Kitabı oxu: «Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988)»

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UNA HISTORIA DEL MOVIMIENTO NEGRO ESTADOUNIDENSE EN LA ERA POST DERECHOS CIVILES (1968-1988)

BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS

http://puv.uv.es/biblioteca-javier-coy-destudis-nord-americans.html http://bibliotecajaviercoy.com

DIRECTORAS

Carme Manuel

(Universitat de València)

Elena Ortells

(Universitat Jaume I, Castelló)

UNA HISTORIA DEL MOVIMIENTO NEGRO ESTADOUNIDENSE EN LA ERA POST DERECHOS CIVILES (1968-1988)

Valeria L. Carbone

Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans

Universitat de València

Valeria L. Carbone

Una historia del movimiento negro estadounidense

en la era post derechos civiles (1968-1988)

1ª edición de 2020

Reservados todos los derechos

Prohibida su reproducción total o parcial

ISBN: 978-84-9134-584-8

Ilustración de la cubierta: Sophia de Vera Höltz

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

Publicacions de la Universitat de València

http://puv.uv.es

publicacions@uv.es

Edición digital

Dedicado a Aquellos que se negaron a someterse docilmente a la coaccion, a los insumisos.

Tzvetan Todorov

Índice

Introducción

Racismo y Raza ¿el motor de la historia de los Estados Unidos?

Aproximación a la interrelación entre los conceptos de racismo, raza y clase en el devenir histórico estadounidense (siglos XVII-XX)

CAPÍTULO 1 Estados Unidos a fines de la década de 1960, la Campaña de los Pobres de 1968 y la nueva fase del movimiento negro

CAPÍTULO 2 Sólo escucha lo que los Panteras están diciendo

CAPÍTULO 3 El Movimiento negro en Mississippi y la United League

CAPÍTULO 4 “Los negros… nosotros salvamos a esta ciudad”. La lucha por la igualdad educativa y la integración escolar en Boston, Massachusetts

CAPÍTULO 5 La dimensión internacional de la lucha doméstica: el Movimiento negro estadounidense contra el Apartheid sudafricano

Mensaje desde las bases: el movimiento continúa

Anexo

Bibliografía

Agradecimientos

De alguna manera, esta obra fue posible gracias al apoyo de personas e instituciones que contribuyeron a que este proyecto, que se inició hace muchos años ya, se hiciera realidad.

Le debo mucho a María Graciela Abarca, quien aceptó acompañarme sabiendo que sería un largo camino. Su paciente lectura y devoluciones de los avances del manuscrito en todas y cada una de sus instancias, su guía, consejos, recomendaciones, palabras de aliento y un oído siempre atento, hicieron que el recorrido fuese más fácil de transitar.

A Pablo A. Pozzi, un referente y mentor hacia quien profeso una gran admiración, le agradezco su enorme colaboración, comentando cada capítulo, y sugiriendo ideas y líneas de investigación para profundizar el debate y lo plasmado en el escrito. Es un referente que, con el ejemplo de su rigurosa labor intelectual, me instó a mejorar, y sin cuyo incentivo probablemente no me hubiera embarcado en la escritura de esta obra.

A Thomas Sugrue, le estoy muy agradecida porque, en el marco de un corto viaje a Buenos Aires, escuchó mis primigenias inquietudes, se interesó por mi trabajo y me ofreció comentarios que implicaron un punto de inflexión en este largo proceso de investigación. Su desinteresada predisposición permitió que las discusiones continuaran en la Universidad de Pennsylvania, durante una investigación que no hubiera sido posible sin su aval y apadrinamiento. A Dorothy Roberts le agradezco la enorme predisposición y las discusiones compartidas en su institución. A Caroline Hunter, cuya enorme generosidad y valioso testimonio resultó un aporte vital y de cuya historia de vida aprendí más de lo que las referencias aquí plasmadas pueden reflejar.

No puedo no mencionar el apoyo recibido de parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina), institución gracias a la cual pude dedicarme con exclusividad a la tarea de desarrollar este proyecto; y a la Comisión Fulbright Argentina y al Ministerio de Educación de la Nación, quienes me otorgaron un estímulo para realizar una instancia de investigación de vital importancia para la finalización del trabajo de campo, el relevamiento documental y bibliográfico en archivos de los Estados Unidos, sin el cual, el resultado de este proceso no hubiera sido el mismo.

A mis colegas de la Cátedra de Historia de Estados Unidos de América de la Universidad de Buenos Aires, grandes compañeros, de quienes aprendo cotidianamente a investigar y a enseñar. Gracias por compartir inquietudes e instancias de trabajo y discusión, y por ofrecerme un apoyo constante y aliento permanente.

El transitar de esta obra fue compartido con muchos amigos, aquellos que saben qué es este mundo y su dinámica, y aquellos que no terminan de entenderlo, pero no por ello dejan de intentarlo. Entre ellos, tengo impagables deudas y un agradecimiento infinito a Katherine Fennell y a su familia – a quien un poco considero la mía. No tengo palabras para retribuirle a ella y a sus padres, Barbara y Steve, su inagotable hospitalidad, generosidad, cariño, comprensión y compañía.

Por último, pero no por ello menos importante, a mi familia, quien me acompañó de cerca, interesándose, preguntando, tratando de entender, y haciéndome preguntas que me obligaron a pensar en mi investigación y en mi oficio. Lucia Dallura, Carlos Carbone, Verónica Carbone, José Molina, Lucila Molina Carbone y Cecilia Nieto, gracias por la comprensión y el interés, por soportar pacientemente las diatribas y animarme a seguir adelante. No puedo imaginar encontrarme hoy escribiendo estas líneas que marcan el final de un largo y emocionante camino sin vuestro aliento y fe en que, tarde o temprano, se haría realidad.

Valeria L. Carbone

Abreviaturas de referencia

Instituciones públicas, organizaciones de derechos civiles, agrupaciones y partidos políticos:


African Liberation Support Committee ALSC
American Committee on Africa ACOA
Black Liberation Army BLA
Black Panther Party BPP
Boston School Committee BSC
Central Intelligence Agency CIA
Congress of Racial Equality CORE
Congressional Black Caucus CBC
Federal Bureau of Investigations FBI
Fellowship of Reconciliation FOR
Internal Revenue Service IRS
Lowndes County Freedom Organization LCFO
Mississippi Freedom Democratic Party MFDP
Nation of Islam NOI
National Association for the Advancement of Color People NAACP
National Urban League NUL
North Mississippi Rural Legal Services NMRLS
Organización de las Naciones Unidas ONU
Partido Comunista de los Estados Unidos (Communist Party USA) CPUSA
Partido Demócrata (Democratic Party) DP
Partido Republicano (Gran Old Party) GOP
Partido Socialista de los Estados Unidos (Socialist Party USA) SPUSA
Poor People’s Campaign PPC
Revolutionary Action Movement RAM
Southern Christian Leadership Conference SCLC
Student Non-Violent Coordinating Committee SNCC
United League of Mississippi UL

Referencias para Archivos Documentales

The Black Panther (1968-1980), Microtext Collection, Rare Book & Manuscript Library, Rare Book Collection, Val Pelt Library, University of Pennsylvania (Filadelfia, Pennsylvania, Estados Unidos). Todos los documentos citados pertenecientes a esta colección aparecerán bajo la referencia The Black Panther Microtext Collection, UPENN.

Primary Sources on Civil Rights, Black Power, and related movements Database Collection, Africana Studies Records, Van Pelt Library, University of Pennsylvania (Filadelfia, Pennsylvania, Estados Unidos). Todos los documentos citados pertenecientes a esta colección aparecerán bajo la referencia Van Pelt Library, UPENN.

Bay State Banner Newspaper (1965-1979) Microform Collection, Boston Public Library (Boston, Massachusetts, Estados Unidos). Todos los documentos citados pertenecientes a esta colección aparecerán bajo la referencia Bay State Banner Microform Collection, BPL.

Schomburg Center for Research in Black Culture; Manuscripts, Archives and Rare Books Division, Southern Africa Collective Collection (1970-1983), New York Public Library (New York, Estados Unidos). Todos los documentos citados pertenecientes a esta colección aparecerán bajo la referencia Southern Africa Collection, Schomburg.

Selección de documentos personales proporcionados por Caroline Hunter, fundadora del Polaroid Revolutionary Workers Movement, a la autora (diciembre 2015). Todos los documentos citados pertenecientes a esta colección aparecerán bajo la referencia Colección Personal de Caroline Hunter.

Introducción

La historia de los negros estadounidenses desde 1619 hasta la actualidad ha sido una historia de protesta.

Philip Foner, 19701

Resistir es propio de la naturaleza de los negros. Dada nuestra historia, lo llevamos en la sangre. Desde la Revolución Haitiana hasta el movimiento abolicionista o el movimiento por los derechos civiles del siglo XX, hemos luchado y muerto en busca de justicia e igualdad. La lucha debe continuar, y con renovado vigor.

The Black Radical Congress, 19992

Casi medio siglo después de la sanción de la Ley de Derecho Civiles (1964) y la Ley de Derecho al Voto (1965), los estadounidenses eligieron al primer presidente negro de su historia. Poco después de la elección de Barack Obama en 2008, Mark Potok, Director del Intelligence Project del Southern Poverty Law Center, una organización que desde 1971 se dedica a monitorear incidentes, delitos, crímenes raciales, y actividades de grupos neo-nazis y supremacistas en los Estados Unidos, declaró que una oleada de episodios de violencia protagonizados por “un importante número de estadounidenses blancos que sienten que están perdiendo todo aquello que conocen, que les están robando el país que los padres fundadores construyeron”, se había sucedido en varias regiones del país.3

La elección de Obama dio pie a que grupos conservadores adujeran que, finalmente, la estadounidense era una sociedad que ya no hacía diferencias en base al color de la piel, en alusión a una de las más famosas enunciaciones del célebre intelectual afro-estadounidense W.E.B. Du Bois en la que afirmara que el problema de los Estados Unidos del siglo XX sería “el problema de la línea de color”.4 Para ellos, la elección de un presidente negro en un país con tan larga y conflictiva historia de luchas raciales, constituía una clara evidencia del triunfo de las reivindicaciones del movimiento negro, y prueba fehaciente de que las políticas pro-derechos civiles y de acción afirmativa podían ser eliminadas por innecesarias.5

Seis meses después de que Obama diera su discurso inaugural en enero de 2009, el canal HBO emitió por primera vez el documental que se constituyó en el disparador del presente libro: Prom Night in Mississippi.6 El controvertido film muestra las vicisitudes de un grupo de estudiantes de la escuela secundaria Montgomery County (Charleston, Mississippi) quienes, aún a principios del siglo XXI, luchaban por poner fin a una arraigada tradición: la celebración de bailes de egresados segregados. Fue recién en 1970, diez y seis años después de la decisión de la Corte Suprema de Justicia en el caso Brown contra la Junta de Educación de Topeka, que determinó que la segregación racial en el sistema de educación pública era inconstitucional, que la ciudad de Charleston admitió a estudiantes negros en su escuela secundaria. Ese mismo año, padres de estudiantes blancos se negaron a realizar un baile de egresados integrado, iniciando una “tradición” que fue perpetuada por los miembros de la Junta Escolar y padres de camadas posteriores. Si bien este tipo de separación institucional entre estudiantes negros y blancos parece una excepción más que la regla, ciertamente no representaba un fenómeno aislado.7

El documental se remonta al año 1997, cuando el actor Morgan Freeman, nativo de Mississippi, ofreció a los estudiantes de Montgomery County financiar la fiesta de egresados si accedían a celebrar un único baile integrado. En ese momento, su propuesta fue rechazada. En 2008, reiteró el ofrecimiento, convirtiéndose en un desafío aceptado por estudiantes y autoridades escolares. El film, dirigido por Paul Saltzman, realiza un recorrido de las semanas previas al evento, mostrando el entusiasmo de algunos, la aprehensión de otros, el rechazo de muchos y la cautela de toda una comunidad. Una de las cuestiones más evidentes que el film refleja es la vigencia de la realidad del racismo y de la raza, y el total rechazo a la posibilidad de integración racial o amalgama social. Ciertas afirmaciones reflejan el racismo inherente a las estructuras de poder de una sociedad construida sobre la base de la ideología de supremacía de la raza blanca: “mi padre me dijo que no me juntara con negros y que, si me encontraba con ellos, me molería a golpes”; “hay gente aquí que deshonrarían a sus hijos si ellos tratasen de cambiar las cosas. Muchos padres lo harían, no sólo uno o dos”; “no criamos a nuestra hija para que asista a bailes integrados”; “no vamos a permitir que un negro manosee a nuestra hija”; o la más memorable, “mi abuela siempre decía que los hombres nacen diferentes por una razón, y que si comenzamos a integrarnos las individualidades desaparecerán y todos seremos lo mismo. Si ese fuese el deseo de Dios, si ese fue el plan de Dios, nos habría hecho a todos iguales”.

Si bien Freeman llega a Charleston determinado a “poner fin” a esta tradición, y no a descifrar su origen o pervivencia,8 creemos que es necesario explicar y entender cómo una tradición originada en la década de 1970, cuando el movimiento por los derechos civiles se perfilaba como una supuesta “victoria ideológica” sobre el racismo de la sociedad estadounidense, persistía aún treinta años después. Esto evidencia que, como afirmara la historiadora Barbara J. Fields, la determinación de preservar a la nación en tanto país de “hombres blancos” ha sido “un tema central en la historia de los Estados Unidos, no solo del sur. El racismo ha sido nuestro defecto más trágico. Cuestiones relacionadas con el color y la raza han ocupado un papel central en los más importantes hechos históricos y los estadounidenses aun padecen sus más explosivas y desagradables consecuencias”.9 Lo que esto pone de manifiesto es la centralidad de las nociones de racismo y de raza, su papel decisivo tanto en el devenir histórico estadounidense como en el desarrollo de la lucha de clases, y su vigencia en la construcción de las relaciones políticas y socio-económicas de los Estados Unidos.

En líneas generales, esta obra se propone analizar la interrelación y centralidad de las nociones de racismo, raza y clase, destacando su relevancia para el devenir del proceso de lucha y resistencia de los afro-estadounidenses, sobre todo en la etapa que se desarrolla a partir del año 1968. Nos centraremos en la reconfiguración del movimiento negro luego del período de mayor movilización y protesta social en las calles que el siglo XX estadounidense vivió: el que tuvo lugar desde mediados de la década de 1950 y a lo largo de la de 1960.

El marco temporal corresponde a los años 1968-1988. El año 1968 representó para los Estados Unidos un punto de inflexión. Cómo referiremos en el capítulo 1, durante el año 1968 se produjeron los mayores disturbios y revueltas protagonizadas en su mayoría por la población negra de los guetos urbanos del norte y oeste del país. Es el año de la publicación del polémico Informe Kerner sobre las causas más profundas de estas revueltas que venían azotando al país desde 1964. Es el año del impactante asesinato del referente del movimiento negro, el Dr. Martin Luther King, Jr., y más tarde, del de Robert Kennedy, precandidato a la presidencia por el Partido Demócrata y Senador pro derechos civiles. Ese año vio también la sanción de la tan reclamada Ley de Justicia en la Vivienda y la consecución de la multitudinaria Campaña de los Pobres. Finalmente, es el año de la derrota de la coalición demócrata en las elecciones presidenciales, con la victoria del republicano Richard Nixon. A partir de entonces, se inició un período de inexorable avance del conservadurismo político y del liberalismo económico, y una feroz reacción a las victorias logradas por el movimiento negro, que se reflejaron en el desmantelamiento del Estado de Bienestar (conformado en la década de 1930, en el marco de la Gran Depresión y el gobierno de Franklin Delano Roosevelt) y la consolidación de una nueva estructura social de acumulación10 con el Reaganismo (1981-1989).

Algunas de los interrogantes que orientaron este trabajo fueron los siguientes: ¿Cómo se encauzó en las décadas de 1970 y 1980 la gran movilización y protesta social afroestadounidense de 1950-1960? ¿Cómo se reconstituyó el movimiento por los derechos civiles en el período que se abre a partir del año 1968? ¿Es atinada la referencia de la historiografía dominante sobre la “institucionalización” del movimiento para caracterizar todas las formas de lucha de la comunidad negra de las décadas de 1970 y 1980? ¿o podemos identificar un proceso de continuidad en las formas de lucha, tácticas y estrategias desarrolladas en años posteriores? ¿Cuáles fueron las demandas del/los movimiento/s afroestadounidense/s del período 1968-1988? ¿Podemos identificar elementos de continuidad y ruptura con el proceso de lucha de años anteriores? ¿Cómo influyen las nociones de racismo, raza y clase en la configuración y desarrollo de este proceso histórico?

Así, esta obra se propone superar la periodización y parámetros analíticos establecidos por las corrientes dominantes en la historiografía estadounidense (la escuela tradicional de la Master Narrative y la perspectiva revisionista de la History from the Bottom Up) e incluso ofrecer un análisis alternativo al encarado por la más actual de las tendencias historiográficas: la tesis del largo movimiento. A partir de allí, nos centraremos en el análisis de la lucha y resistencia de base de la comunidad negra entre los años 1968 y 1988, para examinar la compleja tensión e interacción existente en el devenir histórico estadounidense entre las siempre presentes nociones de racismo, raza y clase.

El Movimiento por los Derechos Civiles: corrientes historiográficas, debates y periodización

El movimiento por los derechos civiles representó un período de cambio histórico trascendental en el ámbito de la vida política, social, cultural y económica de los Estados Unidos de América. Siendo uno de los procesos más y mejor documentados de la historia contemporánea estadounidense, anualmente se publican libros, ensayos y artículos de diversa índole, y difícilmente pase un año sin que una película sobre “el Movimiento” sea estrenada y se convierta en éxito de taquilla.11 Esto hace que su relación con el presente cambie y se reescriba constantemente, generando intensos debates entre académicos en general e historiadores en particular.

Sus primeros especialistas fueron testigos y/o protagonistas del que sería su objeto de estudio, dando lugar a que la historiografía se moldeara mientras transcurría la lucha. Ante esto, y como destacara el historiador Charles W. Eagles, resultó que los primeros historiadores tendieron a adoptar un “enfoque asimétrico”: enfatizaron los análisis desde la perspectiva del movimiento, pero “descuidaron su obligación profesional de entender el otro lado, el de la oposición segregacionista”12. Adoptaron una perspectiva “moralista” y restringida (al no abarcar “toda la experiencia sureña”) que permitiera entender los notables cambios que este proceso produjo en las relaciones raciales y socio-culturales. Sus interpretaciones fueron “positivas”, sus análisis generalizados y obvió observaciones críticas a líderes, objetivos, tácticas o estrategias de lucha. Dado que la historiografía es parte de la cultura de una época y forma parte de la historia de esa época13, la participación directa e involucramiento personal de académicos e intelectuales influyó decisivamente en sus escritos, y en sus inicios no dio lugar al surgimiento de escuelas de interpretación alternativas. Estas primeras producciones dieron lugar a dos tendencias que dominaron la historiografía sobre el movimiento: la Master Narrative y la History from the Bottom Up.

La Master Narrative, también referenciada como la “Escuela de los Grandes Hombres”, constituye el relato más popular y difundido. Se perfiló como la perspectiva tradicional, y centró su análisis en el rol desempeñado por los líderes que “hicieron historia al actuar en formas consistentes con valores considerados típicamente estadounidenses”.14 Con un enfoque netamente político-institucional, esta corriente se estructuró a partir de relatos biográficos de sus principales líderes, y en el rol de liderazgo desempeñado por las más destacadas y tradicionales organizaciones de derechos civiles.

Para esta escuela, el movimiento se presenta como un fenómeno homogéneo caracterizado por una seguidilla de momentos e hitos claves, y presenta al racismo y a la segregación como un problema moral exclusivo de la sociedad blanca del sur de los Estados Unidos, y no como un problema estructural inherente a las instituciones políticas, sociales, culturales y económicas estadounidenses. Asimismo, ignora la historia de violenta lucha y resistencia de los negros en distintas regiones del país, se enfoca especialmente en las demandas y objetivos no-económicos, y en las victorias legislativas que los hicieron posibles.

Para esta Master Narrative existe una clara distinción entre “el Movimiento” y el Black Power (Poder Negro). El “Movimiento” fue ese victorioso proceso de lucha signado por actos de desobediencia civil, guiado por la filosofía de la no-violencia de Mahatma Gandhi, del socialista Bayard Rustin y del clérigo pacifista A. J. Muste, transformada en tácticas de resistencia pasiva por Martin Luther King, Jr., y puesta en práctica en el sur contra el sistema legal de segregación racial conocido como Jim Crow. El Poder Negro, por su parte, se trató de una derivación irracional, violenta y radical del Movimiento, característica de los guetos urbanos del norte. Bajo la égida de líderes religiosos, carismáticos, primordialmente masculinos y de tendencias moderadas, fue el Movimiento el que alcanzó los objetivos primarios que permitieron cambiar el balance de poder político entre las razas: la sanción de las leyes de Derechos Civiles de 1964 y 1965. Dentro de esta corriente, algunos autores han destacado el accionar individual de algunas mujeres, dejando en un segundo plano su rol de líderes, organizadoras y militantes políticas. La más reciente historiografía se ha enfocado en la lucha encabezada por mujeres como Séptima Clark, Ella Baker, Jo Ann Robinson, Hazle Palmer o Fannie Lou Hammer; y los conflictos y obstáculos que debieron superar como consecuencia de la tendencia jerárquica y predominantemente masculina de las organizaciones de derechos civiles.15

En esta historiografía dominante pueden identificarse dos perspectivas. Una caracterizada como King-Céntrica16, que se convirtió en central para lo que Nikhil Pal Singh denominó “la mitología cívica del progreso racial en la segunda mitad del siglo XX”17; y otra que se enfocó en el rol desempeñado por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del Gobierno Federal, y – en un segundo plano – por las organizaciones de derechos civiles, que prepararon el camino para las victorias legislativas obtenidas.18 El historiador Steven F. Lawson considera que esta interpretación tradicional ha caducado, que la historia ya no se entiende ni lee de esa manera, y que ningún historiador que haya estado en contacto con las producciones bibliografías de las últimas tres décadas podría adherir a esta corriente19. Sin embargo, podemos asegurar que luego de haber recorrido incontables artículos, libros y material de lectura, esta narrativa se encuentra vigente y cuenta con numerosos adeptos, tanto dentro como fuera del ámbito académico. La razón, como observó Jaqueline Dowd Hall, es que esta forma de interpretar y divulgar la historia, “que surgió de grupos de reflexión intelectual (think tanks) de derecha, muy bien financiados y para ser difundida al gran público, tuvo un gran atractivo. Por un lado, porque se ajustaba a los intereses de la clase media blanca y respondía a sus vanidades nacionales, y por otro porque resonaba con ciertos ideales de esfuerzo y mérito individual, colectivamente compartidos”.20

En la década de 1980, el revisionismo comenzó a ganar espacio. De la mano de la History from the Bottom Up (Historia desde abajo) se centró la atención en la cotidianeidad de las luchas e iniciativas llevadas a cabo por grupos locales, instituciones y organizaciones de base que dieron lugar a múltiples movimientos con identidad y características propias. Encabezada por sociólogos como Aldon Morris, Francis Fox Piven, Richard A. Cloward, Doug McAdam, Charles Payne21, y por historiadores como John Dittmer, Clayborne Carson y Adam Fairclough22, esta corriente orientó su interés hacia los movimientos de base, teniendo en cuenta los procesos de lucha fuera del sur, y el rol desempeñado por instituciones locales como iglesias negras, sindicatos, cooperativas y organizaciones políticas, de pobres y de asistencia social.

El trabajo de estos autores permitió ampliar las consideraciones de la Master Narrative, que veía al movimiento como un proceso protagonizado por los sectores medios y profesionales de la comunidad negra. Destacaron el activismo de la clase trabajadora y de las mujeres23, aunque viéndolo aún como una extensión (si bien innovadora) de preexistentes esfuerzos institucionales de redes y organizaciones sociales.

Dentro de esta corriente identificamos dos perspectivas. Por un lado, la de los autores que se enfocaron en el análisis de los legados, siguiendo la dicotomía “éxito-fracaso” tanto del Movimiento por los derechos civiles como del Poder Negro. Si bien en su mayoría coinciden en que la población negra estadounidense mejoró su situación socio-económica y política a partir de 1960, entienden que esto no puso fin al problema racial, cuestionan el alcance de los logros obtenidos, y debaten en qué medida se lograron preservar las conquistas alcanzadas. Sus partidarios ven a la comunidad afro-estadounidense sumida, desde mediados de 1970 en un proceso de desmovilización y letargo interno que, sumado a la contraofensiva conservadora en el ámbito político y económico, dio lugar a un proceso de estancamiento y declive en la capacidad de respuesta, movilización y reacción de parte de organizaciones de derechos civiles, de sus líderes y de las bases.

La segunda perspectiva es la que, compartiendo la premisa de una disminución del activismo político negro hacia fines de la década de 1960, busca sus razones más profundas. Entiende que hacia 1965 ya se habían alcanzado los objetivos primarios del movimiento – léase, la destrucción legal del sistema de Jim Crow, la supuesta “victoria ideológica” sobre los supremacistas blancos, y la incorporación de los negros al sistema político-electoral–, por lo que la continuidad de la lucha no tenía razón de ser. Las marchas de protesta, actos de resistencia y manifestaciones eran innecesarias para superar los obstáculos restantes a la completa integración racial.24

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ISBN:
9788491345848
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