmemente y que alguien como Tomás Pascual, con su experiencia y su responsabilidad, te diga algo así. Era la primera vez que yo escuchaba de alguien externo a Sorbos decir algo así. No pude hablar al recoger el premio, lo hizo mi compañero Quique, yo me desmoronaba. Una vez recogido el premio y finiquitado el acto, me encontré llorando en los pasillos, media hora rompiendo a llorar, llamando a mi padre, a mi abuela, a toda la familia que había estado pendiente de mí y de Sorbos. Tenía la cara hinchada de tanto llorar; no estaba para salir en fotos. Era un llanto de felicidad.

IAM Y ese llanto, ¿de dónde venía?

VS Cuando empecé con Sorbos, yo tenía una mano delante y otra detrás, que es lo que nos pasa a la mayoría de los emprendedores. La gente de mi entorno, amigos como Quique o Carlos, me daban sus ahorros y los invertían en esto. Yo los había embaucado con mi idea. Tomando un café en una terraza, al lado de donde nos entregaron el premio, con mis amigos, yo seguía llorando. Les dije que ellos no sabían la presión que yo había soportado hasta ese momento, de tener su dinero, sus ahorros, su carga. A partir de aquel día empecé a disfrutar realmente de mi proyecto.

IAM Hasta hace nada, según creo, habéis estado cobrando sueldos mileuristas.

VS Nosotros siempre hemos tenido muy claro que nuestro proyecto no puede dejar de crecer, porque estamos haciendo algo bueno y muy necesario para el mundo. Así que eso supone tener que reinvertir todo una y otra vez. Eso conlleva enormes sacrificios para poder llegar a fin de mes, pagar a los empleados. Hemos pedido ayuda a familiares, sin ser ellos ricos ni mucho menos. Hasta hace cuatro meses, que las cifras de ventas han empezado a subir, no hemos tenido financiación de bancos. Ahora tenemos la sensación de que hacemos lo que nos gusta; seguimos siendo mileuristas, pero somos más felices que nunca. Si hubiéramos orientado Sorbos como un negocio sin más, sin tanta ambición por crecer, yo podría estar ganando bastante dinero ya. Pero no es nuestro fin ni nuestro sentido. Nosotros queremos contribuir a erradicar el consumo de plástico en el mundo. Por eso nuestro gran objetivo es no parar de crecer. Tampoco queremos ampliar capital con nuevos socios que nos hagan perder el control de lo que hacemos.

IAM Volviendo a ese valor tan importante para ti en tu vida, la pasión. ¿Cómo detectas y mides la pasión en los demás, en la gente que te rodea?

VS El primer día que conoces a alguien no detectas esto. Yo les pregunto a mis empleados por qué quieren trabajar aquí y una de las razones más comunes, lógicamente, es el dinero. En esta industria se paga mejor que en otras y eso es una motivación para mucha gente. Yo lo que les digo es que traten de que al menos un 10% de su motivación venga de su corazón. Les digo que necesito que ellos crean en lo que aquí hacemos y que si eso no es posible, les invito a que busquen cubrir su necesidad económica en otro lado. Yo no quiero tener a gente que trabaja por trabajar en mi empresa, quiero gente que crea en lo que hacemos. También eso conlleva explicarles en lo que estamos, lo que queremos, proyectos, planes de expansión… Para motivar a la gente hay que mantenerla informada e implicada. En una cadena de producción cada uno tiene su posición. Por otro lado, nosotros no dejamos de innovar y de crecer. Para mí, por ejemplo, el tipo que tengo en empaquetado es la persona más experta de Sorbos, porque en Sorbos no dejamos de innovar en esas máquinas. Siempre les pido ideas de cómo podemos producir más y mejor, ser más eficientes, más ágiles. De esta forma se van involucrando más en el proyecto.

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9788418263118
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