Kitabı oxu: «Amigo del perro cojo», səhifə 2

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Un caballo con la arena

de varias horas abajo y el perro cojo

fingiéndose muerto o pateado

por la bota de nuestro líder

cuyas órdenes –se sabe–

pondrán en aprietos al enemigo

del bien común

promulgado ayer por los tres poderes

que a veces la memoria acoge

como un esquema imprevisto

por la infancia en sus cuadernos

de dibujos negros y rojos.

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Nos imagino enumerando los detalles,

el hueco pardo entre dos cimas,

cuatro ruedas en el aire raspando

un metal contra otro mientras el agua

predominante se arquea o reluce

para secarse luego en la brecha.

¿Cómo suena?

Un vacío desemboca en la guerra,

otro en la doctrina.

A nuestro líder le toca decidir

si las circunstancias

ameritan la aplicación de medidas.

En los desiertos a veces

las trincheras se oponen por inercia al relleno

y hay que sacar los cadáveres antes del verano.

Eso leí en un panfleto.

Pienso que si nuestro líder

clava la bota en la arena más persistente

el perro cojo husmeará la huella

y tú, mi amigo, recordarás ese conflicto

una tarde con un comisario

que sólo quería cerrar una reja,

no impedir la entrada.

Pero a ti con tu perro cojo a un lado

la diferencia te resultó tan abstracta

como el hastío de la duración en una obra

de dos actos con la bobina en medio

del escenario repitiendo el mismo ruido

de un cuerpo que se mete con otro

y recita su placer sin entonarlo.

Las trifulcas conceptuales no tienen remedio.

O das la mano o no la das

y entonces habrá alguien que denuncie:

esto no es malo, es peor,

y alguien más que reponga

los números y los colores

para que la solución salte a la vista:

Aquí está la jaula, allá la gallina.

Usted escoja.

No hay imagen que soporte el régimen de fracturas.

En tus cuadernos, amigo del perro cojo,

trazarás la ruta continua, hasta mística,

de las personas que ocurren en cada cabeza:

cinco para mí, seis para ti,

traqueteando, si quieres, como un tren

cuyo paso distorsiona cierta costumbre

del silencio en un árbol antes de la brisa

con el pájaro que se aferra

convencionalmente a la rama

o la figura de un palo en la sombra del follaje,

golpeando bultos en la grava.

Si hay escarmiento,

tendrá que ver con el tamaño de la piedra.

O eso me digo en mi sector de la casa

donde corrientes diversas o difusas

van levantando hoy caravanas entre el polvo

y la madera en los rincones

y una minúscula pelota se forma

para que un ojo juegue con el otro.

Notas desde un festival de poesía para mi amigo del perro cojo
14-IV-0000

un señor con mi foto al aire

me espera en el aeropuerto,

sonríe al verme, agita la mano,

se tropieza con una maleta

en el pasillo, donde hay más gente

que también espera,

ya en el coche del señor

hablamos del clima

hasta que dejamos de hablar,

entonces el señor me explica

que habrá muchos poetas de muchos lugares,

lo cual siempre enriquece

a los ciudadanos de ese país

o de cualquier otro,

pues los poetas leen sus poemas

en sus idiomas y los ciudadanos

oyen los idiomas, después visualizan

lo que dicen esas palabras

hasta que entenderlas parece

igual a conocer con los oídos

y la voz a veces recitando

mientras los ademanes

o tonos se colocan a lo largo

de los poemas para apuntalarlos

(yo en mi asiento junto al señor

imagino a los poetas llegando de sus países;

sé que falta aún el africano que canta)

el señor me deja en el hotel,

mi cuarto no es mi cuarto:

hay vecinos enfrente,

pronto me estarán observando

pregunto en la recepción

dónde se come:

dos cuadras más abajo

venden pollo

no hay poetas todavía

pero van apareciendo en la noche

nos conocemos en la banqueta

yo les pregunto por sus países y sus idiomas

en coches

nos llevan a un bar con música,

se celebra la existencia mundial de la poesía:

cuánto la aprecia el pueblo,

cómo debemos educarlo,

los vasos chocan

fumo en la salida con un nativo,

nuestro intercambio de datos es cordial,

me cuenta de su democracia,

yo le cuento de la mía,

falta aún el africano que canta

15-IV-0000

en un camión limpio

nos transportan a los poetas

por una carretera angosta entre cafetales,

veremos un volcán activo,

luego un lago,

nos dice el guía

a nuestra llegada el volcán está cubierto de nubes

pero surge nítido en la foto

que tomó un turista hace una hora

bajando notamos que el lago es un lago

un poeta escribe en su cuaderno

un haikú,

lo leerá mañana, anuncia

en la noche nos llevan

de nuevo al bar con música,

un poeta habla de la guerrilla,

cómo estuvo él en una trinchera

liberando a otro país pequeño,

cómo le explotó una bomba,

le dañó el cerebro,

cómo ahora baila tres días a la semana

para recuperar la parte más clara de su cabeza,

números y colores y recuerdos,

otro poeta quiere participar,

en su país ha habido una revolución,

derecha, izquierda,

no importa,

fue el pueblo mismo

nos miramos los poetas,

sabemos los poetas,

hemos escrito:

estamos listos

falta aún el africano que canta

16-IV-0000

casi al amanecer

nos suben a otro camión:

vamos a leer poemas en provincia,

cinco minutos para cada uno

frente al micrófono,

¡habrá jóvenes!

en provincia

los poetas de otros países

toman turnos para fotografiarse,

plazas y bancas y viejos

sentados bajo los árboles,

la vida como si nada,

exclama un poeta,

otro comenta: hay que escribirlo,

el contorno del instante,

se acuerda de un verso

que no dura con cuervos

en medio de la nieve

el auditorio tiene dos entradas,

butacas vacías,

un telón de fondo sin reflejos,

aún no hay nadie,

los poetas paseamos por las veredas,

un perro amarillo

se rasca en la esquina

pienso en mi amigo

con su perro cojo

que es un talismán

o eso creo mientras escucho

poemas de otros países

en idiomas con sonidos

que desconozco,

aunque leo las versiones

en una pantalla:

desiertos simultáneos

con tropas invasoras,

erotismo denso en la arena,

la fraternidad del alma partida

entre el cielo y la piel,

según ese idioma,

pero hay otros, los leo,

me asombran, amigo,

tienen la textura real

de naciones en fragmentos,

me convenzo,

propongo mi tripa de gato

sin efecto alguno,

el poeta del cuaderno

recita su haikú del lago

y el volcán con las nubes,

el público aplaude,

los jóvenes han aprendido

ese día con los poetas

de otros países y sus idiomas

traducidos con luces

en la pantalla

por la noche al bar

le quitan la música,

un poeta me da detalles

de la conspiración en las fronteras,

cómo nos quieren vender,

cómo nos quieren comprar,

qué va a hacer la poesía,

exige, pensemos en soluciones,

debe denunciarse la injusticia,

escribamos un comunicado,

que no se olvide,

no se pisoteen los derechos,

la poesía debe hacerse cargo,

corrijo las consignas,

brindamos,

nos suben en coches

mañana llega el africano que canta

17-VI-0000

por teléfono me dice mi amigo del perro cojo

que otro amigo le habló de los follajes

espléndidos que se ven desde las ventanas

en el país donde estoy con los poetas,

debo fijarme en la naturaleza,

los flancos verdes y los manantiales,

las aves exóticas y la variedad de las frutas,

lo haré, le prometo, miraré por las ventanas

esquivando los trozos de concreto que estorben

en el desayuno está el africano que canta,

los poetas lo rodean, le preguntan, los imito,

vislumbrando la concordia

de los días venideros

en todos los senderos,

me digo, de la alegría

18-IV-0000

entro en la selva

enjaulada

a ver mariposas,

llueve en la selva

enjaulada,

algunos capullos

se abren en siete minutos,

entro en la selva

enjaulada

a ver diminutas ranas

pardas bajo la lluvia,

me refugio en una cabaña

donde los turistas comen,

me fijo en la naturaleza

con la lluvia en la selva

enjaulada

más tarde

en otro recinto público

lee un poeta

sobre las palabras

atrapadas en el tórax,

cómo tejen redes de silencio,

cómo una niña indaga:

qué son esas líneas,

poemas inevitables,

le responden

luego nos llevan al bar con música

donde discutimos nuestras ideas,

un joven con su vaso de cerveza

me describe los conflictos modernos,

los poemas son fuentes de energía,

afirma, amigo del perro cojo

pienso en los vecinos de mi cuarto

que me observan con su ropa

desperdigada, él fumando,

ella perorando, mañana me iré,

amigo, de esta parte

donde los poetas seguirán

haciendo viajes

tierra adentro

con sus poemas

para la gente

el africano que canta se irá a la costa

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68 səh. 15 illustrasiyalar
ISBN:
9786078764297
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