Arriva Italia

Mesaj mə
Müəllif:
0
Rəylər
Fraqment oxumaq
Oxunmuşu qeyd etmək
Arriva Italia
Şrift:Daha az АаDaha çox Аа

ARRIVA ITALIA

GLORIA Y MISERIA DE LA NACIÓN QUE SOÑÓ CICLISMO

Marcos Pereda


© Marcos Pereda Herrera 2015 y 2021, del texto original.

© Libros de Ruta Ediciones, S.L., 2021.

Gordoniz 47B-bajo

48012 Bilbao

info@librosderuta.com

www.librosderuta.com

Primera edición: junio 2021

Edición: Eneko Garate Iturralde

Diseño portada y maquetación: Amagoia Rekero García

Ilustración portada: Alberto Aragón – LOCAL ESTUDIO

Foto autor: © Gema Rodrigo

ISBN: 978-84-122776-6-1

eISBN: 978-84-122776-7-8

Depósito legal: BI-850-2021

Impreso en España por Leitzaran Grafikak

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

CON LA VERSIÓN IMPRESA, GRATIS VERSIÓN DIGITAL DEL LIBRO.

Si ha comprado este libro y quiere disponer también del mismo en formato digital, escriba su nombre y apellidos en la primera página con bolígrafo o rotulador. Saque luego una foto de dicha página y envíela a info@librosderuta.com. Una vez recibamos su email con la foto, le enviaremos la versión digital del libro a su dirección de correo electrónico.

ÍNDICE

Prólogo a la nueva edición

Arriva Italia

Prólogo

El país que respira ciclismo

Los antecesores: Bottecchia y Binda

Cuando Bartali fue el ciclista del Duce

Arriva Coppi

Un Schindler a pedales

La Odisea de Fausto

El tercer hombre

El Giro del Renacimiento

Pedaleando para evitar una guerra

Un uomo solo é al comando…

Heridas abiertas

El más bello campeón

La Italia del Giro de Italia

Muere un ciclista, nace un mito

Heridas que se cierran

Más Arriva Italia

Empezando un sueño

Il più duro di tutti

La leyenda de Alfonsina Strada

Un monstruo viene a verme

Iker Jiménez, un belga y un loco

Qué puto frío, oye

El Mortirolo es un asunto de calvos

Tantas cuentas pendientes

Una forma de pedir perdón (sobre tierra)

Dramatis personae

Palmarés

Bibliografía

PRÓLOGO A LA NUEVA EDICIÓN

Todo empezó en una fiesta con Yola Berrocal.

No, no, espera…

Todo empezó en una fiesta donde estaba Yola Berrocal.

Sí, así mejor, que lo otro provoca equívocos.

Ya ven, los caminos de la literatura (o lo que coño sea esto) son inescrutables.

En aquel tiempo yo colaboraba con un programa de radio local. Poca cosa, apenas pildorillas muy breves sobre Historia de Cantabria. Pero vamos, sentido del humor. Hicimos relatos bastante chulos, creo, y me lo pasaba muy bien, porque si no me lo paso muy bien pues el asunto no funciona. En fin, ese no es el tema.

Sucede que un locutor de la cadena cumplía años, y programó fiestón por todo lo alto. Bueno, a ver, por todo lo alto de provincias (no había jugadores del Madrid ni duquesas), pero tenía su punto. O puntito, ya que hablamos de bicis. Yo, de natural tímido, me presenté en aquella sala de fiestas pelín apocado, para qué engañarnos. Digamos que el ambiente no ayudaba. Como la gente de la radio conoce a un montón de peña, pululaban por la zona algunos cuerpos extraños (extraños quiere decir de gimnasio) que provocaban cierta expectación y que yo no conocía de nada. No me miren de esa forma, no es esnobismo, es que algunos asuntos me aburren… En fin, pues eso… personajes de Gran Hermano, de Supervivientes, de… de ese tono. Saber y Ganar no lo había pisado ninguno, oigan. También estaba Yola Berrocal (a esta sí la reconocí) que es una mozuca muy alta y con un cutis que brillaba cual platito recién comprado. Como la zona donde estábamos es objetivo habitual de botellones y similares pronto se corrió la voz, y hordas de adolescentes subían a vallas y muros para ver famosos. Un grupo de quinceañeras gritando hasta consiguió colarse, para solaz de quienes vemos la vida desde un punto de vista irónico. Lo juro. Unas risas. Rarísimo.

A lo que íbamos…

Allí empecé a charlar con otro colaborador, muchachote muy simpático al que no conocía porque iba a la radio los jueves (yo pasaba cada martes). Hola, qué tal, pues nada, aquí, qué bebes, té rojo con gingseng. Ese tono. En un momento dado cada uno comentó sus últimos proyectos. Yo he hecho esto, yo hago aquello. Hace poco escribí una serie de artículos. Sobre Italia, sí. Coppi y Bartali, sí, explicando un poco la historia a través de las bicis. Anda, pues yo tengo un amigo… esto es… qué casualidad… mi amigo comentaba el otro día que manejaba lo de Bartali y le gustaría sacar un libro con ello. ¿Cómo? ¿No te lo dije? Es que mi amigo es editor.

Y así, queridos lectores, es como se hacen negocios…

Dos días más tarde me tomé un café con Javier Granda y hablamos a grandes rasgos de lo que acabaría siendo Arriva Italia.Quede por escrito mi agradecimiento. Cero directrices, cero prohibiciones. Plazos de entrega un poco justos, por aquello de llegar para Navidades, pero en fin… peores cosas hemos hecho.

Arriva Italia era mi debut en esto, y fue, sobre todo, algo muy divertido. Me permitió conocer gente encantadora (a Carlos, a Natalia, a Jose, a tantos), hacer presentaciones y reírme unos buenos ratos. También contar chorradas en algunas entrevistas, que siempre es cosa de agradecer. Pero aquello pasó. Y, poco a poco, Arriva Italia fue quedando en el olvido. O, para entendernos, empezó a no resultar fácil encontrar ejemplares.

No voy a decir que la obra tornase en libro maldito, uno de esos «casi incunables» que todo el mundo busca. Qué va. Pero sí de vez en cuando, alguien te comentaba. En redes sociales, cuando hablabas de otros titulillos. Oye, y dónde podría comprar… Incluso llegué a ver precios de locos en tiendas online. Putos golfos. Ojalá se lo coman con patatas…

Vamos, que la idea de reeaditarlo me seducía. Y parece que a Eneko Garate, el editor de Libros de Ruta (segundo editor al que agradezco aquí, no se vayan a acostumbrar) también. Como nos llevamos fenomenal lo hablamos abiertamente. Como no tenemos luces decidimos ir para adelante.

Ahora bien… cómo meterle mano al texto antiguo. Hagan una prueba… miren una foto suya de hace un lustro o más. Seguro que se ven horribles, ¿no? Cuando no es el pelo son las ropas. O el maquillaje. O la (falta de) apostura. En fin, que se reconocen en imagen, pero, a la vez, no creen que ese sea totalmente su yo de ahora. Pues bien, con los libros pasa algo así. Solo que jode más. Bueno, igual a Bárbara Rey le jode más lo de las fotos (no, esas en las que están ustedes pensando no… las de nuestro ejemplo) pero a mí me escuece el tema literario. Releo Arriva Italia y, a ratos, me gustaría coger a mi yo de entonces y darle un par de bofetones. Zarandearlo, gritarle en la cara. Cursi. Grandilocuente. Epiquérrimo. Cosas así, pero con cariño, que hay confianza. Defectos que se curan con los años, la mayoría. Ojo, también encuentro hallazgos en el texto, ¿eh? La estructura general me sigue gustando, y hay algunas imágenes muy poderosas. Pero siempre tendemos a fijarnos en lo negativo. Al menos yo.

 

Así que… ¿cómo afrontar esto? La reedición, digo. Pues muy fácil: siendo honestos. Honestos conmigo, con el tipo de hace un lustro y con los lectores. Reeditas… pues reeditas. No he tocado nada al libro. A ver, alguna cosa sí. Erratas (ese SestriereS), repeticiones de palabras y esquemas, mover algunos signos de puntuación… Pero, por lo demás… idéntico. Es, en esencia, Arriva Italia. No la actualización de Arriva Italia, versión 2021, no. Arriva Italia. Y creo que está mejor así.

Ahora bien, tampoco quería que el libro fuese idéntico. No. Sé que algunos de los que tienen Arriva Italia en sus estanterías del Ikea (esas blancas que aparecen en las videollamadas) volverán a comprarlo. Por curiosidad, por amistad, por fetichismo. Qué importa. El caso es que, pensaba, era justo darles algo más a esa amable gente que se gasta su dinero para hacerme inmensamente rico. Un suplemento. Qué menos, ¿no? Ampliar el libro. No en su esencia (insisto, aquí está todo el antiguo Arriva Italia) sino expandirlo. Se me ocurrió escoger una etapa de cada década que no tocamos en el texto original y meterme con ella. Narración propia. Particular. Posmoderna. De esa forma podía hacer que la obra llegase casi hasta la actualidad. Y, más importante, me permitía dialogar conmigo mismo. Los capítulos nuevos tienen un estilo, un ritmo, muy diferente a los clásicos. Ni mejor ni peor… diferente. Ha sido divertido, un poco como entrar en la casa de los espejos y verte distorsionado. Creo que el resultado tiene su atractivo precisamente por lo heterogéneo. Ahora ustedes dirán.

Ah, en cuanto al dramatis personae… vi esta idea en la obra de Julen Gabiria Desde lo alto se ve el mar (está publicada por esta misma casa y es una auténtica preciosidad, así que corran a leerla si aún no lo han hecho). Me gustó mucho, y pensé que podría hacer algo parecido con Arriva Italia. Presentar a personajes reales de la forma más absolutamente golfa que usted imaginar pueda. Gracias Julen. Si tienen algún problema con ello, sepan que el resultado es solo responsabilidad mía…

En fin, que no les pego más la trisca (esto de pegar la trisca es una expresión muy cántabra). Ustedes han venido a leer. A leer lo viejo y lo de ahora. Les dejo con ello. Ojalá este (no tan) nuevo Arriva Italia pueda sonreír tanto como lo hizo el anterior…

ARRIVA ITALIA

PRÓLOGO

Ya vienen, ya vienen. Allí, a lo lejos, ¿no lo ves? Sí, hombre, sí, es esa nube de polvo. Pues claro. ¿Allí? ¿Aquello? ¿Cómo van a ser aquello los ciclistas, esa nube de polvo tan grande? Pero si parecen tanques. Y mira lo rápido que vienen. Que sí, que sí, que lo son, te lo digo yo. ¿Ves? Se van acercando. Pues es verdad, ya vienen, ya vienen, voy a avisar a los demás. Vamos, vamos, que os lo perdéis, ya llegan, ya llegan los ciclistas. Es increíble, qué velocidad llevan, mucho más que a caballo, ¿eh? Pues claro, si yo mismo competí cuando joven y tan rápido como ellos era, un Bartali podría haber llegado a ser, pero la guerra… ay, la guerra. Tú qué vas a haber competido, míralos a ellos, ayer salía en la Gazzetta una foto de Coppi y estaba flaco como un pajarillo, ese no pesa más que un saco de trigo, y tú… tú parece que te hayas comido veinte hogazas hoy mismo. Claro, pero es que te hablo de antes. De antes. De antes. Ya vienen, ya vienen. Qué emoción, y qué estruendo. Bocinas, ruido de motor, parece mentira, no había escuchado jamás tanta algarabía. Que ya vienen, que llegan. Vamos, vamos, vai Coppi, vai Bartali, vai Fiorenzo, vai Carrea. ¿Los has visto, los viste? Creo que pude ver a Coppi, estaba más o menos por la mitad del grupo. Y cómo supiste que era él. Pues por el maillot azul, hombre, cómo iba a ser. Ya, pero ese también lo lleva Carrea. Sí, pero como monta Coppi en la bici no lo hace nadie. Eso es verdad. Ahí vienen más, míralos, van descolgados. Es el Mala, el Malabrocca. Vai Luigi, vai,los tienes ahí delante, casi los has cogido. ¿Te has fijado en que iba riéndose? Sí, a estos fue más fácil verlos, marchaban mucho más despacio. Es cosa grande, lo del Giro, ¿verdad? Muy grande, sí. Y tú, ¿quién crees que ganará? Yo creo que este año no se le escapa a Gino. Pero, ¿cómo? ¿No te das cuenta de que Coppi viene más fuerte que nunca, de que ha conquistado ya la Milán-San Remo?, él es el futuro. Hazme caso, es de Gino. Que te digo que no…

Ya vienen, ya vienen, ¿los ves? Sí, allí a lo lejos, vienen desde la zona del Etna. Que llegan, que llegan, llama a los otros, a los de los olivos, a los que están con el trigo. Llámalos, que hoy el patrón ha dicho que podemos tomarnos un descanso mientras pasa la carrera, que podemos verla. Eso sí, tenemos que quedarnos después un rato más, para recuperar el tiempo. Ya vienen, es increíble lo rápido que van, ¿no? Qué va, si por esas mismas carreteras vi yo una vez huir a Salvatore Giuliano y algunos de los suyos montados en un coche y esos sí que iban rápidos. ¿Tú viste a Salvatore? Sí lo vi, hasta un día pasó por casa, era moreno, muy moreno, y siempre estaba sonriendo. Y regaló a mi madre unas monedas, recuerdo que lo hizo así, le puso una pequeña bolsa en las manos y le dijo, tome señora, para los niños. Eso hizo. Tú qué vas a haber visto a Giuliano. Sssshhhh, callad, no se mienta el nombre. Ya vienen, ya vienen. Este año la carrera no se le escapa a Coppi. Pues a mí me gusta Magni. ¿Ese? Ese es un calvo suertudo, no fastidies. Ya llegan. Fiiiiiuuuuuu. ¿Lo viste? Sí, qué rápido iban. Y cuantos colores. Ha sido como un arcoíris que se desboca. Sí, eso mismo.

Que ya llegan, que ya llegan, qué haces que no bajas. Pero deja todo eso, hombre, déjalo, que llegan los ciclistas, ¿no los ves, allá a lo lejos? Dicen que ayer el Vesubio volvió a soltar humo, ¿no? Sí, pero parece que no será nada, cuenta mi madre que cuando el Vesubio se pone realmente travieso le decía su abuela que el aire se pone así, como más denso, y que casi se puede masticar, y que esta vez no pasará nada porque está el aire fresco y transparente. Sí, eso es verdad. Parece que llega escapado Bartali. ¿Bartali? ¿Y eso como lo sabes? Pues porque lo he escuchado por la radio. La radio, la radio, qué sabrá la radio. Mira, mira, por ahí viene, es un pequeño grupo. Qué rápido van. ¿Ves, ves? Era Bartali. ¿Bartali, quién? Sí, hombre, el de la camisa verde, el que llevaba una gorra para atrás. Yo no he visto ninguna camisa, ese no era Bartali. Tú lo que pasa es que eres muy de Coppi.

Que vienen, que vienen. Tranquilo, hombre, si por aquí pasan a toda velocidad, pero luego tienen que acercarse a la Piazza. ¿Cómo, a San Pedro? Sí, me han dicho que les va a bendecir el Santo Padre. ¿El Papa? ¿Y qué tiene que ver el Papa con el Giro de Italia? Hombre, dicen que si es íntimo amigo de Bartali, ¿no? Igual es por eso. ¿Tú crees? Sí. Y, a ver, quién te lo ha dicho a ti, ¿eh?, quién. Pues un amigo mío que trabaja en el Vaticano. ¿Que trabaja? Bueno, que estuvo el otro día allí, pidiendo algo para poder comer. Ah, eso sí. Ya llegan, ¿ves? Viene primero un pequeño grupo y luego todos los buenos. Dicen que por ahí, a lo lejos, han tenido que desviarse porque la carretera estaba llena de agujeros. ¿De obuses? Eso cuentan. Son tiempos duros, sí. Ahí están, ahí están. Vai Coppi, vai Bartali.

Ya vienen, ya vienen, vamos, no te retrases. Por el mismo Cristo Nuestro Señor, no te retrases. Pero vamos, deja eso. Amén. Que no les vamos a ver, qué estabas haciendo. Pero, ¿cómo voy a dejar de rezar el Santo Rosario? ¿El Rosario? Pero que llegan los ciclistas, ¿no te das cuenta? Está bien, vamos para allá. Oye, ¿y tú quién crees que ganará este año? ¿Este año? Coppi, es el mejor con mucha diferencia. Pero, ¿cómo que Coppi? Pero si tú eres un sacerdote, tú tienes que ir con Bartali. Y eso ¿por qué, vamos a ver? Pues porque Bartali es Gino el Piadoso, es el amigo del Papa, es el hombre de Acción Católica, el que va a misa todos los domingos. ¿Y Coppi no va a misa? Qué va a ir ese… bueno, igual va, pero no con la misma devoción. No importa, este año ganará Coppi. Vamos, tú tienes que ser de Bartali. Que no, que te digo que no… Bartali es un gran campeón, es fuerte, duro, rocoso, pero Coppi… Coppi es…… algo especial cuando pedalea. ¿Algo divino? No blasfemes, te pido por favor que no blasfemes. Allí vienen. Vai Coppi, vai. Vamos, vamos, al final te acabarás hincando de rodillas…

Vamos a verlos, ¿no? Vamos, que llegan. No me metas prisa, hombre, si yo ya lo he visto todo, ¿no te he contado que estuve aquí en 1946, cuando lo de Giordano Cottur y los americanos? Pues claro que me lo has contado, y tampoco hace tanto de eso, y además a Giordano yo le conozco mejor, que hasta he salido a entrenar con él alguna vez. Aquello sí que fue importante, deberías haber estado allí, qué cantidad de gente… Dicen que este año viene fuerte Magni. ¿Qué? Que llega fuerte Fiorenzo Magni, que podría ganar. No digas tonterías. Ya vienen, ya vienen. Luego te explico dos o tres cosas sobre ciclismo.

¿Los ves, los ves? Ha merecido la pena subir hasta aquí, no me digas que no, así los puedes ver un montón de rato, en todas esas curvas enlazadas. Y además mira qué paisajes, la grandiosidad de los Dolomitas, el Rifugio Pordoi allá arriba, sí, sí que ha merecido la pena, aunque hayamos tenido que darnos un calentón por estas pendientes, ¿verdad? Ya llegan, ya llegan, mira, creo que es Coppi, sí, es Coppi, veo su maglia rosa. ¿Y Bartali, dónde estará Bartali? Míralo, anda un par de curvas más abajo, lo ves, es el que va de verde, allí, a lo lejos. Van solos, los dos van solos. Pues claro, niño, quién quieres que aguante la pedalada de esos dioses, quién. Ya vienen, ya vienen.

¿Vienen o no vienen? Porque nos estamos quedando helados, a quién se le ocurre venirse hoy al Bondone, con lo bien que podíamos haberles visto en Trento, y no aquí arriba, con toda esta nieve, y este frío que nos acabará matando. ¿Sabes algo de cómo va la carrera? Nada, la radio no funciona, y por aquí no pasa un coche desde hace un rato. Pues ya ves, lo mismo hasta han suspendido la etapa y tenemos que bajarnos a casita sin ver ni un solo corredor, y eso ya sí que sería… Mira, mira, ¿ves allá abajo? Parece que suben autos, y por lo despacio que van deben de ir con una bici. Menuda vista tienes, distinguiendo detalles con esta nevada. Espera, espera y verás. Tú quién crees que puede ser. Ni idea, yo desde que Coppi y Bartali no andan he dejado el ciclismo de lado, ahora lo mismo me da uno que otro. Hombre tampoco es eso. Que sí, tú no lo puedes comprender, porque eras muy joven, pero aquello fue totalmente diferente, auténticas multitudes en las carreteras, la carrera abriendo todos los periódicos, la gente totalmente dividida, con respeto, sí, pero con fiereza, que si eras de Coppi parecía que tenías que juntarte siempre en las tabernas con cuadrillas de aficionados de Coppi, y si eras de Bartali lo mismo. ¿Tanto? Tanto, pero mira, por allí llega. ¿Quién, quién es? No lo sé, pero observa cómo sube. Y lleva manga corta, si debe haber cinco grados bajo cero. Y con esta ventisca. Vai, vai. ¿Quién era? Dicen por aquí que Gaul, el luxemburgués. Era increíble cómo trepaba. Y su rostro, ¿viste su rostro? Sí, iba lívido, como muerto. Mira, allí viene otro. Es Magni, es Magni. Pero cómo va a ser Magni, si se rompió la clavícula hace una semana. Que es Magni te digo, vai Fiorenzo, vai. Un sufridor admirable. Sí, pero iba inclinado, torcido sobre la bicicleta, reptando como un perro. Coppi y Bartali, no habrá nunca nadie como ellos. Nadie.

Ya vienen, míralos, ya han entrado en la Arena milanesa, ahora darán unas vueltas, disputarán la etapa, luego saludarán al público. Míralos, míralos, ¿los ves? Llevan casacas azules, verdes, moradas, rojas. Mira, allí, al final del grupo, la maglia nera. Y al frente, casi en cabeza, la maglia rosa. Míralo, debe de ser glorioso vestirla, ¿no?, aunque sea un día, aunque sea de prestado antes de que los buenos la cojan. Sí, el ambiente es magnífico, hay que sentirlo, se me pone la piel de gallina. Sí, sí, qué pasa, a veces también un viejo puede derramar un par de lágrimas, emocionarse, ¿no? No está mal. Es recordar el pasado, tiempos peores, sí, pero tiempos que vivimos. Porque tú no lo recuerdas, claro que no, pero hubo cuando esto, estos hombres, eran para nosotros casi tan importantes como nuestra propia vida. Sí, fueron momentos difíciles, claro, momentos extraños. Habíamos discutido entre nosotros, como dos hermanos queridos pero vengativos, y parecía que jamás, jamás, podríamos volver a abrazarnos. Y entonces, pero tú de esto no te acuerdas, entonces, digo, ellos salieron, y recorrieron el país de arriba abajo. Entero. Bueno, casi entero. Y nos hicieron volver a sentir orgullosos, nos hicieron volver a amarnos, volver a tender las manos. Vimos que había un mañana allí donde antes solamente parecía haber un ayer. Ellos, sobre todo ellos dos, claro, pero también los demás, nos hicieron, casi nos obligaron, a sentirnos de nuevo como una nación. Y aquello fue tan especial… Tú no puedes entenderlo, y seguramente es mejor, mejor que no lo concibas, mejor que no lo imagines, mejor que no hayas visto los muros derruidos, la ausencia de ventanas porque no había paredes, el terror de las alarmas en mitad de la noche. No lo has vivido, y ojalá no lo tengas que vivir. Solo te digo que entonces el Giro, las bicicletas, ellos dos, vinieron a salvarnos. A salvarnos, seguramente, de nosotros mismos. Y lo consiguieron, es verdad que lo consiguieron. Y sí, por eso ahora se me caen dos o tres lágrimas, déjame, soy un viejo cansado, un viejo que recuerda, recuerda demasiado. Me valdría con que tú, precisamente tú, no les olvidaras.

 

Italia, la nación que respira ciclismo.