Kitabı oxu: «Frente al Ángel»

Şrift:

... La verdad viaja transparente en sueños, ensimismada en el fractal del amor. Como el la foto de la cédula, mis lentes de viejo no resisten su brillo. Así, en la mixtura de finito e infinito, fondo del espejo etéreo y terrenal, solo tiene sentido el arte, móvil atisbo que se ofrenda al corazón. Con esta mirada el delirio se complace frente al ángel...


Título original: Frente al ángel

Producción editorial: Entreletras

Diseño, diagramación y fotografía del autor: Darío Ortega Hernández

Colección: Poesía Unillanos 30 años

Primera edición: diciembre de 2005

© Nayib Camacho O.

Calle 10 N° 41-98, Villavicencio, Meta, Colombia

Correo electrónico: nayigula@hotmail.com

© Para la presente edición:

Universidad de los Llanos

www.unillanos.edu.co

Villavicencio, Meta, Colombia.

ISBN 958 - 97289 - 6 -0

Hecho el depósito legal

Se autoriza la reproducción parcial de este libro siempre y cuando se cite el autor y el editor.

Preprensa digital e impresión:

Entreletras

Para Ánika...

Eres

ángel y cal,

en síntesis,

angelical

I parte: INICIADO

«So in voice, so in shapelesse flame,

Angells affect us oft, and worship’d bee... »

John Donne

(Aire and angells)

(también en una voz, en una llama

sin forma definitiva nos visitan los ángeles,

nos fuerzan a adorarlos)

John Donne

(Aire y ángeles)

Fractal

Marea, huellas, pista. Exposición en la penumbra. Principio fin de la mirada y fracciones que multiplican el grano de maíz en maíz, y el maíz amarillo en rojo pan. Así, la imagen de la naturaleza corresponde a la imagen mental pues todo se diluye en curva y línea, y todo y nada a su vez en concepto. Lo semejante es autorreferencia, expresión sintética del número caótico, como igual sucede con el tiempo original ampliado en secuencia alterada y orden. Dios, hombre, naturaleza o ángel, imagen y semejanza del espíritu, diluidos entre montañas y pirámides son infinitos fractales del arte simulados con ingenua complejidad.

Proyección Mercator

Me gustan las mujeres tristes, siempre tan parecidas a mi corazón. Cuando las imagino en sus noches de invierno, aparecen todas lánguidas como si acariciaran el tango con su acompasado movimiento. Rubias ellas, de voces imperceptibles, como argentinas, están en mí y por ahí rondan aburridas entre cafeterías y universidades bulliciosas. Al verlas, pienso en la inútil distancia que hay del sueño a la casa. Otras no dejan de entrever el atractivo de algún color ni siquiera en el límite de la danza tamboril. Al estar atento a las rubias que se pierden silenciosas ante los teléfonos públicos se percibe cierta suavidad en sus voces, algo así como la perplejidad que refleja lo inalcanzable de la estética. Al otro lado del parque, un hombre, quizá metafísico, bordeando latitudes ecuatoriales de licor, piensa una aureola boreal sempiterna, europea, en su extraño corazón latino donde las ambivalencias del gusto solo conservan la diferencia de los ápices sobre un asunto de mapamundi. Pero entristece saber sobre los genes recesivos y aquello que afirman los genetistas en las noticias y reproducen las revistas juveniles: las rubias desaparecen en poco de la tierra. Desde ya compro tintes y champús enamorados.

Ángel y cal

La única esperanza es el próximo trago, decía Lowry en alguna de sus alucinadas líneas. Al paso de horas, no está lejana la intranquilidad de partir hacia un bar de puertas compartidas. ¿Te acuerdas de aquella noche azul y amarilla? La inquietud de sentirte como brisa y alivio, en un deambular perfecto por los grados de alcohol. Y llegué a tu jardín dejando rastros de colillas porque me fue imposible hablar. Sentía un gemido de amor temblando como un saltamontes en mi diafragma, segmento impaciente de mi cuerpo. Atrapado en las desventajas de la edad, mi fiesta era confusa en su trágico devenir. Buscando una superior redención, no siempre fui joven regalado a los intereses de la vida. Ahora, temo que olvides el motivo de mi visita y de nada vale interrogar la copa y la culpa si tampoco esta noche escucharé mi voz. ¿Y para qué comer, si tampoco hay con quién? En mi desvarío buscaba la mujer pálida y bella, estrecha senda, ángel de vida y cal de muerte.

Viaje

La tarde fue abstracta. Todo un catálogo de ensoñación diluido en mi ser. Del barrio al centro esquivando el sol bajo la sombra de los almendros y de allí al pequeño café, entre risas, angustias académicas y ecos flotantes en la inflexión vocal. El clima abriga las ficciones personales y las historias leídas. Veo las esquinas repartidas entre delirios y subastas que aplauden tu rostro, molde brillante y claro de un escondite azul. Sentados a la barra mi ánimo corresponde al nerviosismo de tus penas. Instantáneas transparencias de la condición humana y la ceremonia. Rozo tus manos parecidas a la doctrina los mudras que liberan ruinas y sombras en los descendientes de tantas razas. Escucho en mi abismo la voz que dibujan los hijos. Y nos quedamos pensando en los oficios del hombre y en la coincidencia del encuentro. Despejados en la acústica de la soledad, imaginamos olvidos a través de fotografías infantiles con ausencia de cigarrillos. Las horas de la tarde confirman que nada extraño sucede en la Tierra. Y te vas al paraíso del horóscopo a trazar un destino ajustado al vidrio de la ventana en que viajas.

Evolución

El mito se cierne sobre la historia como aspiración humana. Volar desde profundidades hasta alturas donde sólo es cierto para el hombre su piel. Es probable que los cosmólogos difieran de esta afirmación. Pero resulta evidente que la evolución natural el sentimiento humano descienda del trepar arboles sin tiempo ni aplausos. La época transcurre asida a rocas primitivas. Así, del ángel, que es metafísica sexual, nada podrá decir el obrero. Del auto, que es otra forma de paganismo, el sueño describe la vanidad. El deshielo es densidad que poco a poco se convierte en signo moderno, pingüino viajero por el trópico y sobre puentes, libra por libra, ser de fibra sin alas, en su rodar arcaico. No hay novedad en esta mañana, sólo queda ajustar la vida a un sueño de juventud y carbono, causa paleolítica convertida en deuda.

Observatorio

La extensión vibra más allá del ojo celeste en la perplejidad de la bacteria. La pulida piedra, transmutada en vidrio, resuelve en fina síntesis lo macro en lo breve. El gigante escondido en el monte Palomar es instrumento del gran laboratorio, paciencia del pulidor de lentes en los grados exactos que se requieren para mirar una galaxia de ojos. Percibo en mi lente las calles y esquinas, aun con sus adoquines, hasta perder las pestañas sin temor a los defectos en que incurre el dibujante de la palabra infinito. Descansan sobre mi repisa los sonidos del reloj, las cartas astrales, y todo lo secundado por actores malos reposa con disculpas de gratitud y saber. La lírica de la medianoche es caos y tiempo, un compás de peregrinación bajo los signos que persiguen imágenes palpitantes. Al trasegar con asombro, desde la timidez hacia el esplendor de la mirada, transcurre otra noche más. Ahora, lejos del silencio que cobija la memoria universal de tus cabellos, interrogo a la esperanza si serán mi última luz. Veo la distancia que fluctúa entre la fe y la vida, y todo parece un nudo de cintas de ciencia mineral y conos pedantes, necedad del fragmento enamorado y solitario. Lo cierto es que la señal exterior del ángel no puede ser vista.

Mantra

En el centro está el sol con su luz maravillosa. A la derecha cerca de la cortina blanca, el whisky con historias de sed en el viejo oeste; más allá, como tocando el piso, el ron descansa su expresión caribe, bailarina y poética. A la izquierda, para no defraudar, el vino se muestra con su carga de bohemia. Y completa el cuadro, el aguardiente con sus efectos de montaña rusa. La conciencia escindida entre euforia y depresión es un instante que me aleja de sus efectos como del fuego. Pienso en los guayabos, heridas y atracos. Me miro en las mañanas y solo me quedan el insomnio, el arte y mi cama solitaria. Los geranios se balancean despuntando sus colores. La reflexión deja entrever un inconveniente: las puertas de mi casa no están abiertas ni cerradas, sencillamente no hay puertas, solo el arco del triunfo por donde espero salir del mundo un día de verano. Como el niño shaolín, esperare lo inesperado. Yo también fui un ángel muerto entre debilidades humanas, dijo el cuatrista santo que llevo el joropo al cielo y a Nueva York.

8,28 ₼
Janr və etiketlər
Yaş həddi:
0+
Həcm:
51 səh. 3 illustrasiyalar
ISBN:
9789589728963
Müəllif hüququ sahibi:
Bookwire
Yükləmə formatı:
epub, fb2, fb3, ios.epub, mobi, pdf, txt, zip

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