Kitabı oxu: «La voz del corazón»
La voz del corazón
Claves para el despertar
de la conciencia
Javier Revuelta Blanco
© Javier Revuelta Blanco
© La voz del corazón
Noviembre, 2020
ISBN papel:978-84-685-5427-3
ISBN epub: 978-84-685-5428-0
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Ama al prójimo como a ti mismo
Jesús de Nazaret
DEDICATORIA
A todas las personas que se atreven a realizar sus más profundos anhelos. Especialmente a los que quieren hacer de este planeta un lugar de convivencia en el que reine la paz y la armonía. A mis queridos padres, Jaime y Pilar. De mi padre heredé la sabiduría del sanador y de mi madre, la creatividad del guerrero. A ambos les profeso un profundo amor que me llena de júbilo. A la Madre Tierra.
AGRADECIMIENTOS
Este libro es el resultado de un proceso de transformación personal. Durante los seis años que he tardado en escribirlo mi conexión con la Tierra y mi apertura al espíritu se han engrandecido de manera formidable. Ha sido un viaje emocionante en el que he contado con la presencia de Raquel Losantos que me ha ayudado a ver más allá de mis limitaciones y a rendirme a la sabiduría del corazón. Agradezco su entrega y su dedicación pues en verdad ha sido un regalo de enorme valor para mí. Asimismo quiero agradecerle a Blanca González su ayuda a la hora de hacer las correcciones ortotipográficas. No tengo palabras para describir su enorme profesionalidad y su maravillosa calidad humana. También me siento muy agradecido a los maestros físicos y espirituales que me han ayudado a transitar por la vida. Sus muestras de amor y su sabiduría han sido siempre para mí referentes esenciales y motivo de mucha alegría. Tampoco hubiera podido escribir el libro sin las personas que han solicitado mi ayuda con la ilusión de mejorar sus vidas. Debido a su confianza, he podido conocerme mucho mejor, he adquirido experiencia y me he sentido útil. A todas ellas les doy las gracias de corazón por su valor, su humildad y su confianza.
Índice
INTRODUCCIÓN. ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO
Dos realidades interconectadas
El origen de este libro
Primera Parte. UNA PUERTA ABIERTA A LA ESPIRITUALIDAD
I: EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA
El cambio de paradigma
El latido de la creación es el amor
Conecta con tu esencial personal
El acceso al conocimiento directo
Liberarte del dolor es una condición
El significado de vivir en conciencia
II: LA NUEVA REALIDAD DE LA TIERRA
Una historia de la Tierra
La biblioteca viviente
La verdad sobre el origen y la evolución de la vida
¿Es cierta la Teoría de la Evolución de Darwin?
Cuando el planeta cambia su energía
El mensaje oculto de las estrellas
La conciencia de Gaia
Cómo facilitar la transición del planeta
¿Por qué transcurre la vida más deprisa?
Ser o no ser
III: EL VIAJE A TRAVES DE LA DUALIDAD
El controvertido debate sobre el alma
¿Qué es el alma?
Caminar en la belleza
La mensajera divina
El diálogo de la imaginación
El karma: ¿castigo divino o elección personal?
La senda de la integración
YO SOY
El misterio de la reencarnación
La evolución del alma a la luz de la historia
IV: EL IMPULSO CREATIVO
El enigma de la creación
Avanzar con la espiral de la vida
Bájate del tren del aburrimiento y las adicciones
V: LA REALIDAD NO MANIFIESTA: EL MUNDO ASTRAL
El origen de los sistemas colectivos de creencias
El salto hacia la libertad
Más allá de los sentidos
El vínculo, el orden y la compensación
Vivir entre luces y sombras
Los habitantes del astral
Los seres de luz
Los seres de oscuridad
El control creativo de las fuerzas astrales
Ejerce la autorresponsabilidad personal
Cómo contribuir al equilibrio astral
El camino de la sanación colectiva
Técnicas de limpieza energética
VI: LA MUERTE: EL OTRO LADO DE LA VIDA
Terminar con el tabú sobre la muerte
La muerte clínica
Morir es una oportunidad
Vivir bien para morir mejor
¿Qué sucede al otro lado del velo?
Vivir entre tinieblas
Los falsos cielos y las áreas realistas
La entrada en el paraíso y el encuentro con la totalidad
El peso de la muerte
Suicidarse no es una opción saludable
Cómo prepararse para el tránsito final
Nunca es tarde para ayudar a una persona fallecida
El nacimiento del alma a la vida terrenal
Segunda Parte. FUNDAMENTOS DEL DESARROLLO PERSONAL
VII: LOS TRES PILARES DEL SER
El Ser Luminoso
El Ser Enmascarado
El origen de la máscara
El precio de vivir con máscaras
El Ser Destructivo
Cómo reconocer al ser destructivo
Transforma la negatividad en creatividad
VIII: ELIGE ENTRE EL MIEDO Y EL AMOR
La distorsión del amor: el regateo afectivo
Para qué sirve el miedo y cómo podemos gestionarlo
Comprender el sacrificio y liberarse de la preocupación
¿Por qué sufrimos?
Cómo transformar el dolor en amor
IX: DEL OBSERVADOR AL VISIONARIO
Los beneficios de ser un observador ecuánime
El poder de la imaginación: el camino del visionario
La resistencia al cambio
El final de la lucha y la resignación
X: EL VALOR DE LA INTENCIÓN Y LA ATENCIÓN
Enfoca y fija la mente
El tiempo cronológico, el psicológico y el «gran tiempo»
Descubre cómo percibes el tiempo
XI: EL MILAGRO DE LA PERSEVERANCIA
La masa crítica y los fenómenos emergentes
Aprende de los pequeños fracasos
Recursos imprescindibles: objetivos y prácticas
Tú eres la solución
XII: EL ARRAIGO EN LA TIERRA
La conexión con el latido de la Tierra
La llave maestra de la naturaleza
El animal extraviado
Cómo educar la sensibilidad
Dialoga con el cuerpo
XIII: DESCUBRE TU PERSONALIDAD OCULTA
Las cinco estructuras del carácter
El origen de los arquetipos
Crea tu propio mapa de ruta
La persona esquizoide
La persona oral
La persona psicopática
La persona masoquista
La persona rígida
Ejercicio para conocer tu estructura de carácter
XIV: CONFÍA EN LA GUÍA ESPIRITUAL
El final de los mediadores
¿Qué significa ser un maestro?
La orientación divina
Cómo conectar con los guías espirituales
XV: LA ESPIRAL HACIA LA PAZ INTERIOR
La dinámica destructiva
Cómo salir del deterioro y crear armonía
Aprende a perdonarte
XVI: LA ENTRADA EN LA MADUREZ DEL CORAZÓN
El nacimiento del ego
La supremacía de la personalidad
El desengaño y la caída del velo
En alianza con el alma
La rendición definitiva al espíritu
NOTAS
INTRODUCCIÓN. ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO
No olvidéis que la tierra se regocija cuando siente vuestros pies descalzos y que a los vientos les encanta jugar con vuestro cabello.
Khalil Gibran
Estamos aquí para realizar una misión. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es el propósito de tu vida? Puedes hacerlo ahora. Detente un instante, respira hondo y observa el sentido que tiene tu existencia. Más allá de las obligaciones o de las rutinas diarias, ¿por qué motivo has venido al mundo? No hace falta que respondas en este momento. Solo cierra los ojos, déjate sentir con sinceridad y experimenta las sensaciones que te provoca esta pregunta.
Nuestra misión de vida presenta dos dimensiones: una es individual y la otra, colectiva. A nivel personal deseas liberarte del sufrimiento y alcanzar la felicidad suprema. En lo más profundo de tu corazón no te conformas con cualquier cosa. Anhelas vivir en paz y en armonía, disfrutar de salud y disponer de oportunidades que te permitan realizar tus sueños. La vida es un proceso maravilloso. Cuando sientes que tiene sentido y te dejas guiar por el corazón, lo que experimentas es una gran alegría. Sin embargo, también sabes que la felicidad solo llega cuando te liberas de los obstáculos que se interponen en tu camino. La enfermedad, el aislamiento, la pobreza, el conflicto, el miedo, la preocupación… son algunos de ellos. En ocasiones piensas que los impedimentos que limitan tu dicha se encuentran fuera de ti y te empeñas en cambiar las cosas para que la vida se ajuste a tus expectativas. Crees que la felicidad es una idea en lugar de una experiencia. Esto es un error muy común que solo acarrea confusión y sufrimiento. En realidad todo aquello que se opone a tu prosperidad se encuentra dentro de ti mismo. Dicho de otra forma, para ser feliz necesitas sanar el dolor interno que te acompaña a lo largo de la vida. Mientras sigas resistiéndote a esto, vivirás en una contradicción.
Para poder alcanzar la plenitud, también es necesario que desarrolles tus virtudes personales. Desde un punto de vista espiritual, estas bondades son los brillos del alma que has decidido materializar en la realidad física. Muestran tu esencia, se reflejan en tu personalidad y adoptan la forma de talentos o habilidades. Cuando enfocas la atención en aquello que de verdad te ayuda a ser feliz, recuperas tu sabiduría interna. Entonces la conciencia y la acción se unen y no necesitas pensar demasiado en lo que haces. Te diviertes con ello y te cuesta menos esfuerzo realizarlo. La clave está en conectar con la esencia y habitar en el espíritu, no solo para liberar el dolor interno sino también para disponer de una pauta que te permita disfrutar de la vida al máximo. En lo más profundo de tu ser sabes que estás aquí para algo y deseas llevarlo a cabo y sentirte realizado. Como dice la poetisa senegalesa Irénée Guilane Dioh1:
Llegará un día en el que también tú deberás compartir tu conocimiento de las cosas y de los hombres. Testigo singular de un acontecimiento único revelado solo a ti, en un idioma todavía inédito, mostrarás a tus hermanos la indecible sabiduría de tu corazón.
Desde el punto de vista colectivo, tu misión es más concreta: estás aquí para facilitar el camino de otros seres. Quizá sea el de tus hijos, tus empleados, tus amigos, tus clientes… o, a lo mejor, el de otras especies animales y vegetales. En términos generales, hemos venido a servir para lograr que la mayor diversidad posible de formas de vida y de conciencia convivan en armonía sobre la Tierra. Esto es algo que las antiguas tradiciones han sabido desde siempre. El libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, dice2: «En la naturaleza, nada ni nadie sobra». En la tradición africana hay una metáfora que cuenta lo siguiente3: «El clavo sostiene a la herradura, la herradura sostiene al caballo, el caballo sostiene al hombre y el hombre sostiene el mundo». En Oriente, también los hindúes admiten la diferencia y la pluralidad como base de la convivencia4: «La unidad en la diversidad es el orden del universo». Por su parte, los indios de América del Norte afirman5: «Esto es lo que sabemos: en la Tierra todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo». Es razonable pensar que el motivo de nuestra existencia como humanidad consista en estar al servicio del planeta en el que vivimos. Es lógico, pues la Tierra es un ser vivo dotado de conciencia. Es nuestra madre y nuestro hogar y sin ella no podríamos vivir.
Para lograr resultados a nivel personal y ser coherente con tu misión colectiva, te sirves de tus creaciones en diferentes escalas. Cada vez que desarrollas un proyecto con entidad creativa, ayudas a otras personas en la tarea de realizar la misión personal que traen a la vida. Todo lo que haces desde el corazón contribuye en alguna medida a este propósito. La misión que has decidido realizar la llevas a cabo mediante el refinamiento de tu personalidad y el despliegue de determinados atributos. Tú forma de ser y de estar en el mundo, así como las habilidades que utilizas para la vida, cambian con el paso del tiempo. Cuando ya te sientes cómodo en una, inicias un nuevo camino que te conduce a desarrollar otra.
Las virtudes personales que dibujan tu personalidad y los talentos que muestras al mundo son la forma que le das a tu esencia para que pueda expresarse en la materia. Además, todas las situaciones por las que has pasado a lo largo de la vida, incluyendo tu experiencia presente, están relacionadas con tu misión personal y te conducen a ella. De hecho, constituyen «pruebas» por las que de alguna forma necesitas transitar. Nada de lo que nos sucede es casual. Todo responde a un propósito y está en perfecto orden con el universo y con nuestro momento evolutivo. Esto es algo de lo que no siempre somos conscientes, sobre todo si vivimos enfocados en la realidad física y estamos siendo gobernados por el ego. En todo caso, el nombre que des a tu misión es irrelevante. Lo importante es el proceso que estás viviendo ahora y la sabiduría que seas capaz de extraer de tu experiencia.
En estos momentos, la humanidad se encuentra en medio de una encrucijada. A nivel colectivo ya hemos decidido dejar de vivir desde el miedo y estamos comenzando a hacerlo desde el amor. De no haber sido así, ya nos habríamos destruido hace tiempo. Hemos dado el primer paso. Esto implica ponernos al servicio de la Tierra y abandonar la vieja costumbre de esquilmarla. También significa dejar de destruirnos entre nosotros. Estamos aceptando que formamos parte del entramado universal y que la pretensión egocéntrica de dominar la naturaleza es solo una ilusión sin sentido. La decisión de vivir en comunión con el planeta que nos da la vida es muy básica y no se debe solo a una cuestión espiritual. La humanidad entera está despertando a una nueva conciencia, un estado del ser que presenta una raíz biológica e instintiva. En el fondo, es una medida de supervivencia que evitará la extinción de nuestra especie, y buena prueba de ello es el movimiento medioambiental que está barriendo la Tierra como un tsunami y que crece de forma exponencial e imparable.
Sin embargo, aun a pesar de que ya lo hemos decidido, todavía encontramos muchas resistencias. Para disolverlas y entrar en la madurez del corazón, estamos modificando la forma tradicional que tenemos de ver la realidad y de actuar sobre ella. Este es un proceso gradual que tiene su propio ritmo interno. Cada persona necesita su tiempo y su nivel de experiencia. No obstante, los cambios también los estamos experimentando a nivel colectivo. A medida que más individuos se hacen conscientes de sí mismos, los grupos y las comunidades se retroalimentan y se transforman más rápido.
En términos generales yo diría que lo estamos haciendo muy bien. Llevamos mucho tiempo bajo el yugo de un paradigma que se basa en el miedo, la dependencia y la dominación. Tenemos tantas ganas de liberarnos de esta vieja carga que a veces sentimos que las cosas no cambian o que lo hacen a una velocidad muy lenta. En ocasiones, lo que vemos ahí afuera o lo que experimentamos a nivel personal nos conduce a pensar que estamos retrocediendo. Pero es solo una ilusión. Nadie puede detener la evolución y mucho menos si quien ha decidido cambiar es la propia Tierra. De modo que seamos pacientes y vivamos este proceso con cierta perspectiva y objetividad. De esta forma, podremos hacer la transición de forma pacífica y será más sencillo crear una nueva civilización basada en el amor y en la sabiduría.
Estamos aquí para cumplir con una misión de vida. A nivel individual, esta consiste en liberarnos de las resistencias internas que dificultan la realización de nuestros deseos. Desde un punto de vista colectivo, servimos a la Tierra para lograr que la mayor diversidad posible de formas de vida y de conciencia convivan en armonía.
Todas las experiencias que vives se manifiestan en cinco niveles de personalidad: el cuerpo, las emociones, la mente, las relaciones y el espíritu. Cada uno de ellos te aporta una información diferente sobre un mismo aspecto de la vida. Una comida deliciosa, por ejemplo, no solo nutre tu organismo. También te proporciona placer emocional, te estimula mentalmente, te ayuda a relacionarte y colma tu espíritu de gratitud. La mayoría de las personas limitan su experiencia a una o a dos dimensiones. Lo habitual es que se identifiquen con la mente racional y vivan a partir de sus ideas. El resultado es por ello incompleto y, en alguna medida, también conflictivo. Cuando somos capaces de integrar los cinco niveles de la personalidad en una sola experiencia, sucede algo prodigioso: nos reconocemos como seres únicos y, al mismo tiempo, como partes indisociables de una totalidad que nos trasciende. En ese momento nuestra experiencia vital se enriquece y los niveles de felicidad aumentan. ¿Te has preguntado alguna vez lo que significa ser un humano?
Para integrar el espíritu y el ego es necesario que aprendas a mover la conciencia con maestría. En otras palabras, que observes de forma simultánea lo que estás experimentando en cada nivel de personalidad. El cuerpo es la base de la experiencia. Nos habla mediante sensaciones físicas y un sistema interno de equilibrado. Para disponer de salud y vivir en equilibrio, necesitas escucharlo y atender sus necesidades. También es preciso que seas consciente de tus estados de ánimo. Este aspecto es crucial, pues de lo contrario las emociones negativas te «secuestran» y te conducen a reaccionar de forma destructiva.
Asimismo, es imprescindible que controles la mente. Si no lo haces, la razón se pierde en el laberinto de la lógica y, en vez de pensar o razonar, lo que haces es racionalizar. En otras palabras, niegas la intuición y la imaginación como fuentes de conocimiento y te separas de ti mismo. Cuando la mente se extravía, en lugar de ocuparte de crear la realidad que deseas experimentar, fuerzas esta para que se adapte a tus expectativas de logro. Entonces vives en tensión y con frecuencia te dedicas a juzgar o a criticar a los demás, al entorno o a ti mismo. También te preocupas inútilmente, te obsesionas con ideas que ni siquiera son tuyas o te agobias porque las cosas no salen como tú deseas. Esto te conduce a vivir con miedo, a someterte a los demás y a intentar controlar el entorno y a ti mismo.
Además de ser consciente de lo que te sucede a nivel físico, emocional y mental, necesitas aprender a gestionar las relaciones que se presentan en tu vida. En caso contrario, es muy fácil que te hagas dependiente de otras personas, de objetos o de experiencias de distinta naturaleza. Las situaciones de dependencia son muy poco saludables y pueden llegar a ser muy dañinas. Finalmente es preciso que te abras a la transcendencia y te dejes guiar por el alma y el espíritu. Cuando consigues ser consciente de los cinco niveles de personalidad mencionados, entras en comunión con la totalidad del universo, pero no pierdes la noción de ser alguien diferenciado del resto. Entonces te sientes uno y único y vives tu humanidad de manera completa.
La conciencia tiene la propiedad de ser multidimensional, es decir, puede estar en varios sitios al mismo tiempo. Dicha característica es de suma importancia para el desarrollo personal. En la naturaleza, esto es una constante. Las plantas, por ejemplo, extraen la luz solar y la transforman en materia orgánica. De esta forma, logran funcionar tanto a nivel esencial como tridimensional y por eso son capaces de convertir la energía en materia. Esta es la razón por la que son mucho más eficientes que cualquier célula fotoeléctrica creada por el hombre, que se limita a transformar la energía lumínica en eléctrica pero no crea materia6. También sabemos que las aves migratorias, para poder orientarse en sus viajes, perciben simultáneamente la realidad física y los campos magnéticos de la Tierra7.
La encargada de mover la conciencia es la mente. Imagínate que estás viajando por África. Circulas por la selva en un coche alquilado. Está atardeciendo y te faltan doscientos kilómetros para llegar a tu destino. Estás muy emocionado, pues has contratado un safari fotográfico que incluye un viaje en globo, acampar en la sabana y otras actividades interesantes. Al día siguiente tienes que coger un avión muy temprano. De repente se pincha una rueda. Cuando bajas para cambiarla, los sonidos de la selva lo inundan todo. El aullido de los monos, el croar de las ranas, el fragor de millones de insectos…, el ruido es sobrecogedor. Comienzas a reparar la avería. El trabajo es lento porque el gato no funciona muy bien, los tornillos están oxidados y la llave presenta un poco de holgura. A mitad de la faena, escuchas un rugido que te deja paralizado. La alegría de la aventura se mezcla ahora con el miedo a ser atacado. Por si fuera poco, comienza a llover de forma torrencial. Maldices el día en el que se te ocurrió contratar el safari y tu mente viaja al pasado. Te acuerdas de la seguridad de la civilización, de tu casa, de tus hijos… Tu pareja no quería que fueras solo. Antes de salir, os peleasteis y tuvisteis una fuerte discusión.
Mientras cambias la rueda, tu atención se sitúa en el estrépito de la selva, en la necesidad de llegar a tiempo para coger el avión al día siguiente y en una conversación que te advirtió de los peligros de la jungla. Estás en un espacio físico concreto. Sin embargo, tu conciencia se desplaza entre el pasado, el presente y el futuro. Todo sucede de forma sincrónica, es decir, te mueves en distintos planos de realidad de manera simultánea. En cuanto consigues apretar el último tornillo y subes al coche, la sensación de peligro desaparece. Respiras aliviado y vuelves a centrarte en el presente. Accionas la llave y prosigues el viaje.
Ser humano equivale a experimentarnos en comunión con la totalidad sin perder la conciencia de nuestra individualidad.
Si deseamos desarrollar nuestra condición de seres humanos, necesitamos integrar el espíritu con el ego. Este proceso transcurre de forma gradual y nos conduce hacia un mayor equilibrio. Para recorrer este camino utilizamos dos herramientas: la sabiduría y el amor. Más adelante las veremos con detalle. Ahora centrémonos en las cinco dimensiones de la personalidad. Las tres primeras forman el ego, es decir, nuestra individualidad. Aquí tenemos el cuerpo, las emociones y la mente. El ego es de crucial importancia para la vida sobre la Tierra y presenta la particularidad de responder y adaptarse con bastante fidelidad a nuestros deseos de transformación. Dicho de otra forma, tenemos cierto poder sobre nuestra salud física, podemos regular nuestros estados anímicos y estamos capacitados para controlar la mente.
La cuarta dimensión afecta a las relaciones que mantenemos con otros seres, con los objetos y con los fenómenos de la naturaleza. En este nivel la vida es mucho más incierta y se escapa al control racional. El poder que tenemos sobre otros es solo una ilusión de la mente. Nadie tiene la potestad de hacer feliz a otra persona, de salvarla de su desdicha ni de limitar su libertad de conciencia. Puedes encerrar a alguien en una celda de por vida, lavar su cerebro o chantajearlo, pero nunca podrás apropiarte de su alma.
Esta dimensión es por naturaleza paradójica. ¿Por qué razón? El deseo de entrar en comunión con otras personas se opone a la necesidad de preservar nuestras señas de identidad. Por un lado nos gusta estar unidos a los demás, pero de igual forma sentimos la necesidad de separarnos de ellos. Esta aparente contradicción realiza una función muy valiosa: hace de puente entre el espíritu y el ego. ¿Qué significa esto? Las relaciones evidencian tus límites y ponen de manifiesto tus virtudes personales. En ellas se reflejan las conductas «anómalas» que están condicionando tu experiencia. Cuando reaccionas con ira, miedo, soberbia, odio, desconfianza, insatisfacción, etc., lo que haces es proyectar tu malestar sobre los demás. Los otros te permiten ver aquello que has venido a liberar para poder hacer realidad tus sueños. De alguna forma, ponen en evidencia las resistencias que estas oponiendo a la vida y te dan la oportunidad de reconocerlas y transformarlas.
Al mismo tiempo, te abren la puerta para que puedas recordar los aspectos de ti mismo que aún no has incorporado a tu personalidad. Gracias al otro, eres capaz de reconocer los brillos del alma que están gravitando sobre el ego a la espera de ser encarnados. La satisfacción, el valor, la confianza, la perseverancia, la bondad, la libertad, la compasión, la fe… Las virtudes personales que ves en los demás son en realidad reflejos de tu propia grandeza y te dan la oportunidad de reconocer tu valía y de ponerla en práctica. En esta dimensión de personalidad también te relacionas con los seres inmateriales que pueblan el universo. Si no te abres al espíritu, no los puedes reconocer, pero eso no significa que no existan y que no convivan contigo.
El quinto nivel de experiencia es el espiritual. Todos venimos de este plano y volveremos a él después de la muerte. Tú no eres una excepción. En este espacio tienes la conciencia del alma, que es quien realmente experimenta, aprende y continúa el viaje a través de la existencia. A esta dimensión accedes al transcender la realidad física. Cuando accionas esta llave, recibes las intuiciones geniales que iluminan tu mente y eres nutrido por los sentimientos de placer que experimentas como llovidos del cielo. El espíritu se arraiga en ti a través del afecto y la compasión y gracias a él eres capaz de amarte a ti mismo para poder amar a otros. Sin su impulso no existirías y tampoco podrías modificar la percepción que tienes sobre la realidad. El aliento del espíritu es el latido de tu corazón, es tu cuerpo en constante transformación y es tu esencia divina interna «observándote» y guiándote por la vida.
Las tres primeras dimensiones de la personalidad (cuerpo, emociones y mente) forman el ego. La cuarta (relaciones) sirve de puente para que podamos reconocer e integrar el espíritu.
Dos realidades interconectadas
Tradicionalmente hemos considerado que estos dos grandes ámbitos de la vida –el material y el espiritual– son independientes entre sí. La ciencia se ha ocupado de explicar lo que sucede en la dimensión física y la religión ha hecho lo propio con el espíritu. Este intento de separar dos aspectos que están interconectados nos ha alejado de nuestra verdadera esencia. Sin embargo, también nos ha permitido enfocarnos en la realidad física para experimentarla y conocerla a fondo. De esta forma, ahora podemos transcenderla.
En estos momentos, la humanidad está recuperando la espiritualidad de forma colectiva. Cada vez son más las personas que cuestionan los sistemas de creencias y los dogmas religiosos basados en el miedo, la dependencia y la dominación. El resultado es que se sienten libres de experimentar todo aquello que consideran útil para liberarse de su dolor interno y poder así realizar sus más profundos anhelos. Aunque el despertar de la conciencia no sea un movimiento místico, la espiritualidad está cobrando una gran importancia. En Estados Unidos, por ejemplo, meditan ya veinte millones de personas y el yoga es practicado por el ocho por ciento de la población (en España, por el doce por ciento) y estas cifras crecen año tras año8. Todo parece indicar que las personas son cada vez menos religiosas pero más espirituales.
Por otro lado, los nuevos descubrimientos que ha realizado la ciencia están dinamitando las fronteras entre el mundo material y el espiritual. Aunque no sea esa su intención inicial, lo cierto es que está creando un puente entre ambas realidades. En el universo, lo que encontramos es energía que vibra en distintas frecuencias. La materia es la expresión más densa de esa energía. La cuestión es que ambas, materia y energía, no solo no se pueden separar sino que la primera se forma a partir de la segunda. Es una consecuencia, no una causa. La ciencia también ha demostrado que la mente y el sentimiento son capaces de modificar el curso de esa energía que vibra en el espacio.