Kitabı oxu: «Confesor»

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CONFESOR


JOSÉ ALBERTO CALLEJO

CONFESOR

EXLIBRIC

ANTEQUERA 2016

CONFESOR

© José Alberto Callejo

© de la imágenes de cubiertas:

Fotografía: José Luis Gutiérrez | http://jlgfotografo.com

Modelo: Juan José Martín

Maquillaje:Ana Capablanca

Ayudantes: Irene Callejo | Mariana Callejo | Paula Herrera

Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric

Corrección:

Estilo: Celia Santos

Tipográfico: Daniel Gil

Iª edición

© ExLibric, 2016.

Editado por: ExLibric

C.I.F.: B-92.041.839

c/ Cueva de Viera, 2, Local 3

Centro Negocios CADI

29200 ANTEQUERA, Málaga

Teléfono: 952 70 60 04

Fax: 952 84 55 03

Correo electrónico: exlibric@exlibric.com

Internet: www.exlibric.com

Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma.

Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico, reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización previa y por escrito de EXLIBRIC;

su contenido está protegido por la Ley vigente que establece penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica.

ISBN: 978-84-16848-02-7

Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.

JOSÉ ALBERTO CALLEJO

CONFESOR

Índice de contenido

Portada

Título

Copyright

Índice

PRÓLOGO

AGRADECIMIENTOS

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Epílogo

PRÓLOGO

Abordar la creación de una obra literaria es una tarea ingente. Todo escritor se enfrenta a un reto de notables proporciones, y cuando se sumerge en la aventura creativa, es difícil vislumbrar la dimensión del trabajo que tiene por delante. Si además se trata de la primera obra, a veces sorprende que un escritor novel logre resolver de forma airosa esta difícil cruzada.

Confesor es uno de esos casos. No solo plantea un dilema moral interesante, un asunto de actualidad que sorprende por la reacción social que previsiblemente provocaría, sino que además estamos ante una completa novela policíaca, o negra, dependiendo del prisma con que se observe.

Se ha escrito mucho sobre la diferencia entre ambas, y tal vez se ha encontrado la unanimidad en el hecho de que la novela policíaca necesita para ser tal un crimen cuyo autor es desconocido, y un detective que trata de descubrir al culpable. Y ello a través de unos personajes que casi siempre se enmarcan en un escenario estático en cuanto a la conducta de los mismos. Sin embargo, la novela negra proporciona una mirada más profunda al mundo de la criminalidad y la delincuencia. Este subgénero narrativo ha alcanzado cotas muy significativas en las últimas décadas, porque indaga en la contextualización humana y social del hecho criminal, al tiempo que permite dibujar personajes realistas, con matices, dudas y contradicciones.

Por tanto, circunscribir la obra de José Alberto Callejo al género policial, o incluso hablar de ella como una novela negra, sería quedarse corto. Desde luego, se ve el deseo del autor de cumplir fielmente con la labor de documentarse, de no fallar en el principio básico de dibujar a fondo los perfiles de los personajes, sus conductas, su modo de proceder. Confesor es una obra en la que la mayoría de los protagonistas son guardias civiles, con sus jerarquías, sus procedimientos, y todos son creíbles y sirven al propósito de la novela.

Sin duda, el protagonista principal es el que proporciona el nombre a la obra, el Confesor, y es precisamente este personaje el que permite al autor dotarla de una vertiente distinta, muy actual, que le hace superar la barrera de lo policial o negro, hasta alcanzar las cotas propias del libro de intriga. Y por todo ello, más allá de la barrera imprecisa entre géneros, surgen en el mercado literario de vez en cuando híbridos interesantes, que consiguen que los lectores se entreguen a su lectura. Este es nuestro caso, porque José Alberto Callejo ha conseguido que todos los elementos de la obra estén subordinadas a un fin: que el lector lo pase bien, y no solo por la trama oscura de hechos inauditos, sino sobre todo por la crítica social que encierra, o bien el dilema, porque a todos los lectores les resultará difícil discernir si estamos ante un Confesor héroe o más bien ante un Confesor villano. Incluso nos hará preguntarnos si haríamos lo mismo, o al menos si lo aprobaríamos, si la conducta de alguien que somete a su particular interrogatorio a criminales reconocidos a los cuales la justicia tiene problemas para poner entre rejas, es reprobable, o tal vez digna de vítores.

La novela despliega su contenido a través de una estructura narrativa lineal, de corte casi cinematográfico, y ello contribuye a que el lector conforme su propia idea, saque sus propias conclusiones. Y además, lo hace de una forma sugerente, llevando al lector en volandas hacia el final, tirando de él en cada capítulo.

En definitiva, estamos ante la obra de un autor que, a través de este debut literario, de esta novela creíble y actual, nos hace pensar que va a continuar escribiendo, creando historias y entreteniéndonos.

Póngase cómodo y prepárese para entrar en un apasionante libro.

MIGUEL RUIZ MONTAÑEZ*

* Miguel Ruiz Montañez es autor de: “La Tumba de Colón”, “El Papa Mago” y recientemente de “El país de los Espíritus”. Sus novelas han sido traducidas a más de 10 idiomas.

AGRADECIMIENTOS

Disculpas a los lectores…

Es mi primera novela y como en todo en la vida, también puede ser la última. Espero que entiendan que los agradecimientos serán largos. Así que, siéntanse en la libertad de pasar pagina desde este mismo instante.

Mi principal agradecimiento, en general, es para ese mundo extraordinario que se encuentra dentro de los libros y el cine; fue lo que me animó a escribir historias.

El resto de los agradecimientos son casi por orden cronológico…

A mi padre, por todo lo que se esmeró en darme y enseñarme; pero sobre todo, por darse cuenta de que la única forma de introducir en la lectura a un alma rebelde como la mía, era a través del Selecciones de Reader´s Digest. Él encontró el único camino posible para que me interesara por leer, cuando era un adolescente.

A mi madre, por todo; especialmente por guiarme hacia otro mundo extraordinario y diferente en la lectura: las enciclopedias. Nunca se rindió en su esfuerzo porque yo leyera algo. Y siempre, siempre, nos empujó a mis hermanos y a mí, a leer y estudiar más, sin rendirse en su empeño.

A mis 3 hermanos por ser una parte muy importante de esta preciosa aventura que es la vida. Especialmente porque me enseñaron, sin ellos saberlo, el valor de amar a aquellos que son de tu sangre y la fuerza tan grande que esto tiene. ¡¡Gracias Mary Carmen, Carlos y Oscar!! Son únicos.

A Selecciones de Reader´s Digest, por mostrarme un mundo increíble a través de sus micro-­‐ historias y artículos con temas sorprendentes. He alimentado mi imaginación en miles de sus páginas; todos los meses, durante casi tres décadas.

A George Lucas y Steven Spielberg por volverme adicto al cine y por mostrarme lo que se puede hacer cuando exprimes tu imaginación.

A Mario Puzo, por escribir la novela y a Francis Ford Coppola por crear la película, de la historia que más ha marcado mi vida, “ El Padrino”.

A Thomas Harris, por “El Silencio de los Corderos”, y a su Director Jonathan Demme; por escribir y dirigir la historia que más me ha motivado a escribir y uno de mis libros favoritos.

A todos los cabrones que me asaltaron en cuatro diferentes ocasiones, dos de ellas con mucha violencia. Gracias por sacar a flote el odio y los sentimientos de venganza mas oscuros que habitaban en mi alma. Especialmente al que me puso la pistola en el corazón con el gatillo recortado y listo para disparar. Por su culpa, vi la muerte cara a cara, lo más cercano posible. Gracias porque me infundiste unas ganas enormes de hacer justica con mano dura, sin andarme con rodeos, sin temor a desear el sufrimiento de los delincuentes que me arrebataron algo más que dinero y joyas.

A Samuel Johnson, por mostrarme un camino más recto y frió, “La venganza es un acto de pasión, la revancha de justicia”.

A José Luis Segón y a los hermanos Julio y Javier Hernández, que fueron los que me insistieron desde hace muchos años, en mi juventud, para que me animara a escribir todas aquellas historias que alguna vez les comenté, entre copa y copa. Son las tres personas que más quiero, que no son de mi sangre.

A Arturo Pérez-­‐Reverte, por darme, a través de sus escritos, los argumentos para sentirme cómodo con mis sentimientos de venganza; pero sobre todo, por enseñarme a no sentirme culpable por tenerlos. Igualmente por su estilo de escritura, con tanta fuerza.

A Juan Manuel de Prada, por enseñarme los conceptos mas rectos de justica, desde la perspectiva de la moral y de los valores universales, vistos desde un prisma más simple y llano. Igualmente por su estilo, siempre con una venda en los ojos, como debería de ser la justica: ciega e imparcial.

A Carlos Herrera, por mostrarme el camino directo para decir las cosas sin cortapisas, sin importar el foro en el que te encuentres, sin lamentaciones, ni arrepentimientos, haciendo a un lado lo que es política y socialmente correcto para decir lo que realmente siente uno.

A las periodistas Ángels Barceló, Pepa Bueno, Isabel Gemio, Gemma Nierga y Julia Otero, porque de su indignación ante ciertos delitos, se alimentaron mis más crudos sentimientos de justicia.

A Lorenzo Silva, por iniciarme en el mundo interno de la Guardia Civil a través de sus historias y de los extraordinarios personajes que ha plasmado; un mundo que para mi era desconocido, como mexicano que soy.

A todos los grandes escritores iberoamericanos, con lo que descubrí que la magia también se escribe con eñe. Porque nombrarlos sería interminable. Aunque quiero agradecer especialmente a Laura Esquivel, por su novela “Como agua para chocolate”, me marcó para siempre.

A Ana Sanz-­‐Magallón, por su libro “Cuéntalo bien”, que fue el detonante para que me lanzara de una vez por todas al mundo de contar historias. Por hacerme sentir cómodo utilizando el lenguaje llano y especialmente por enseñarme que: si pones a unos chicos a tocar la zambomba al final de un gran concierto, como el de los Rolling Stones, esos chicos deben de ser mucho mejores que los artistas principales (El Epilogo). ¡¡Gracias!! Tu libro ha sido mi mas fiel aliado.

A todos los escritores que han dedicado su tiempo y experiencia para escribir libros de creación literaria; que te enseñan y orientan en el complicado mundo de contar historia. Sin ellos no hubiera podido escribir nada en condiciones. Sin ellos, no habría escritores autodidactas como yo.

A Rafael Caumel Daza, por enseñarme los beneficios de orientar correctamente mis sentimientos de venganza hacia la tinta y el papel. Igualmente, por enseñarme el uso de herramientas de escritura más adecuadas para mí, en el momento más conflictivo que tuve como escritor: justo a media novela escrita. También por saber entrar en la mente de cada alumno, para sacar la mejor parte de todos nosotros.

A mis hijas Irene y Mariana, por apoyarme en todo lo que inicio, pero especialmente por regalarme mucho del tiempo que debería dedicarles por las noches y los fines de semana; tiempo que necesité para escribir esta historia, que me tomó casi 5 años. ¡¡Las adoro!!

A mis cuñadas, Ingrid Saldaña y Mashy Moguel, por apoyarme en todo lo que hago, por creer en mis ideas y aplaudir mis locuras. Pero sobre todo por escucharme y por su inmenso cariño.

A las personas que me orientaron, con sus opiniones más objetivas en esta primera aventura editorial. A los que yo llamo “mis segundos lectores”: Silvia Hernández Fernández, Natividad Bonill Jiménez, Rafael Moreno Reyes y Federico Jiménez Frasca.

A José Luis Gutiérrez, FOTÓGRAFO, así con mayúsculas, como el enorme trabajo que siempre ha realizado, cada vez que le he solicitado que participe en algún proyecto conmigo. Como en la portada de esta novela.

A Ricardo Sánchez, porque cada vez que lo llamo, siempre esta ahí, para colaborar en todo lo que puede, poniendo su mejor esfuerzo como el gran profesional que es.

Como mención especial, gracias a la escritora Celia Santos, porque además de corregir mi estilo, me corrigió el talante, modificando mi escritura en algo más cercano, sin perder la esencia de lo que cuento. Además, por su inagotable paciencia.

A todos los elementos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional de Málaga, especialmente a los de la Dirección General de la Guardia Civil de Madrid, por resolver todas mis dudas y por brindarme toda la información que podían darme. Especialmente a Juan Antonio O´Donnell el primer lector de esos cuerpos de seguridad, que tuvo esta novela; por orientarme desde su formación profesional e indicarme algunos protocolos existentes entre ambas instituciones.

Igualmente al escritor y amigo Miguel Ruiz Montañez, que fue quien con sus sabios consejos y apoyo me introdujo en el mundo literario. En especial por ser quien más me ha orientado en esta nueva aventura de contar historias y poder plasmarlas sobre tinta y papel. ¡¡Muchas Gracias!!

Por último, a la persona más importante de mi vida; mi primera lectora, mi más dura crítica, mi compañera de vida, mi amiga, la madre de mis hijas, mi paño de lágrimas, mi confesora de histerias y de historias, mi cómplice de locuras y socia de millones de risas: Irene Garrido Lomeña. Gracias por todo y por tanto. No tengo que ponerlo por escrito, sabes bien todo lo que significas para mí, desde el primer día que te vi.

En fin, que el resumen de una parte de mi vida a lado de todos ustedes: familia, conocidos, amigos, amistades profesionales, personas desconocidas y famosas a las que admiro por su trabajo e imaginación; son en buena medida responsables de que yo escriba historias, en especial, de esta primera novela. Y en su caso, también de las que vengan…

Gracias de corazón, de ese corazón que por suerte, no consiguió apagar una bala.

José Alberto Callejo Silva


“Todo Santo tiene un pasado

y todo Pecador tiene un futuro”


Oscar Wilde

1

Lunes 7 de septiembre, 09:28 horas.

Dirección General de la Guardia Civil

Acceso principal; puerta de la calle Guzmán el Bueno

Madrid

La alarma del escáner de alta seguridad que analizaba la correspondencia y paquetería comenzó a pitar de forma intermitente. El tono estridente y profundo era similar al de las alarmas militares previas a un bombardeo. Segundos después, en la parte superior de la estructura, se iluminó una pequeña luz de aviso giratoria de color rojo.

La pantalla del ordenador se bloqueó congelando la última imagen del paquete sospechoso. Un mensaje sobre fondo negro en letras amarillas empezó a parpadear:

¡Peligro, posibilidad de explosión!

Todos los civiles que estaban en la recepción se quedaron petrificados cuando se activó la alarma. Aquellos instantes se hicieron larguísimos para las doce personas que se encontraban allí. Pocos movimientos, solo cruces de miradas de terror. Cuando por fin reaccionaron, salieron corriendo despavoridos.

Uno de los tres guardias civiles que estaban al frente de la oficina activó la alarma general del recinto y salió apresuradamente a la calle. Debía evitar que nadie accediera por esa puerta.

El segundo guardia se aseguró de que no hubiera quedado nadie en el patio interior. El tercero se lanzó a detener al mensajero que había colocado el paquete en el escáner y que había salido corriendo al activarse la alarma. Este no opuso resistencia, de hecho se entregó en cuanto escuchó a sus espaldas la orden de detenerse; por el rabillo del ojo había visto cómo el agente se dirigía corriendo hacia él.

Cerca de quinientos guardias civiles abandonaron su puesto de trabajo y comenzaron a desalojar el cuartel por las cuatro puertas de emergencia. El miedo se podía oler en el aire. Ríos de personas surgían de cada pasillo en dirección a las salidas de emergencia. La mayoría lo hacía con rapidez pero con el debido orden y sin agolparse. Se notaba la disciplina que deja la formación policial y militar. Hubo pocos casos de pánico durante el desalojo. Solo dos mujeres muy jóvenes y un guardia civil retirado que tuvieron que ser auxiliados por sus compañeros debido a un ataque de ansiedad.

Una vez fuera del recinto, el caos se extendió a las calles colindantes, invadidas por aquel medio millar de personas, más el desconcierto del resto de los peatones que pasaban a esa hora por aquella zona.

En pocos minutos se puso en marcha el protocolo de seguridad para que acudiera un equipo del tedax.[1] No tardaron ni diez minutos en llegar con todo lo necesario para desactivar o explosionar el paquete bomba.

Después de valorar la situación, el coordinador del equipo de artificieros dio la orden de no desalojar los otros edificios del recinto, de momento. Por el tamaño del paquete dedujeron que no podría provocar daños graves en el resto de las instalaciones, aunque fuera un explosivo potente, ya que existe una distancia considerable entre los edificios. Sin embargo pidieron que todo el mundo estuviera atento a nuevas órdenes.

El edificio principal y el contiguo ya estaban vacíos. Los artificieros esperaron cinco minutos más a que un par de agentes de apoyo se asegurasen de que no quedaba nadie dentro. Mientras tanto, los tedax comenzaron a planear la ubicación de los artefactos antiexplosivos.

Era la segunda vez que recibían un paquete bomba en dos semanas. El primero, que llevaba muy poca cantidad de material explosivo, había detonado dentro del escáner, hiriendo de forma leve a uno de los guardias de turno y dañando seriamente la valiosa máquina. Aun así, no estaban totalmente seguros del alcance de aquel nuevo envío, hasta no verificar el tipo de explosivo que contenía la caja.

Quince minutos después, las calles que rodeaban el recinto quedaron cerradas al paso por una veintena de patrullas de la Policía Nacional y de la misma Guardia Civil.

Siendo lunes y a esa hora de la mañana, las calles colindantes estaban muy concurridas ya que en esa zona se encuentran la Agencia Estatal de Administración Tributaria, un edificio de Loterías y Apuestas del Estado, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación, un estudio de la televisión pública y la Gerencia del Catastro. Cerca de veinte mil personas trabajando en solo cien metros a la redonda, lo cual contribuyó a generar más caos.

Un equipo de cuatro artificieros, ayudados por tres guardias civiles, comenzó a precintar rápidamente con una cinta roja un perímetro de diez metros desde la entrada principal. A continuación colocaron un segundo precinto a veinte metros de distancia con una cinta amarilla. Los tres agentes controlaban el acceso ya que solo los artificieros podrían acceder a la zona roja. El resto de oficiales debía permanecer en la zona amarilla.

En la entrada principal el silencio era aplastante. Solo se escuchaba el ligero murmullo de la multitud que se alejaba para resguardarse en el parque Santander, el zumbido de los helicópteros que se acercaban a la zona y alguna orden corta a través de un walkie.

Todo el personal estaba a la expectativa de lo que iba suceder.

1 Artificieros del servicio de desactivación de explosivos. Expertos en desactivación de bombas y artefactos explosivos que se encuentran de guardia permanente en uno de los edificios contiguos.

8,93 ₼

Janr və etiketlər

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0+
Həcm:
464 səh. 7 illustrasiyalar
ISBN:
9788416848027
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Bookwire
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